«Y he llegado a la conclusión de que, si las cicatrices enseñan, las caricias también». –
Mario Benedetti.
Santa Fe, Ciudad de México, México.
Trazó pisadas suaves y sigilosas para no despertar a su chico.
Paso a paso, recorrió con presteza toda la estancia, rememorando con cada pisada, los recuerdos que había construido albergados dentro de esas paredes.
El exquisito piso flotante amortiguó cada paso de sus pies descalzos, proveyéndole la sensación de flotar sobre nubes de algodón.
Las terminaciones elegantes y llenas de buen gusto decorativo otorgaban belleza visual de lado a lado en todo el piso.
No obstante, ni todo el lujo que la rodeaba ni todas las comodidades al alcance de sus dedos, le proveía esa calidez de hogar que había recibido en Mazunte.
Lo único que le entregaba real agrado a su hogar, era Mateo. Llevaban tan solo algunas horas desde que habían llegado la noche anterior, pero la sola presencia de él había llenado de luz y calma todo cuánto la rodeaba, exiliando la soledad que había estado presente en ella durante tanto tiempo.
Cómo si lo hubiese llamado con su mente, sintió su presencia acercarse con cautela mucho antes de que la alcanzara.
Finalmente, las suaves pisadas de él concluyeron y sus brazos la rodearon con afecto.
—¿Qué haces, amor? —enterró los dedos en la sedosa cabellera de ella, acariciando cada hebra.
—Pensaba... Solo pensaba en lo distinto que se siente este lugar ahora que tú estás conmigo, amor. Este hogar recobró vida y calor humano gracias a ti. —Ella elevó sus pestañas buscándolo con la mirada.
Se sintió atrapada bajo la arrolladora mirada aguileña que la atrapó sin remedio.
Sin necesidad de palabras y en cómplice armonía, buscaron sus labios para disfrutarlos sin prisas y con calma.
Ella, suspiró quedamente contra los labios demandantes de su chico que no le dieron tregua.
Él saboreó cada centímetro de su boca, anclando sus firmes manos en la delicada curva de sus caderas.
Todo cuánto les rodeaba se esfumó, superando las barreras del tiempo y el espacio, perdiéndose en ellos como si nada más existiera.
—Gracias por venir pronto, Sofía.
Charlotte cerró la puerta tras su asistente y la guió a la sala de estar.
Mateo se les unió enseguida, tomando asiento junto a su chica.
En cuestión de minutos, Sofía les puso al tanto con lujo de detalles de todo lo que había escuchado y observado acerca del encuentro clandestino entre Regina y Pedro.
También les entregó los pormenores de lo que había investigado con respecto a este último, acordando vigilarlo como un halcón en la compañía.
Nadie excepto Sofía, sabía acerca del retorno temprano de Charlotte y así preferían mantenerlo.
Mientras Sofía indagaba dentro de la compañía, ellos lo harían por fuera, abarcando la mayor cantidad de aristas posibles.
Debían ser discretos y eficientes, si deseaban descubrir los planes de Regina y combatirlos. Tenían a favor que ya la tenían vigilada y en escrutinio.
Ahora todo dependía de qué tanto acceso lograban conseguir a ella y sus fraudulentos planes y para eso, el testimonio o confesión que pudieran sacarle a Pedro era imprescindible.
¡Hola amores!
Antes que todo gracias por obsequiarme su tiempo de lectura y cariño.
Espero de corazón hayan disfrutado de este episodio, que ha sido creado con igual cariño que los anteriores 😍.
Estamos llegando a la recta final y estamos solo a unos cuantos capítulos para finalizar. Si disfrutan la lectura, porfis presionen la Estrellita y déjenme llegar su cariño en los comentarios, estaré encantada de responder todas y cada una de sus retroalimentaciones 🥰🥰.
¡Nos vemos pronto!
Bel💋