Cambio mi cabello cada día
me pregunto si quedaría
no me conformo por el rutinario,
pero no elijo uno extraordinario.
Cambio mis ideas, pensamientos
y principios, no es que quiera dejarlos
sí conservarlos pudiera, mi cabeza
sin revuelos tal vez no estuviera.
Quedo anonada de mi impertinencia,
preguntas imprudentes y sin sentido
teniendo la mente de un niño perdido
en cuestiones que dicen ser adultas,
si llego a preguntar me dicen que pare,
si llego a callar me dicen que hable
no llego a comprender que quieren que haga
si cada reacción parece errónea y vaga.
No puedo ponerme de acuerdo
sí elegir un helado dulce sea adecuado,
me empalagaría de inmediato
un amargo sería más correcto,
tardo mucho si chocolate, fresa o vainilla,
tal vez uno de ellos me sentaría,
termino por comer nieve de agua
ya que temía, siendo decisión ambigua.
No resulto lo que quería
mi peinado y sabor en la lengua
siguen siendo insalubres,
nada especial que vieras por las calles,
si aun pudiera elegir me sentaría igual,
elegiría el sabor a agua espesa
y me quedaría con el cabello tal cual,
seria un día con la misma sorpresa.