Un Ser Macabro

Prólogo:

   --¿Ese no es...?

   --¡Sí, es él!

   --¡El que apareció en las noticias!

   --¿Estás seguro? Para mí no lo es ¡Digo! El tipo estaba...

   --¡Te digo que lo es!

   --¡Y yo te digo que no lo es!

   --¡¿Salió de su tumba o qué, hombre?! ¡Es más! ¿Por qué visitaría su propia tumba?

   --Quizás alguien le ayudó a fingir su muerte

   --¿Quién le ayudaría? El pobre no sabía socializar, no tenía ni un amigo en el mundo ¡Además de que estaba loco!

   --Muchos estamos locos ¡Algún otro loco podría haberle ayudado!

   --Ves demasiadas series de criminalística, pero no por eso sabes del tema

   --¡Que es él!

   --¡Que no!

   Pasó junto a la pareja chimentera, con la mirada en alto y sin mirarles, sintiendo las espinas del ramo de rosas, clavarse en su mano, como las palabras del par taladrarle los oidos.

   Siguió caminando por el sendero, se cruzó con más personas, algunos le reconocieron, otros ni de cerca, sus favoritos eran los que hicieron como si él no estuviera.

   Dobló aquí y allá, caminó otro trecho, y después de un rato, al fin llegó al lugar.

   En un rincón oculto, entre los mausoleos y criptas familiares, antiguas y abandonadas, allí estaba la tumba que buscaba.

   Sin placa ni adorno, ni siquiera numeración, solo tierra removida con un ataúd debajo.

   Agotado, él se sentó a los pies de la tierra, aún sobre el sendero de piedra y cemento.

   No había expresión alguna en su rostro, alegría, tristeza, odio, furia, ningún sentimiento salía a la luz.

   Sus ojos, eran otra historia, había una tormenta de los mil demonios revoloteando en sus iris.

   Separó sus labios, abrió su boca, pero palabras no salieron.

   Hizo una mueca de furia y mucho más, cerró con fuerza sus ojos, y su rostro volvió a relajarse, de nuevo sin expresión alguna.

   Extendió su mano izquierda hacía la tierra, y dejó el ramo de rosas, que tanto había atormentado a su carne.

   Lentamente, se levantó, acomodó su abrigo, quitándose el polvo de encima, su mano llena de heridas y su alma hecha un caos, volvió al sendero de piedra y cemento, rumbo a la salida del cementerio.




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