Conduzco mi auto hasta el lugar donde será la cena que planificó nuestro padre con Artemis Londek. Me detengo frente al bar restaurante y me quedo un instante pensativa,no me explicó por qué demonios estoy tan nerviosa si estoy acostumbrada a ir a este tipo de reuniones.
—Vamos Sonia solo es un nombre,hay miles de hombres con ese nombre—murmuré mirándome en el espejo y retocando mi maquillaje antes de bajar, llevaba un vestido rojo brillante abierto a ambos lados, largo hasta los pies, perolas aberturas a los lados dejaba entrever hasta los muslos cuando caminaba y unos tacones negros bastante altos y el pelo suelto. Caminé con seguridad hasta llegar a la recepción del lugar.
—Soy la acompañante del señor Londek—le dije al recepcionista el cual hizo una seña a uno de los empleados del lugar para que me acompañara hasta el sitio reservado. Estando a unos pasos de donde estaba nuestra mesa el empleado señaló el lugar y le sonreí como muestra de agradecimiento antes de entrar y desde fuera no se podía ver quien estaba dentro, pues esta parte del local tenía bastante privacidad.
—Buenas noches—pronuncié entrando y recibiendo la mirada de la persona que me estaba esperando y la sonrisa que llevaba se borró completamente de mi rostro. Me quedé totalmente helada y mi cerebro dejó de enviarle reacciones a mi cuerpo pues permanecí completamente estática, Artemis, mi Artemis, el padre de mi hijo era el sujeto con el que iba a cerrar un trato importante. Seis años habían pasado y estaba exactamente igual a la noche en la que lo conocí. Mi vista se nubló un poco y me quedé sin saber que decir, al fin había encontrado al padre de mi hijo como había estado esperando todos estos años pero me había quedado paralizada.
—Señorita, debe haberse confundido de mesa pues yo espero al señor Jhan Escobar—pronunció el sujeto luego de ambos mirarnos en silencio por un instante, y yo permanecí en silencio...
—¿Artemis? —logré preguntar tragando en seco cuando mis nervios me permitieron gesticular palabra.
—¿Nos conocemos? —cuestionó él recorriéndome completamente con la mirada y mi vista se quedó fija en sus ojos.
—¿No me conoce? —cuestioné con dudas.
—¿Debería hacerlo? —respondió él sin mostrar el menor indicio de recordar haberme visto antes y ese fue el tiro de gracia para desbaratar el castillo de naipes que ya había armado en mi cabeza. Cómo diablos pude pensar que podía recordarme después de 6 años cuando simplemente compartimos una noche de pasión en una discoteca.
—Yo soy... soy la hija de Max Escobar, el dueño de la mayor empresa automovilística de la región y según tengo entendido usted deseaba hacer negocios con mi padre. —terminé diciendo, tampoco iba a ser tan estúpida de hacerle creer al sujeto tan importante como para recordar una simple noche de pasión con él después de 6 largos años.
—Ho—respondió él sonriendo—que alivio, cuando preguntó si la conocía imaginé que era una de esas chicas...—dice haciendo silencio al haber creído hablar de más.
—Con las que tiene sexo salvajemente en una noche de fiesta y luego quieren casarse con usted.
—No pensaba decirlo así, pero bueno—explica recorriendo todo mi cuerpo de manera indiscreta con su mirada.
—No se asuste solo vengo a representar a mi padre y los intereses de mi compañía. —pronuncié mirándolo seriamente e imponiendo mi carácter.
—Es un placer que esté aquí, no imaginé que la heredera de la compañía automovilística más prestigiosa de la región fuera tan preciosa.—dice en modo de coqueteo y le lancé una mirada de reproche.
—Gracias, pero imagino que no agendó una reunión de negocios con mi padre solo para decirle eso—
—Ustedes poseen una de las compañías más prestigiosas en la región y yo uno de los mayores imperios petroleros por eso quería darles el privilegio de trabajar conjuntamente en un proyecto con el mayor imperio petrolero de la región, un proyecto que nos va a generar muchas ganancias a ambos.
—¿Darnos el privilegio?—lo interrumpí sonriendo de forma sarcástica pues por lo visto además de mujeriego, era bastante orgulloso y prepotente—Señor Londek en todo caso seríamos nosotros quienes le estuviéramos dando el...cómo dijo...enorme privilegio de trabajar conjuntamente , después de todo fue usted quien solicitó nuestra colaboración y eso es solo una señal.
—¿Qué señal?
—Que nos necesita—sonreí nuevamente apoyando mis brazos sobre la mesa y acercando mi rostro un tanto más a él—o de lo contrario hiciera todo el trabajo usted solo y así no tuviera que compartir ganancias.
—Tiene razón, los necesito porque sé que si llevamos a cabo este proyecto vamos a generar inmensas ganancias para ambos.
—Y ese proyecto es...
—Quiero que su compañía elabore un nuevo modelo de autos que usen motores diésel, este tipo de autos son bien valorados en el mercado además de que funcionan con petróleo. Pero no quiero un auto común, quiero un modelo bien sofisticado, que sea lo más novedoso del mercado. Así es como deseo que se vea el exterior—explica mostrándome un diseño de un auto rojo bastante llamativo—Yo pondré la inversión y ustedes la mano de obra y a cambio les daré el 30 por ciento de las ganancias.
—El cincuenta por ciento.
—El cuarenta—repone él.
—Acaso cree que nuestro trabajo no vale nada, tenemos el mejor equipo, los mejores materiales y los mejores clientes del mercado. Además de que contamos con nuestro propio capital. Y que si su proyecto no tiene el alcance que esperamos solo habremos estado perdiendo tiempo y aquí todos sabemos que el tiempo es dinero.
—Pero...
—Si cambia de opinión puede comunicarse con mi padre—respondí poniéndome de pie y saliendo de allí dejando a Artemis boquiabierto. No iba a rebajarme ante este sujeto engreído, ni a colaborar para que se siguiera sintiendo el rey del universo.
—Pero esta mujer quien diablos se cree que es—murmuró él quedándose pensativo y luego sonrió.
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Editado: 04.01.2024