Un Vaquero Enamorado

/8/ Beso

Mis ojos siguen fijos en el lugar donde se escucharon las pisadas aprieto el dije que aún sigue en mi mano derecha con mucha fuerza. Mi corazón late muy acelerado, mentiría si digo que no tengo miedo. 

Soy consciente que puede ser un simple animal pero también puede ser algún prófugo de la ley. Mi mano izquierda se aferra a la camisa a cuadros azules que viste el día de hoy Drew. Estoy segura que si alguien me viera ahora, estaría de acuerdo de que parezco una lapa pegada a este gran vaquero, estoy temblando un poco pero no permití que mi miedo  me domine. 

—No pasará nada, iré a ver quién anda por ahí. Quédate detrás de ese árbol, volveré en un momento.—¿piensa dejarme aquí sola? 

—No.—respondo rápidamente. observo como se agacha un poco lo justo para sacar de su bota una navaja. 

—Ten por si alguien quiere hacerte daño.— Niego repetidas veces, no es que le tenga miedo a la navaja es solo que no me agrada la idea de lastimar a alguien, aunque sea en defensa propia. 

La pone en mi mano y camina hacia el lugar donde se pueden escuchar pisadas alejándose. Solo espero que no sea nadie peligroso. 


Andrew. 

Conozco esa cabellera rubia. Pero no sé qué diablos hace él aquí. Sigo el camino  que tomo y como lo esperaba estaba montado en su caballo. 

—¿Qué haces aquí?—Me da una gran sonrisa. 

—Solo quería conocer a la persona que invadía tus pensamientos durante el viaje. 

—No es nadie. —respondo a la defensiva. 

—Ahora comprendo por qué estabas tan molesto cuando tuvimos que irnos  por la noche y no en la mañana como lo teníamos previsto. 

—Lo tenía yo, no tú.—gruñó. 

—Tu sabes que eso no es lo mío pero mi madre sugirió que fuese contigo y solo la hice feliz. —Sé que desde hoy él será realmente un maldito grano en el trasero.—Es realmente muy hermosa. 

—No me interesa.—respondo viendo hacia otro lado. 

— ¿Y entonces que diablos andas haciendo? 

—¿A que te refieres? 

—Según he oído has llevado varias cosas a la cabaña que tu padre te regalo hace algunos años atrás. 

Sabía que a este metiche no se perdería nada de lo que hago. Hace un tiempo papá me regaló una cabaña  la cual deje de usar cuando fui a la universidad y cuando volví simplemente no me interesaba ir y papá vio bien que la usará su mano derecha en el rancho. A mi no me molesto. 

Pero con eso que me estoy haciendo pasar por pobre he decido darle un poco más de fuerza a mi pequeña mentira. 

—Bueno es una lástima por qué ella si deseaba que la besaras...Yo lo vi.—dice mientras se encoje de hombros.—¿Y quién es ella? 

—La hija del vecino.— no me pierdo la cara que hace al comprender de quién estamos hablando. 

—¿Es el esperpento?—asiento.— Es realmente hermosa. ¡Ja! Mi tío estará feliz de saber que tienes una relación con la hija de su mejor amigo. 

—Cállate. 

—Sabes que harás lo que más han anhelado ese par de viejos. Unir sus sangres. 

—Calla. 

—Sabes que tengo razón tu padre te emparejaba con todo lo que tiene vagina, el pobre está que muere por ser abuelo. Además el padre del esperpen... — se aclara la garganta.— de tu chica no pudo tener un hijo varón y tú le caes de maravilla. Según me comentó cierta persona estaba preocupado por qué su hija estuviera enamorada de algún chico de California y no fuera capaz de llevar el negocio. 

—Ella no sabe... quién soy. 

—¿Como que no sabe quién eres? 

—No preguntes más... por qué no diré nada. 

Sé que el seguirá insistiendo por saber la historia completa, pero también sé que no le agradará.  

—Es mejor que me marché.—No respondo solo quiero que ponga su caballo en marcha.— Como has dicho que la chica no te interesa, supongo que no hay problema con que sea yo quién vea a nuestra bella vecina. 

—Ni se te ocurra acercarte a ella si no... 

—¿Sino qué, primo?— muerdo mi lengua por qué sé que con siguió lo que el quería. 

Doy la vuelta y regreso por el camino donde esta Isabella. 

—¡Estoy seguro que la cabaña estará lista en unas horas con algunas de tus cosas...ya sabes por si quieres darle un buen uso!—grita a mi espalda. 

—Imbécil.—murmuró muy bajo. 

Tengo que hacer todo lo posible para que mi padre no se entere que me está empezando a gustar la hija de su mejor amigo. De lo contrario ese viejo zorro meterá su mano en esto y terminaré cazado como una frágil presa. 

Sé que él es mi padre pero últimamente está muy obsesionado con un nuevo heredero. 

—Isabella soy Drew.—  le aviso desde una distancia prudencial, no quiero asustarla y que sin querer me clave la navaja.  


Isabella

No lo pienso dos veces y prácticamente me lanzo a sus brazos. 

—Estas bien.— pregunto aún con el corazón latiendo. 

—No corríamos peligró, solo era una persona que me siguió y se sintió tímida cuando te vio a ti aquí. 

—Oh.—Es lo único que puedo decirle. Levanto la vista hasta sus ojos que me ven atentos. 

Se inclina para cerrar la poca distancia que nos separa. Se detiene ha dejado cierta distancia y se muy bien que el quiere que sea yo quién tome la decisión de unirnos en un beso. Siento su aliento caliente contra mis labios y no lo pienso más y lo beso, pero él toma mi labio inferior entre los suyos, lo presiona un poco para luego barrerlo con la punta de su lengua. La mano derecha de él, la enreda en mi cabello. Sus labios son suaves los mueve con calma contra los míos. La mano izquierda se desplaza a mi cintura y me pega más a él y sin duda lo hago con mucho gusto. Cuando nuestras lenguas se tocan siento una fiesta de emociones cruzar por todo mi cuerpo desde felicidad hasta excitación. 

En un momento de valentía muerdo su labio inferior. Escucho un pequeño gemido masculino. Y fue como si tocará un botón de detonación ya que el beso deja de ser dulce, lento. Para no saber quién dirige a quién, este es un beso caliente y húmedo, sigo el ritmo del nuevo beso por unos segundos más hasta que nos separamos por falta de aire. 
 




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