Un toque gélido

Parte 1: Un corazón de hielo. Carta 1

Carta 1

Por Orfa Glash.

Un año después de las largas temporadas de neviscas, por fin, se daba reflejo del verano. A pesar de ser seres con gustos obvios por climas fríos, parecían disfrutar del poder salir y demostrar sus poderes.

Si siempre nevaba era difícil poder disfrutar de tu propia nieve. Los niños corrían en medio de las calles riendo y gritando, cuando se acercaban a un objetivo del bando contrario, creaban con sus manos pequeñas bolas de nieve, apuntaban y tiraban. He de admitir que en más de una ocasión, al apreciar un momento como ese, la envidia posaba en mi alma, deseando de corazón saber que se sentiría palpar la nieve; o, aún mejor, crearla.

Antes de continuar, siendo consciente de ser la primera carta en la recopilación, debo contextualizar un poco al lector. Me encuentro en el reino helado, siendo parte de la mesa real, escuchando y aconsejando, cuando verdaderamente siento el deber, al rey. Sé que para un pueblo siempre le es difícil concebir todos los problemas por los que puede llegar a pasar un gobernador. Les es mas fácil pensar sólo en los lujos que el Rey poseerá, y en la buena vida que seguro pasará mientras en el reino hay hombres, mujeres y niños que pasan una noche bajo un árbol. Yo, que he estado en la mesa del rey y he escuchado cada una de las elecciones que día tras día ha de hacer, puedo decir con certeza que ser un rey requiere sacrificios.

Ahora, puede que me digas que un rey no se encarga sino sólo de subir los impuestos al pueblo. No siempre es casi, y espero entiendan que la mayoría de veces que nuestro rey ha subido los impuestos es en verdad con dolor y sin ninguna otra opción. Pero, también se encarga de otros asuntos, según yo, de mayor importancia.

Con un asunto, que haría tambalear el corazón del Rey, es que comienza esta historia. ''¿Debería, o no, entregar a mi hija? ¿Realmente vale la pena hacerlo?'' .

Y así, mientras todos en el reino disfrutaban el inicio de la nueva temporada, en el castillo se debatía un tema de suma importancia. El ambiente se tornaba con una tensión desesperante, que sólo yo podía percibir. Únicamente yo, sin que nadie supiera, era capaz de sentir exactamente el mismo dolor que se desprendía del alma del rey. Un dolor tan insoportable que me era imposible soltar una palabra sin que mi voz se quebrara. Por tal motivo había preferido guardar silencio en ese debate.

Toda esa horda de sentimientos, había sido iniciada por una sola persona. La dama del pueblo de Rosal. Fue ella quien ocasionó todo el alboroto, al haber puesto el tema en la mesa creando dos bandos en la sala. Y por primera vez vi como, cada uno de los presentes, soltaba por fin, sus  verdaderos sentimientos.

—Señor, no tenemos otra opción.— Dijo Angus, el consejero del rey en el sector de finanzas. --La mayor parte posible de los fondos que estamos recibiendo de los impuestos son destinados a la guerra. No podemos darnos el lujo de perder un solo centro (moneda del reino). —Mientras hablaba daba pequeños golpes en la mesa. Como si con cada uno tratara de darle importancia a sus palabras. En cuanto terminó su idea, todos miramos al rey expectantes. A pesar de ser capaz de percibir sus sentimientos, no podía leer sus pensamientos; y como todos, deseaba entrar en su mente y saber cada uno de sus pensares para ese momento.

Cuando Mical, la dama de Rosal, notó que el rey no tenía intención alguna de hablar, decidió intervenir. —Su majestad, todos debemos tener en cuenta que, esa unión, no sólo sería un beneficio para él y los suyos.— Esas últimas palabras dejaron un sabor de trago amargo en la boca de la mayoría de los que se encontraban presentes. Sentí la repugnancia que pasó por el rey al escuchar eso. Personalmente, sólo sentí asco al pensar que ella era tan familiar a esa persona e incluso era miembro de aquel grupo que ella llamo ''Los suyos''. Ella, como si no hubiera notado la expresión que sus palabras provocaron, solo continuó. —También beneficiará al reino, la unión significa que tendrá a un pueblo más como aliado oficial. Una tierra más del reino.—

—Es una completa estupidez— Dejo escapar Wallis. —Por mi se puede ir a la mierda ese hombre, su majestad, conseguiremos otro que actúe incluso mejor que él.—

—El problema.— Por fin decidió intervenir el rey. —No es si él se queda o no. Sino todo lo que este reino le debe a ese hombre. Estamos en una deuda con él.—

—Simplemente denle una tierra dentro del reino, siervos, ganado, títulos honorables a ''los suyos''— Continuo Wallis mientras le lanzó una mirada de furia a Mical. —Incluso presenten a sus hijas a la sociedad (Para que alguna joven soltera pudiera tener oportunidad de desposarse con un hombre de dinero, era necesario presentarlas en la sociedad, en una ceremonia anual, para que estos pudiesen conocerlas.) Si  es cierto lo que afirmó en su carta de que ''no quiero morir y dejar a mi pueblo a la deriva'' entonces, eso será suficiente.— En la sala se produjo un silencio. Todos nos mirábamos entre si. Pasando la mirada entre nosotros, el Rey  y Mical; buscando un momento en que alguno de los dos soltara una expresión que delatara sus pensamientos.



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En el texto hay: reyes, reinos, guerra y amor

Editado: 02.09.2018

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