Nikolai
El pasillo exterior de la oficina del CEO estaba vacío, bañado por una luz blanca que no alcanzaba a disimular lo tarde que se había hecho. Afuera, el cielo comenzaba a oscurecer, y dentro todo parecía demasiado limpio, demasiado en orden. Helena no dejaba de hablar entre dientes.
—Estamos aquí por tu culpa —murmuró sin siquiera mirarme—. ¿Tienes idea del desastre que fue la entrevista? ¿Tienes idea de lo que significa que no siguieras el guion?
Rodé los ojos, hundiéndome un poco más en el asiento acolchado.
—No sabía que tenía que seguir pidiéndote permiso para responder con la verdad.
Helena giró el rostro apenas, con una sonrisa tensa.
—Si tu verdad arruina contratos y titulares, sí. Sí, Nikolai, deberías pedirme permiso.
Justo entonces, la secretaria abrió la puerta con una sonrisa ensayada.
—Pueden pasar. El señor Lawrence Hale los está esperando.
Helena me lanzó una última mirada cargada y se levantó sin decir palabra, adelantándose con paso firme. Caminé detrás de ella, las manos en los bolsillos, y entramos juntos a la oficina. Al fondo, Lawrence alzó la vista desde su escritorio. Formal, como siempre, pero con esa expresión que nunca revelaba del todo si estaba a punto de felicitarte o despedirte.
—Gracias por recibirnos —saludó Helena, con una amabilidad repentina que rozaba lo falso.
—Un gusto, como siempre —respondió él. Luego, mirándome—. Nikolai.
—Señor Lawrence —dije, tomando asiento.
Lawrence nos miró a ambos en silencio por un segundo más, sus dedos entrelazados sobre el escritorio, como si estuviera decidiendo por dónde empezar. Helena fue la primera en hablar, faltaba más.
—Yo siempre le dije que tuviera cuidado con lo que decía en público.
Empezó, su tono disfrazado de preocupación, aunque lo conocía lo suficiente para notar la acusación escondida.
—Las entrevistas no son el momento para improvisar. Y esta bueno, fue riesgosa.
Lawrence levantó una mano con suavidad, interrumpiéndola sin perder la compostura.
—La entrevista fue excelente. —se giró hacia mí—. Supiste manejarla con elegancia, Nikolai. Has sido claro, directo y, por sobre todo, humano. Esa autenticidad es lo que conecta con la gente. No todos los artistas conservan eso.
No pude evitar sonreír. Me incliné un poco hacia adelante.
—Gracias, Lawrence.
A mi lado, Helena tenía los labios entreabiertos, como si una respuesta se le hubiera quedado atascada a mitad de camino. Lawrence soltó una pequeña risa, casi irónica, y giró de nuevo hacia ella.
—¿No le gustó la entrevista, Helena? —preguntó, sin suavizar el filo de su voz—. Desde un punto de vista profesional, fue impecable. Los números lo reflejan. La recepción en redes ha sido muy positiva.
Ella parpadeó un par de veces.
—No digo que no haya sido vista. Solo que… considerando el revuelo con Selene Miller y la canción, pudo haber afectado su imagen. Ha generado muchas interpretaciones y eso, con todo lo que ha pasado, podría ser riesgoso.
Lawrence asintió, sin dejar de mirarla.
—Lo pensé también, en su momento. Pero lo cierto es que Nikolai ha sabido manejarlo bien. Y quiero creer que esas decisiones —pausó apenas, sus ojos volviendo a mí— han sido conversadas en equipo, ¿no?
Helena tardó medio segundo en reaccionar. Parpadeó, sorprendida, y asintió levemente.
—Por supuesto —dijo, aunque la rigidez en su mandíbula la delataba.
La miré, fingiendo sorpresa. De esas que se ensayan en los ensayos fotográficos: cejas alzadas, ojos apenas abiertos. Helena sostuvo mi mirada con firmeza. Nada de juegos ahí. Solo ese enojo contenido detrás de la sonrisa que aún se le mantenía pegada al rostro.
Lawrence se apoyó ligeramente en el respaldo de su silla.
—¿Y cómo ha estado la convivencia entre el equipo últimamente?
Iba a responder, incluso abrí la boca, pero Helena fue más rápida.
—Excelente. Los buenos resultados de este último tiempo han sido fruto de las decisiones que tomamos juntos. Especialmente con Constelaciones en Silencio, nuestro último gran exito.
—Es mi canción —corregí, sin subir el tono—. Yo la compuse.
—Claro —replicó Helena, ladeando la cabeza—. Cuando desapareciste sin que nadie supiera dónde estabas.
Lo dijo mirando al CEO, como si quisiera recordarle la “irresponsabilidad”.
Suspiré suavemente.
—Necesitaba descansar.
Lawrence levantó una mano, conciliador.
—Todos necesitamos descansar, Nikolai. Y si en ese descanso lograste componer algo como Constelaciones en Silencio, entonces espero que vengan muchos más descansos —bromeó, con una sonrisa cómplice—. Aunque eso no quita que deberías haber avisado. Podríamos haberlo conversado y haber llegado a un acuerdo.
Asentí con una pequeña sonrisa. Helena, en cambio, apretó la mandíbula, como si cada palabra del CEO le diera un tirón en el orgullo. Lawrence bajó ligeramente la voz, más serio esta vez.
Editado: 30.07.2025