Kate.
–Oye, Pecosita. ¿Ya te has dormido? –me susurró Jin al oído, haciéndome abrir un poco los ojos.
Lo vi borroso frente a mí, así que parpadeé un poco, para enfocarlo mejor, recordando que me había quedado dormitando en el sofá, luego de lo que fue una deliciosa cena hecha entre los dos.
–Me estaba quedando dormida –lo corregí, estirándome un poco –. ¿Ya se acabó la fiesta?
–Así es. Ya todos se fueron a sus habitaciones o sus casas.
–Ah, qué bueno –susurré, cerrando los ojos de nuevo.
–¡No te duermas! Debo llevarte a casa.
–No quiero, me quedaré sola.
–¿Ah?
–Papá fue a Busan a cerrar un negocio, regresa mañana en la tarde.
–Oh, no sabía –murmuró apenado, rascando un lado de su cabeza –. Entonces, ¿te gustaría quedarte a dormir?
–Sí, prometo que seré buena.
–Veremos si lo cumples –rio, jalándome del brazo, pero negué e hice un puchero.
–Cárgame –pedí, estirando ambos brazos.
–¿Hablas en serio?
–Sí.
Jin rodó los ojos, aceptando de mala gana mi solicitud, cargándome como a una princesa. Rodeé su cuello con ambos brazos, feliz de la vida mientras me acurrucaba un poco más. Leí y vi muchas veces esta escena en libros, películas y series, y puedo decir ahora que la realidad supera muchísimo a la fantasía. Caminó hacia su habitación, lugar al que entramos con facilidad porque la puerta estaba abierta, cerrándola con una patada trasera. Finalmente, me dejó en la cama, sacudiendo los brazos mientras iba a su armario.
–Sí que eres un poco pesada, Turner –se quejó.
–Cállate, soy de peso ligero –lo contradije, sentándome en uno de los lados de la cama.
–Sí, ligeramente pesada.
–Eso no es cierto, además, eres un hombre, se supone que los hombres aguantan cierta cantidad de peso sin quejarse –me quejé, picando su estómago un par de veces, cuando lo tuve frente a mí.
Se comenzó a reír, supongo que por las cosquillas que mis dedos hacían en su estómago, hasta que me tomó de las muñecas, deteniendo mi ataque de cosquillas.
–Y se supone que las chicas deberían ser de peso ligero.
–Esos son estereotipos tontos.
–Lo mismo digo –se defendió, soltándome y señalando la ropa que había dejado a mi lado –. Puedes usar eso para dormir, te quedará un poco grande, pero estarás más cómoda.
–Gracias.
–De nada. Iré a cambiarme al baño, avísame cuando hayas terminado para salir –pidió, dirigiéndose hacia allá, encerrándose en el baño.
Suspiré un poco, tomando el pijama con dibujos de RJ en ella. En mis planes no estaba quedarme a dormir en el mismo cuarto que Jin, sin embargo, no vine con ninguna clase de plan para disfrutar de nuestros últimos momentos juntos, así que me dejaré llevar. La primera vez que me quedé aquí, si dormí en su habitación, sólo que él se fue a dormir con alguno de los chicos, para no incomodarme. Me preguntó si esta vez hará lo mismo, pero mientras lo pienso, voy desvistiéndome, cambiándome rápido para que no esté encerrado tanto tiempo.
–Ya acabé –anuncié en voz alta, doblando mi ropa, para dejarla en la mesita de noche cercana.
Mientras me hacia una trenza en el cabello, vi a Jin salir del baño con mucha cautela, como si no quisiera ver de más o algo así, lo que me hizo mirarlo confundida de su comportamiento.
–¿Qué haces? –pregunté, llamando su atención.
–Asegurándome de que si te hayas cambiado.
–¡Oye! ¿Crees que te dejaría verme así nada más? –lo cuestioné, cruzando mis brazos a la altura de mi pecho, sintiéndome avergonzada.
–No, pero hoy fue un día de muchas sorpresas, ya no sé qué esperar –se disculpó, sonriendo apenado.
–Puedes estar tranquilo, eso no pasará el día de hoy.
–De acuerdo. Descansa tranquila, iré a dormir con alguno de los chicos –se despidió, pero me levanté y lo tomé de la mano, deteniéndolo de irse –. ¿Qué?
–No te vayas, quédate a dormir conmigo hoy –perdí, a lo que me miró sorprendido.
–Eh, yo…
–No quiero hacerte sentir incómodo, yo sólo… quería saber cómo es dormir a tu lado.
“Porque no voy a tener otra oportunidad” pensé, sintiéndome avergonzada de mi rápida petición. Jin no decía nada, pareció pensarlo, y cuando creí que se negaría, tomó un lado de mi rostro, alzándolo un poco para darme un beso en la frente, dejándome en shock.
–Puede ser nuestro momento romántico y cursi del día, considerando que en todo el día no te di uno, por vergüenza con los demás –murmuró, sonriendo cálidamente.
No dije nada, lo llevé de la mano a la cama, invitándolo a acostarse a mi lado. Cuando se instaló en su puesto, abrió los brazos en una clara invitación que no dude en aceptar. Como pude, rodeé mis brazos en su cintura, pasé una de mis piernas encima de las suyas, acurrucando mi cabeza en su pecho. Él pasó un brazo a un lado de mi cuello, la otra rodeó parte de mi cintura, descasando su palma en mi espalda. De seguro nos veíamos raros, más yo que de seguro me veía como un koala, pero quiero estar cerca de él.