Las vacaciones de verano, debo admitir que es una de las pocas cosas que me saca una sonrisa, normalmente, iríamos a la playa, pero tras la gran pelea que habían tenido mis padres, decidieron, mandarme a un campamento de verano, con su típica frase “Todo estaba bien cariño, solo, necesitamos un tiempo”, mencionaban cada que algo malo ocurría.
Estaba cansándome, de siempre fingir la misma sonrisa y hacer como que nada había pasado. Conforme hacia mi maleta, note como mi madre, me veía desde el marco de la puerta y conociendo muy, pero Muy bien lo que estaba a punto decir, me gire, para mirarla y sonriendo, de la mejor manera la abrace.
-Estaré bien. Y sí, ya llevo todo, lo que estaba en la lista, no tienes por qué preocuparte. – dije, notando como se relajaba y se separaba un poco de mí.
- Cariño, yo …
- Esta bien, no tienes por qué darme alguna explicación además ve el lado bueno, te libraste de pasar todo el verano viendo maratones de películas y series. – mencione, sacándole una sonrisa. – Además, conoceré a gente nueva y quien sabe, tal vez regrese siendo una nueva persona.
- Eso, espero. – me dijo, dándome un último abrazo y ayudándome a cerrar mi maleta.
Al tener todo listo, mamá y yo bajamos las escaleras, mientras ella me sermoneaba, de que no se me ocurriera hacer alguna locura e incluso, que no saliera con mis tonterías y por último me dio un sermón un tanto inquietante, de usar protección en todo momento, literal, en todo momento.
Sin saber cómo responder a eso, le di un beso en la mejilla, alejándome de ella y caminando hasta papá, que me esperaba en el carro, mientras hablaba con alguien, a penas me vio colgó la llamada y me dirigió una de sus típicas sonrisas, de no pasa nada, todo está bien.
Entrando al auto, se puso en marcha hasta llegar al lugar en donde se suponía estaría el camión, en cambio, solo se encontraban chicos de mi edad, acompañados por sus padres, quienes seguían dudando en si era buena idea dejarlos ir a un campamento, por todo el verano.
Papá freno el carro y se giró a mirarme, dándome una sonrisa un tanto dudosa.
Oh, no, otra platica incomoda, no por favor. Dios te lo ruego, prometo que no hare nada indebido en el campamento, pero sálvame, te lo pido.
Pero al parecer, estaba muy ocupado, para escuchar mi petición, porque papá comenzó a hablar.
-Cariño, no estoy muy seguro, pero, tenemos que hablar de algo. Se que estas en esta edad, en donde, como decirlo, te gusta experimentar, pero…
- Mamá, ya me explico papá, pero igual gracias por intentarlo. – dije, haciendo que regresara el color a sus mejillas.
- En ese caso, necesito, guardes muy bien esto. – me paso una bolsa, mirando su interior me sonroje un poco. – Y no es broma, quiero que los uses. No quiero decir, que los tengas que usar, pero en caso, de que…
- Comprendo. – metí la bolsa llena de condones, a mi mochila y salí del auto. Bajando mi maleta, camine al autobús que acababa de llegar.
No tarde tanto en entrar al autobús y sentarme en uno de los asientos de en medio, sacando mi teléfono de mi mochila y poniéndome mis audífonos empecé a escuchar música, mientras esperaba que el autobús se llenare, de adolescentes desenfrenados.
Sin darle importancia, me concentre en la letra de la canción. Pasados vente minutos, el autobús comenzó a moverse, mirando par la ventana, observe como los padres se despedían de sus hijos e instintivamente busque al mío. Pero el ya no estaba, por lo que una mueca de tristeza apareció, por un segundo en mis labios.
Cuando de repente frenamos sin previo aviso, provocando, que los chicos comenzaran a gritar, algo que no comprendía. Cuando, las puertas se abrieron y por ella entraba un chico, al que le algunos chicos, comenzaron a decirle un par de cosas. Al parecer era su amigo. Porque intento llegar hasta ellos, pero una de las encargadas lo freno y lo sentó a mi lado. Y fue entonces la primera vez que levanté la mirada y lo vi.
Era alto, eso se notaba, tenia ojos cafés y el cabello café oscuro y lo llevaba completamente desarreglado. Se notaba que acababa de despertar. Sin mirarlo, por más tiempo, levante la mirada a la encargada y le regale una sonrisa simpática, dándole a entender, que no me molestaba, que el estuviera a mi lado y si me molestaba lo mas seguro era que no le daría importancia.
Y así fue como ella regreso a su lugar y el autobús volvió a ponerse en movimiento, durante el camino, no me digne a dirigirle la palabra e incluso la mirada. Simplemente escuchaba mi música y miraba el paisaje por la ventana. Llevábamos dos horas de camino, cuando el paisaje se volvió el mismo y aburrida, saque uno de los libros que había empacado.
Teniendo mucho cuidado, de no sacar la bolsa, que mi padre gentilmente me había brindado lo saque. “Si No Despierto” ese era el título. Sonriendo, lo abrí y comencé a leer la primera página, llevaba alrededor de veinte, paginas, cuando, una mano se interpuso a la mía, al momento en que cambiaba la página.
Girando a ver a mi acompañante, me quite uno de los audífonos.
-Aun no termino. – fue lo que dijo, al notar que lo miraba.
Ni siquiera, pude pronunciar palabra alguna, me quedé embobada en su voz y en la mirada, que me dirigió. Y fue entonces que volvió a hablar.
-Listo, puedes darle vuelta. – y así lo hice, continuamos leyendo, hasta el punto en que yo me quedé dormida.
No sabía cuánto había pasado, solo que me empezaba a doler el cuello, cuando intente acomodarme, escuche como alguien reía a mi lado, abriendo los ojos lentamente, me di cuenta, de que estaba apoyada en el chico, casi al instante me separe de él, quien tenía una sonrisa y mi libro en su mano.
- Por un segundo pensé, que tendría, que llevarte en brazos.
- ¿Qué? – dije, con la voz adormilada y mirada confundida.
- Vamos, que somos los últimos en bajar. – menciono y fue cuando caí en cuenta que el camión estaba solo.
#18743 en Novela romántica
#3341 en Chick lit
amor, amor imposible, odio dolor mentiras repudio hipocresia
Editado: 12.06.2022