Un rayo de esperanza

19. Cáncer

Después de la reconciliación, los padres de Mónica decidieron irse a vivir con nosotros. No lo habrían podido hacer en un mejor momento.

En febrero de 2002 fui a acompañar a Mónica a una revisión médica rutinaria. Acabábamos de celebrar el cumpleaños de Manuel, que hacía poco había cumplido 20 años. Mi hijo se había hecho un hombre.

Regresando al tema, acompañé a Mónica a su revisión médica. Todo parecía estar bien, pero de pronto detectaron algo anormal en su útero. Después de unos exámenes más rigurosos, llegó el dictamen final: cáncer de cuello uterino. Mónica se echó a llorar desesperanzada:

–Me voy a morir, Tyler–lloraba sin consuelo.

–No digas eso, amor–intentaba animarla–. Eres una mujer fuerte, y aún eres joven. Lograrás superarlo.

–No sé...–Mónica no se dejaba convencer.

–Vamos, Mónica. Encuentra algo que te motive.

–Tu amor, Tyler. Sólo vivo para amarte–me miró a los ojos y me besó los labios.

–Bien. Entonces usa eso para salir adelante. Verás que aún te queda mucho tiempo para amarme–le hice un guiño y acaricié sus mejillas.

Lo había logrado de nuevo. Mónica estaba decidida a tomar el tratamiento.

Decidimos que no se sometería a quimioterapia, sino un proceso más 'natural'. Es decir, tratarla con plantas y productos naturales. Empezaríamos en mayo.

Fueron tres años en los que sufrimos mucho, pero tuvimos valor para salir adelante. Finalmente, en julio de 2005 se nos anunció que Mónica lo había logrado. Mi esposa estaba libre del cáncer.

 



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En el texto hay: esperanza, amor, xenofobia

Editado: 25.08.2019

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