Jaula de oro

—Coño. No hay nada como besar esos labios. Tan suaves, tan ricos. Y como marca personal: una mordidita en ese labio inferior. Oh, joder… mi primer beso. Briana enloquecerá cuando le cuente.

Pero antes de poder escapar, el frío metal en mi cabeza me trajo de regreso a la realidad.

—¿Tú… cómo te…?

—¿Cómo me atrevo a besarte? —repliqué con una media sonrisa, sin apartar la mirada—. Sai bene che ti desidero… aspetta… per me.

"Sabes bien que te deseo… espera por mí."

Este no es el final de este juego.

Un subordinado gritó, histérico:

—Lei non sa come lo chiamano… è il Diavolo!

"¡Ella no sabe cómo lo llaman… es el Diablo!"

Gritó antes de ser atrapado por los hombres de Alejandro y arrastrado hacia el auto.

—Aspettami! Farò un patto col Diavolo… la mia anima per la tua bocca.

"Espérame. Haré un trato con el Diablo… mi alma por tu boca."

No tuve chance de decir algo más. El auto arrancó a una velocidad absurda. Las quejas de Alejandro apenas eran ruido de fondo. Era como si el tiempo se hubiese detenido. Pero lo vi. A él. Esa mirada que solía helarme la sangre… ahora era fuego puro. Desafiante.

Susurré para mí misma:

—Tú solo espera… aún no has ganado.

El camino hacia esa casa de mierda fue un recorrido silencioso, tenso. Alejandro no habló. Ni me miró. Esperaba gritos, amenazas, insultos. Nada. Solo ese silencio que apretaba el pecho.

Y aun así, con cada minuto que pasaba, más claro lo tenía: me voy a deshacer de ese hijo de puta.

La casa seguía igual. Silenciosa. Las paredes blancas como un hospital maldito, las puertas de un negro carbón que parecía absorber la luz, y los jardines… apagados, tristes, exactamente como los recordaba. Aunque algo había cambiado: más personal, más vigilancia. Parecía impenetrable. Como si temiera que alguien, o algo, viniera por él. Por mí.

Eso solo podía significar problemas. Lo sabía.

—Lo que no te mata, te fortalece. El que a hierro mata, a hierro muere. Cabrón, espera por mí —murmuré mientras bajaba del coche.

“Nadie besa al Diablo y vive para contarlo sin pagar el precio.”

Y yo… estoy dispuesta a pagarlo. Esto no se trata solo de desecharlo. No. Es más que eso. Porque quiero tenerlo. Porque es peligroso, oscuro y maldito… pero también es bueno. No quiero soltarlo. Así que, sí, me va a costar. Lo sé.

Esto no suena a una historia de acoso. Suena a lo que nos gusta sólo a nosotras locura, obsesión,fuego. Pero me da igual. Voy a vivir mi propio dark romance. ¿Entiendes? D-A-R-K. ROMANCE

La imagen de mi madre apareció en mi mente. ver

Su rostro tenso. Frustrada. Asustada. Pero sabía que Alejandro no le haría daño. Ella estaba esperando a su hijo… su único heredero. Raro, ¿no? Ese bastardo no podía tener hijos. Pero de alguna forma lo hizo. ¿Trucos? ¿Artimañas? Tal vez. Las mujeres sabían cómo conseguir lo que querían. Y eso… eso ya no me importaba.

Una notificación en mi celular me sacó del momento. Briana.

—¿Qué demonios estabas pensando? —gritó apenas respondí—. ¡¿Besaste a ese tipo?! Cuéntame todo. ¿Cómo fue? ¿Se te pasó bien? ¿Estás intacta? ¡Dime que no sigues virgen y pura! ¡No seas loca!

Su voz era un chirrido alegre en mi oído. Briana tenía esa capacidad de irritarme y hacerme reír al mismo tiempo. Sentí que iba a explotar.

Pero lo que salió de mí fue risa. Una risa insaciable, casi histérica. No podía parar.

—Tranquila, mujer… por desgracia te falle sigo virgen pero no tan pura—le respondí entre carcajadas—. Esto apenas comienza.

Mi corazón aún latía con fuerza. Su boca seguía tatuada en la mía. Y yo… yo sabía que estaba loca. Pero también sabía una cosa:

No me importaba morir, porque esa obsesión con él se me había metido en la sangre esos labios que te quitaban todo en menos de un según perdi todo la pureza aquí en engaño si lo que más quiero es ahogarme en su piel.

Quiero encerrarlo en una jaula de oro, mirarlo cada noche. Poder tocarlo… pero también desgarrarlo. Porque sé que esto no llevará a nada bueno. Pero ¿a quién le importa?

Total, algún día moriré. Y mientras tanto… voy a incendiarlo todo.