Un Vaquero Enamorado

/7/ Lago

Isabella

Veo mi aspecto en el espejo por séptima vez. 

Así estás bien...Solo vendrá y hablarán por unos minutos. Será mejor que me quite este conjunto, lo verá provocativo. Mejor voy por mi pijama de pantalón... Si es lo mejor no quiero que piense lo que no es. 

Trenzó mi cabello por un lado. ¡¡Rayos!! Estoy muy nerviosa, tomo una respiración profunda y trato de tranquilizarme. 

Esto es normal solo hablaré con él y se marchara, a quién quiero engañar...esto es de todo menos normal. ¿Quién en su sano juicio deja entrar a un hombre en su habitación a altas horas de la noche. Yo soy una gran demente. 

Si mi abuela estuviera viva me diría que me estoy exponiendo a que mi reputación este manchada, por que una señorita decente no se prestaría a esto. Menos mal que no está para ver esto. Si no sería capaz de arrastrar al pobre hasta el altar solo por entrar a mi habitación a altas horas. 

Papá aún no sabe que tengo una "amistad" con un trabajador del rancho vecino, me encantaría comentárselo a papá, pero realmente no sé que opinara aunque mi padre se enojará o simplemente lo ignoraría. Yo soy una mujer mayor que es acta para tomar buenas decisiones respecto con quién me relaciono. 

Veo la hora en el reloj de la mesita de noche y este marcan las once. No pasa nada si lo espero dentro de la cama por lo visto se está tardando un poco. Debí de pedirle su número de celular, para así preguntarle a qué hora el vendría. Llevo mi mano derecha a mi boca para así tapar un bostezo...cerraré los ojos solo un momento. 

** 

Estuve esperando a Drew parte de la noche y él simplemente no llegó, no sé qué pudo haber pasado para que no pudiera presentarse. 

Bajo al comedor, padre ya está tomando su desayuno como es costumbre. Sonrió hacia él. No tiene la culpa que este de mal humor por qué cierto vaquero faltó a la cita. Beso su mejilla, ama que haga esto siempre. 

—Buenos días papá. ¿Como amaneciste? 

—Muy bien hija. Mañana viene el contratista para que haga la remodelación de tu baño. 

— Y del tuyo padre, aprovecharemos la visita de baño para que puedas darte un pequeño capricho. 

— ¿Tendré que mudarme de habitación?—asiento con una gran sonrisa.— Bueno elegiré una habitación que este en la planta baja así será más sencillo. —Me encojo de hombros.—¿Ya decidiste como llamar a tu yegua?  

—No. Bueno si. Que te parece ¿Condesa?  

—Si a ti te gusta, es perfecto. 

Terminó de tomar asiento y a desayunar. Estoy un poco molesta por la falta de palabra de Drew. 

**** 


Arrojó otra pequeña piedra al agua. Llevo haciendo esta acción varias veces por más de una hora. 

Me pongo en pie y procedo a quitarme la ropa, las botas. Sabía que venía al lago a nadar por eso traje unas prendas que son muy fácil de quitar, camino hacia la orilla, jadeo al sentir el contacto del agua con mi cuerpo solo me detengo hasta que el agua llega hasta mi cintura. 

Nado alrededor de una media hora hasta que a mis pensamientos nuevamente se cuela Drew. Hace una semana fue la última vez que lo vi, me dijo que iría a visitarme a mi habitación por la noche pero simplemente no llegó, de eso hace mucho tiempo. Al tercer día sin saber de él fui al rancho vecino pero Román solo fue capaz de decirme que no estaba y tuvo que salir de emergencia. 

Sigo nadando un rato más hasta que mis brazos se cansan por el ejercicio. 

Tomó las dos prendas de ropa y procedo a vestirme, necesito buscar algo en que ocupar mi tiempo. Debí de tomar un curso de veterinaria o de administración y así por lo menos ayudar a mi padre con las cuentas, por lo menos puedo llevar las de la casa de todo lo que se necesita; el pago de los empleados de esta y otras cosas que se necesitan. 

Pensando en ello tenemos que hacer una remodelación a la cocina. Papá ha sido muy flojo al no darle un mantenimiento al área más importante de la casa. 

Mañana iré a seleccionar el color de pintura que deseo en mi habitación. 

Cuando termino de ponerme las botas camino hacia Condesa. 

—Muy buen espectáculo. 

—¡¡Aahh!!!—grito como una loca. 

—No pensé que tendría una bienvenida de este calibre. Yo solo venía a refrescarme un rato.— me paralizó al escuchar esa voz. Suelto el aire que no sabía que no sabía que contenía. 

—¿Qué haces aquí?—pregunto. 

—Ya te dije venía a refrescarme.— dice con un poco de humor en la voz. ¿solo eso dirá? Lo ignoro y camino hacía mi Condesa. 

—La reina se molestó. 

—No Llegaste.— le reclamó. 

Observo como se lleva una mano a la cabeza. 

—Te espere... Tres noches.—Confieso muy bajito. 

—Salí con el patrón, por unos días.—asiento.—te traje un regaló. 

Lo sigo viendo pero no me muevo ni un centímetro. 

—No es una gargantilla de oro blanco o un anillo de diamantes. — dice mientras me ofrece una bolsita, la tomo y la abro. Es una ancla de madera. 

—Una señora de nacionalidad mexicana la estaba elaborando en el rancho donde fui.— asiento mientras paso las yemas de mis dedos por el borde del dije. Le doy la vuelta y atrás está grabado mi nombre; Isabella. 

—Es precioso.— expreso.—Nunca nadie que no fuera de mi familia me regaló algo.— levanto la vista y Sonrió.— Muchas gracias por el obsequio y por acordarte de mí. 

Estoy muy emocionada y no mido mis actos y camino los últimos pasos hacia él y lo abrazó. 

—Prometo cuidarlo.— le informo. 

Para muchos será poca cosa. Donde muchos ven algo sin valor, yo veo el trabajo que tuvo otra persona al hacer de un trozo de madera parecer algo tan perfecto... Pero que este vaquero me regalara algo que conlleva mucho trabajo, me gusta. 

Pero me sorprende que con tan poco tiempo de conocernos el decidiera regalarme algo. 

Sonrió y no sé en qué momento la distancia de nuestros rostros se limitó a menos de dos centímetros. Sé lo que sucederá y estoy realmente muy ansiosa por que suceda. Me besará. 

Pero las pisadas de alguien hace que nos separemos y por instinto Drew hace que me posicione tras su espalda. Toma su arma y apunta, hacia donde se escuchan las ramas secas crujir, pero de un momento a otro se de tienen. 

— ¿Quién esta ahí?—Drew pregunta aún apuntando hacia la dirección. Estoy muy nerviosa. Debí de hacerle caso a mi padre de traer unos vaqueros cuando me alejara de las tierras. 
 




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