Podía pasar horas mirando sus ojos y nunca me aburriría.
—¡Leila, ven acá! —exclamó Carolina desde el río.
Dentro de mí estaba gritando porque interrumpió el momento más glorioso de mi vida.
—Anda, ve, aprovecha —dijo Paul.
—No me dan ganas —dije.
—Bueno, yo debo dejarte, tenemos que avisar que ya hay que irnos.
—Está bien —dije.
Algo que detestaba es que interrumpieran buenos momentos, pero ya no podía hacer nada. Me puse mi ropa y comencé a ver que ya todos se estaban saliendo, se cambiaron y ahí es donde hicimos la caminata de regreso a las cabañas. Me había divertido tanto y la había pasado tan bien ese día.
El día acabó y comenzó uno nuevo. Me desperté con unas energías positivas, me sentía muy contenta con el viaje y con todo lo que habíamos hecho. Me había levantado un poco tarde, así que no hice mi rutina de correr por la mañana, aunque no fue un problema, un día antes hice una caminata extrema y me sentía cansada y satisfecha con eso.
Me puse unos jeans negros, un crop top negro y una blusa transparente del mismo color, finalmente me puse mis tenis. Me peiné el cabello y me lo dejé suelto, al final quedé lista y salí de la cabaña.
—Hola, Leila —saludó Carolina.
—Hola —saludé con una sonrisa.
—¿Vas al comedor? —preguntó.
—Sí, ya me dio hambre —dije.
—Igual a mí, solo que mis papás se quedaron a dormir más, están cansados por lo de ayer —dijo.
—Sí, igual mis papás, pero yo me desperté ahora y no planeo esperarlos —sonreí.
Caminamos al comedor y Carolina se fue directamente a servirse su comida, yo me quedé sentada porque no quería servirme todavía.
—Hola, Leila —saludó Paul.
—Hola, Paul —saludé con una sonrisa.
—Siempre te levantas temprano —rio.
—La costumbre —reí.
—No, es genial, yo igual estoy acostumbrado a despertarme temprano —dijo.
—Es que desde que comencé a correr, pues me hice más responsable en ese aspecto —dije.
Asintió y se quedó pensativo por unos segundos.
—¿Qué tie...
—¿Tienes planes para esta noche? —preguntó rápidamente.
Quería preguntar qué tenía, pero se me adelantó.
—No, no tengo —dije.
—Haremos una fogata esta noche para que todas las familias convivan, pero ya después nada, quería hablar contigo y caminar un poco por la zona —dijo.
Sentía que estaba nervioso porque comenzaba a balbucear en algunas partes.
—Me parece perfecto, acepto —sonreí.
—Yo estaré en el comedor en la noche, no me gustan mucho las fogatas, pero si quieres te veo ahí o donde quieras —dijo.
Definitivamente estaba nervioso.
—Te veo en el comedor, Paul —sonreí.
—Entonces nos vemos en la noche —dijo.
Se levantó del asiento y se fue.
—Hoy se ve rica la comida —dijo Carolina mientras se sentaba.
—Entonces iré a servirme, ahora vuelvo —dije.
Me levanté y me dirigí a la comida, agarré un plato y me serví, luego me senté con Carolina.
—¿Quién hará la comida? —pregunté.
—Te dije que estaba buena —rio.
—Ya, come —reí.
Las horas pasaron y yo me quedé en la cabaña en todo momento, no habían más actividades ese día, solo la fogata en la noche. Aproveché a dormir un rato y cuando me desperté ya era de noche, me sentía muy contenta porque quería ver a Paul y hablar con él.
Nos preparamos y después salimos de la cabaña.
—Hola, Estela —saludó con emoción la señora Karen, la mamá de Carolina.
La señora Karen es muy explosiva y muy alegre, siempre saludaba con emoción a las personas y es muy cariñosa.
—Hola, Karen —saludó mi mamá con una sonrisa.
La fogata ya estaba prendida y a un lado estaban los malvaviscos, así que agarré unos y los derretí en el fuego, sabían tan deliciosos.
—¿Y Carolina? —pregunté.
—Creo que se fue a la cabaña por algo, no sé, la verdad no me dijo nada —dijo la señora Karen.
Asentí y decidí esperarla.
—Estas vacaciones son geniales —dijo mi mamá.
—La verdad apoyo tu idea, Estela, no me iría de aquí nunca —dijo la señora Karen.
Sinceramente ya me había aburrido el tema de conversación de mi mamá con la señora Karen, así que decidí retirarme, ya que tenía que ir con Paul y eso era lo mejor de la noche.