"La raíz de todas las pasiones es el amor. De él nace la tristeza, el gozo, la alegría y la desesperación."
Lope de Vega.
Mazunte, Oaxaca, México.
Tras pasar rápidamente a casa de Carmen y verificar que todo estuviera en orden con Naná, Charlotte dio directrices a Mario de llevarlos a casa de Ana María.
Una vez allí, ingresaron a la habitación del pequeño.
—Gracias amiga, nunca podré agradecerte lo suficiente por todo lo que has hecho por mí y por mi hijo. —Ana María le dedicó una mirada de profunda gratitud mientras mecía con suavidad al pequeño que dormía entre sus brazos.
—Ha sido un placer —Charlotte acarició sutilmente la cabeza de Tommy, con deliberado cuidado de no perturbar su descanso.
Esperó a que Ana lo arropase en la pequeña cama nido, con su cobertor de Spiderman y luego la siguió al exterior de la habitación.
—Ven aquí, te prepararé un café —señaló Ana María comenzando a revolver su cocina.
—Está bien, sin crema y con...
—Con 5 gotas de Stevia —recitó entre risas Ana María sin dejar de abrir y cerrar alacenas— Nunca se me olvida que lo tomas casi amargo.
Charlotte sonrió al ver la mueca de desagrado que se dibujó en los labios de Ana.
—Que te puedo decir... lo dulce no es lo mío —replicó con desenfado.
—Así veo —admitió Ana dándole una mirada de aprobación— Y te sienta maravillosamente bien ya que ese cuerpazo que tienes amiga es de infarto... ojalá yo pudiera controlar la lombriz solitaria que me exige devorar dulces me cada momento.
Suspiró con énfasis al momento de sacar del refrigerador un gran trozo de pastel de chocolate y dos platos.
—La verdad es que a veces si me da uno que otro antojo... Aunque generalmente estoy demasiado atareada como para darme gustos —Charlotte soltó un suspiro admirando ese tentador pastel— Pero te aceptaré un trocito de esa deliciosa torta, se ve increíble.
—¡Ya sabía que no te negarías a un buen bocado de pastel de chocolate! —Ana María soltó una carcajada triunfal y sirvió dos grandes porciones en los platos— Ya sé que comes como pajarito, pero tranquila que ya me acabo yo lo que te quede.
Charlotte rodó los ojos y saboreó de inmediato un pequeño bocado del pastel.
—Mmm... —suspiró cerrando los ojos ante el increíblemente delicioso sabor que inundó su boca— Este pastel está increíble... ¿De dónde es?
—¿Perdón? ¡Me ofendes querida! Todas estas delicias las hago yo y espérate a que pruebes el Pie de limón que tengo guardado por allí también.
—Eres un peligro con todas estas exquisiteces, saldré rodando de tu casa —bromeó Charlotte sin evitar sonreír.
Las bromas por parte de Ana María no se hicieron esperar y en un instante se vio tratando de contener las carcajadas que luchaban por salir de su boca, en un intento de no despertar a Tommy. De pronto allí sentada, simplemente compartiendo y riendo se dio cuenta de lo mucho que había extrañado estar así con alguien... simplemente compartiendo y pasándola bien.
¿Hace cuánto tiempo que no se permitía esas instancias? Últimamente su vida era solo trabajo y más trabajo sin parar... Había olvidado lo bien que se sentía reír y conversar despreocupadamente.
—Yuju... —La mano de Ana María se sacudió de manera enérgica frente suyo, llamando su atención— ¿En qué piensas Charlotte? Te fuiste de repente lejos de aquí.
—Oh bueno, lo siento por desconcentrarme... Simplemente pensaba lo bien que me la estoy pasando contigo, extrañaba pasar un momento así. Últimamente todo ha sido tan... Complicado.
La mirada atenta de Ana María la motivó a continuar.
—Es solo que a veces me aboco demasiado al trabajo y eso implica que pierda de vista otras cosas importantes como... pasar un momento agradable con alguien, así como lo estoy haciendo contigo en este momento.
—La verdad te entiendo y aunque estamos en contextos diferentes de manera rutinaria siento que me pasa relativamente similar. A veces me enfoco tanto en la casa o incluso en los demás, que jamás me doy estos instantes para mí y los extrañaba mucho.
Ambas se observaron con afecto.
—Supongo que es inevitable en algún punto recargar más la balanza hacia el lado de lo que consideramos primordial en ese momento. Pero... ahora que me la estaba pasando tan bien siento que no debo descuidar estos momentos. Son realmente necesarios y valiosos. —Suspiró Charlotte.
—¡Exacto! Por algo hay que empezar y ahora estamos en ello, empezando por retomar el tiempo perdido —Ana María levantó el pulgar en acuerdo y la observó con mirada radiante— Y bueno ya que estamos en esas... ¿Qué rayos sucede contigo y Mateo? Hace rato en el hospital la química amorosa entre ustedes se podía cortar con un cuchillo.
Charlotte suspiró, confirmando que, pese a que sabía que en algún momento Ana la abordaría al respecto, aún se sentía en la disyuntiva de cómo expresarse. Pero la amistad alimentada durante tantos años le inspiraba confianza para intentar sincerarse.
—Pues, si te soy sincera no lo sé... Ha sido tan abrumador regresar al pueblo y experimentar cosas que creía enterradas, con respecto a él.
—Definitivamente esos sentimientos no estaban del todo enterrados... La manera en la que te pierdes en su mirada cómo hace un rato, deja en claro que tus sentimientos por él son todo menos cenizas. Y la manera en la que él te mira no deja lugar a dudas que te quiere aún, y vaya que te quiere. Quizás este reencuentro no sea solamente una casualidad y la vida les esté obsequiando una segunda oportunidad de amarse, esta vez sin falsas suposiciones sobre el otro.
—Pero...
—Pero nada amiga... Ya cometí el error en el pasado de no lograr convencer a esa cabeza terca que tienes, que Mateo siempre estuvo enamorado de ti. Siempre te negaste a creer que fuese así y yo nunca logré convencerte de lo contrario pero esta vez debes saber que, él si te quería, siempre lo hizo... Y por lamentable que sea, creo que él tampoco sabe que siempre lo quisiste, pero ya es hora de que lo sepa. ¿Por qué salieron tan cabeza dura ambos?