-Leah-
Luego de ese día tan agitado al fin pude tener un regreso tranquilo hasta mi casa.
—¡Mamá ya llegué! –grite mientras colgaba mis llaves y me cambiaba mis zapatos por unas pantuflas— ¿En dónde estás?
—¡En la cocina! —me respondió mi mamá
Mientras iba caminando hacia la cocina empecé a hacer una lista mental de lo que hice en el día: el autobús me dejo, un idiota me acoso en la calle, conocí a mi “casualidad” del cual me enteraría de su nombre hasta llegar a la escuela, en donde también me enteré de que tenía una melliza con un nombre casi igual al de él y bueno, conocí a Max un tipo bastante agradable a la vista, pero en el momento en el que abre la boca para decir una de sus “bromas” pierde todo el encanto.
—Hola, ma’ –la saludé mientras le daba un beso en la frente, mi mamá era más baja que yo por alrededor de 10 centímetros, yo no era la persona más alta, pero se podría decir que me defendía en cuanto a mi estatura.
—Hola, ¿Cómo te fue?
—Bien, los tres chicos a los que conocí son bastante “diferentes” a los que sueles ver por ahí – le dije con una sonrisa burlona
— ¿Ah sí? ¿Y eso? –me pregunto mi mamá, curiosa
—Bueno, los tres son bastantes atractivos, por la ropa que llevaban me atrevería a decir que vienen de una familia de dinero, pero son bastante simpáticos o al menos los mellizos –comenté recordando a Max el cual irradiaba antipatía por cualquier persona que respiraba a su alrededor
—¿Mellizos? Eso es interesante, pero entonces ¿Qué hay del otro chico?
—Bueno, sabes que no soy de las personas que juzga a las personas sin conocerlas, pero hay algo bastante raro con él o tal vez simplemente no le caigo bien –le dije y comenzaba a creer que a lo mejor podía ser eso, pues al fin y al cabo yo había llegado tarde a la reunión con ellos, la cual sería una razón justa para que yo no le agradará
—Sabes que es casi imposible que no le agrades a alguien, eres amable, carismática e inteligente —mencionó mi mamá con una sonrisa— pero aunque no le agradaras, recuerda que solo hay una opinión sobre ti que importa, y ¿esa es?
—La mía —le respondí a mi mamá con una sonrisa sincera
—Perfecto, ahora aclarado eso, ve a lavarte, la comida esta casi lista
—Claro —le dije mientras subía a mi cuarto.
Luego de comer, mientras estaba en mi cuarto terminando mi tarea de un momento a otro, no supe como paso, pero me quedé dormida
—¡Mamá! – grite con todas mis fuerzas al ver como la tenían contra la pared – ¡Basta!
Mis gritos solo sirven para que ellos me encuentren y luego me saquen de donde estoy escondida. Por más que pataleo y grito ellos no me sueltan
—Miren a quien tenemos aquí – dice uno de ellos mientras me llevan a donde están los demás
—Pero si es la pequeña valiente del parque – mencionan mientras se acerca más y más a mi
—Déjenme – sigo moviéndome, pero es inútil, son el doble de altos que yo y deben pesar mucho más
—Oh vamos, solo queremos jugar contigo, ¿tú no quieres? – me dice mientras me quita un pequeño mechón de la cara
—¡NO! ¡Déjenos en paz! ¡Mamá! – sigo gritando, pero se vuelve inútil pues él comienza a subirme de a poco mi playera mientras mi mamá grita desconsolada tirada en el piso pues esta tan golpeada que no puede pararse
Hasta que de repente oímos algunas sirenas y comienzo tener un poco de esperanza en que tal vez este no es el final. Al oírlas ellos comienzan a correr, escapando. Yo me apresuró con mi mamá a abrazarla y esperar que la ambulancia llegue a darle primeros auxilios. Pero al voltear lo veo a él, parado sin hacer nada…
—¡Ah! – despierto con la respiración agitada a punto de un ataque de ansiedad, creí que ya había pasado la etapa de las pesadillas pero al parecer no, lo cual hace que comience a llorar en voz baja porque al parecer es de madrugada y no quiero despertar a mi mamá.
Hacía mucho tiempo que las pesadillas habían desaparecido, no tengo idea de porque volvieron tan de repente. El incidente de mis pesadillas me ha atormentado tanto tiempo que cada vez que lo recuerdo me agoto como si volviera a pasar.
Intento volver a dormir, pero no lo consigo por lo que decido tomar una ducha fría para que mis músculos de destensen y mi cuerpo deje de doler.
Salgo de la ducha y me preparo para la escuela a pesar de ser bastante temprano, al terminar voy por una manzana y le dejo una nota a mi mamá de que salí más temprano porque tenía que hacer unas cosas, aunque la verdad es que prefiero que no me vea con las enormes ojeras que tengo por no haber dormido bien.
Al llegar a la escuela me encuentro con Max, lo cual me resulta un tanto raro pues debe faltar al menos 1 hora para que las clases comiencen, lo más seguro es que solo estemos nosotros y el conserje, por lo que me acerco a él y le toco el hombro
—Hola, buenos días – lo saludo con la mejor sonrisa que puedo sacar luego de la terrible noche
—¿Hola? – me responde Max con una cara de confusión que no sé cómo interpretar