Kate.
Han pasado tres semanas desde que me fui de Seúl, con el propósito de mantener a salvo a mi familia y amigos, quedándome en Alicante. A pesar de la belleza de la playa, la calidez de sus habitantes y la confortable cabaña donde me estoy hospedando, me siento triste, sola y avergonzada. Sé que la manera en la que me fui no fue la correcta, que huir por presiones de otros no era la solución definitiva y que, si fuera más valiente y menos estúpida, las cosas serían de un modo bastante diferente, no sé si para bien o mal, pero no estaría aquí llorando por las decisiones que tomé.
Me arrepiento de manera muy profunda de las acciones que cometí, de las decisiones precipitadas que tomé y el silencio que me obligue a tener con tal de mantener a salvo a los míos, pensando que era la mejor opción, que así todo se resolvería, pero, ¿qué se resolvió? Ellos siguen haciendo de las suyas, les quitaran su patrimonio a los señores Kim, no habrá ningún cambio, al menos para ellos, y eso es lo que me hace querer regresar el tiempo y realizar diferentes acciones que hagan que ellos paguen por su ambición y egoísmo.
Sé que dije que regresaría a vengarme de ese maldito, porque para mala suerte suya, ha sacado a relucir de mi esa parte de mí que suele ser un poco intensa a la hora de cobrarme un mal trato, pero tengo un problema: Ellos saben dónde estoy. Para mi mala suerte, el tipo que estaba fastidiándome sabe dónde estoy, del mismo modo que sabría si regreso, porque dijo que estaría rastreándome de vez en cuando, para asegurarse que me quedaría aquí. Me he encerrado aquí, no puedo huir, regresar o escapar, lo que hace que mi humor y ganas de venganza sean bastante intensos e irritables, lo que me hace querer llorar de la frustración.
Algo que también me hace llorar, es lo que Jin pueda llegar a pensar de mi manera de actuar. De seguro esta con muchas dudas, resentido y dolido, y si hay algo que en definitiva me mataría, es que él me odie por dejarlo como si nada, con una sosa carta que no dice ni siquiera una cuarta parte de mis sentimientos. Toleraría y aceptaría muchas cosas, menos que Jin me odie, pero dadas las circunstancias, parece la opción más obvia.
–Katie, te ves muy deprimida –señaló mi tía Magdalena, la dueña de las cabañas, hermana de mi madre.
–Sólo pienso en los muchos errores que cometí en un tiempo tan corto –expresé en un suspiro, acurrucándome más en mis brazos cruzados y recargados de la mesa.
–Katie, errar es de humanos, tomaste decisiones basadas en tu situación, y ahora que estas alejada de todas esas presiones, es natural que veas las múltiples opciones que te rodeaban.
–Pero, ¿por qué ahora y no antes?
–Eso pasa cuando somos muy impulsivos para tomar decisiones –me respondió, acariciando con ternura mi cabello –. Tu madre era igual en su juventud, pero de a poco, aprendió a pensar un poco más las futuras consecuencias y tomar mejores decisiones.
–Desearía que ella estuviera aquí para guiarme.
–Siempre está contigo, eres más parecida a ella de lo que imaginas.
Ante esa declaración, giré a mirarla, para asegurarme de que lo que dijo era real. Mamá y Magdalena fueron muy unidas, siempre al pendiente una de la otra. Asistieron a los eventos más importantes como bodas, bautizos, nacimientos, cumpleaños y algunas graduaciones. Ella es una tía muy dulce y amorosa, el mejor recuerdo que tengo de mi madre.
Cuando estaba pensando en algún lugar para esconderme, este lugar fue mi primera opción, había alguien que conocía y no dudaría en acogerme y protegerme, aunque eso haya hecho que le mintiera a mi padre, cuando él llamó preguntando por mí. Fue ella quien me consoló los primeros días, cuando sólo me dedicaba a llorar por el dolor, la traición y vergüenza, quien me hizo levantarme de a poco y reflexionar en mis acciones, buscando una manera de arreglar todo este desastre. No todo ha sido malo, he estado ayudándole en su negocio y pasando tiempo con mis primos, quienes no veía desde hace mucho, casi olvido lo divertidos y agradables que son.
–Gracias por tus palabras, tía.
–No hay de que, y ya que tocamos el tema de tus decisiones, no creo que tu novio llegue a odiarte. Si de verdad te ama, te buscará y hará lo posible por entenderte.
–SeokJin ya no es mi novio –respondí con pesar, recordando que le di vía libre para que siguiera con su vida, aunque no he visto ningún comunicado de la ruptura, sólo que se tomaban vacaciones de tres meses.
–El amor no se acaba tan rápido, chiquilla, ten algo de fe.
–Uhm… –murmuré, no muy convencida de ello, fe es lo que menos tengo ahora –. Iré a caminar a la playa, regresó más tarde –avisé, poniéndome de pie y saliendo de la cabaña.
Escuchar el romper de las olas, sentir la arena cálida ente mis dedos y como la brisa fresca del atardecer golpeaba mi rostro, me hacía sentir un poco mejor. Algunos mechones de mi cabello rozaban mis mejillas de manera continua, a pesar de que lo tenía recogido en dos trenzas que tan amablemente me hizo mi prima. La falda del vestido se movía a voluntad propia, produciendo un cosquilleo en mis piernas que me hacia reír un poco, así que lo tomé, enredándolo entre mis dedos, caminando hasta detenerme en la orilla del mar, observando al sol comenzar a ocultarse en el horizonte.
Cuando pienso en Jin, se me hace un hoyo en el corazón. Lo amó tanto que duele, sueño con volver a su lado, amarlo como se merece, disfrutar del amor que podríamos darnos, tomar su mano y decirle que me disculpe por las decisiones erróneas que tomé, pero no son de esa clase de sueños que puedan cumplirse. ¿Así será el resto de mi vida? ¿Un constante ir y venir de deseos insatisfechos, promesas rotas y un silencio impuesto por el miedo? ¿Cuándo me volví tan conformista con mi vida?