Un padre para Candy

4. El intruso.

 

Oliver se dio una ducha y se puso algo de ropa que Anabel aún guardaba de Jano. Todavía podía sentir el olor de su amigo en esa ropa y se sintió bien y cómodo, era como si Jano fuese a aparecer en cualquier momento y vería su agradable sonrisa 

“¿De nuevo aquí?” 

La voz de Jano resonó en su cabeza, junto a una risa de alegría. 

 

— Jano. — Dijo Oliver, mirándose en el espejo del baño y agarrando la camiseta con tristeza. 

Pero esa tristeza le duró poco, ya que después se tiró en el sofá apoderándose del mando de la televisión. Hacía bastante tiempo que no se relajaba tanto. 

 

 

Candy jugaba con sus amigos a fútbol, era su deporte favorito y era el mejor marcando goles. 

Los niños disfrutaban jugando bajo un cielo azul que anunciaba que el verano estaba cerca y las vacaciones se aproximaban. 

 

— ¡Estoy muerto! — Exclamó Dani tirándose al suelo, mirando el cielo y sus nubes blancas que formaban dibujos. — Oye Candy, ¿de qué conoces a ese hombre? 

Candy se sentó en el suelo a su lado como los otros niños del barrio. 

 

— Escapando de mi mamá me escondí en su jardín. — Le contó Candy, molestándose por haberse olvidar la mochila.

 

— ¿Y no te molesta que se haya quedado a solas con tu madre? — Le preguntó Dani incorporándose. 

Candy miraba hacia arriba, ese hombre estaría con su mamá. Él que dijo que su mamá era muy joven estaría ahora intentando acercarse a ella. 

 

— Tengo que volver a casa. — Se levantó Candy, no permitiría que se acercara a su madre. 

 

— ¿Te has molestado? — Le preguntó Dani, viendo como Candy corrió hacia el edificio. 

 

— ¿Qué le has dicho ahora? Sabes que Candy solo tiene a su mamá y que con cualquier cosa que le digas se pone en alerta. — Habló Brayan, otro amigo de Candy y Dani. 

Dani se levantó entonces y salió corriendo detrás de su amigo mientras gritaba su nombre. 

 

 

Candy y su amigo Dani se pararon frente a la puerta del piso. Candy se quitó del cuello un cordón negro con la llave de su casa. 

 

— Entremos, yo estoy contigo. — Ánimo Dani a su amigo. 

Candy asintió y abrió la puerta de su casa, entrando junto con Dani. 

 

— Mamá, ya estamos aquí. — Dijo Candy, y al entrar al salón vio a Oliver cómodamente sentado en el sofá y siendo el dueño del mando de la televisión. 

 

— Candy, ya está aquí. — Lo saludó Oliver, dejando el mando de la televisión. — Tu madre se encuentra en la cocina. 

 

— ¿Seguro que no es un familiar? — Le preguntó Dani bajito a su amigo Candy. 

Candy miró a su amigo, diciéndole que no era ningún familiar suyo. Que solamente lo vio ayer cuando se metió en su jardín. 

 

— ¿De qué estáis hablando, niños? — Preguntó Oliver, levantándose y acercándose a los niños.

Los dos niños lo miraron con cara de pocos amigos y Oliver se sintió intimidado. 

 

— ¡Afuera de la casa de mi amigo! — Gritó Dani alzando sus puños para pegarle. 

Oliver se rió, parando al chico con solo poner la mano en su frente, pese a que Dani quería avanzar hacia él. 

 

— ¡Amigo! — Gritó Candy, lanzándose también contra Oliver, quien lo frenó al igual que a Dani. 

 

— Dios, sois muy graciosos. — Habló Oliver y los niños se terminaron cansando. — No es de buena educación atacar a un adulto ¿qué dirían sus madres? 

 

— ¿Candy, ya ha regresado? — Anabel se sorprendió al contemplar la escena y Oliver dejó a los niños, cayendo ambos al suelo. — Dani, también estás aquí. ¿Quieres almorzar con nosotros? 

Oliver sonrió observando a los dos niños agotados en el suelo. 

 

— Le… Le diré a mi mamá… — Dijo Dani cansado y clavando sus ojos en Oliver. 

 

— Está bien, avisa a tus padres. — Le respondió Anabel, dejando en la mesa unos platos. 

Oliver se acercó ayudándola a poner la mesa y Candy se encendió, poniéndose furioso. 

 

— ¿Seguro que no es el novio de tu mamá? — Le preguntó Dani, inclinándose hacia su amigo Candy. — Parecen muy cercanos. 

 

— Ese quiere quitarme a mi mamá. — Se preocupó Candy y sus ojos se abrieron mucho cuando vio a su mamá reírse con él. 

 

 

Estaban almorzando arroz con pollo amarillo y Candy miraba a su madre hablando con Oliver. ¿Por qué ese tipo se encontraba en su casa? Era lo que el pequeño pensaba. 

Oliver sentía la mirada del niño como si fuese un martillo y lo estuviera golpeando. 

 

— Está riquísimo. — Alabó Oliver la comida de Anabel. — Echaba de menos tus comidas. 

 

— ¿Quieres un poco más? — Le preguntó Anabel y se levantó de la silla. 

Oliver asintió, tomando su plato y dándoselo a Anabel. 

 

— Gracias. — Le agradeció.

Anabel sonrió y caminó hacia la cocina. 

Candy y Dani se miraron entonces, era el momento de preguntarle a ese nombre quién era él. Así que los dos niños se prepararon antes de soltar la pregunta por sus bocas. 

 

— ¿Quién eres tú? — Preguntaron los dos a la vez. 

Oliver sonrió y se señaló orgulloso de quién era. 

 

— Soy Oliver Alto, un mangaka con mucho reconocimiento. — Se presentó Oliver. 

Los dos niños se inclinaron para hablar entre ellos en susurros. 

 

— ¿Lo conoces? — Susurró Candy en el oído de su amigo. 

Dani rápidamente negó, echando los dos niños una mirada a Oliver. Por muy reconocido que fuese como mangaka no significaba que unos niños de siete años como ellos supieran quién era. 

 

— No. Puede que lo conozca mi papá o mi hermano mayor. — Respondió Dani en un susurro. 

 

— ¿No coméis más? — Preguntó Anabel, que le sirvió a Oliver su plato con más comida y se sentó en la silla mientras recibía su agradecimiento. 



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En el texto hay: familia, drama, amor

Editado: 05.05.2023

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