Hace mucho, muchísimo tiempo existió un pueblo con casas de maderas y calles de piedras, donde vivían felices muchos niños. El cual en el día se lo pasaban con sus padres y en la noche iban a sus dormitorios a jugar con sus pequeños juguetes, excepto Lucas, que era un niño muy diferente a los demás, él lo único que pensaba era algún día poder visitar las estrellas, y en las noches su entretenimiento era durar horas y horas observando el cielo.
-“Te vas a quedar tonto de tanto mirar las estrellas.", - les decían los demás niños al observarlo y sin saber su gran interés.
Pero a Lucas no le afectaba lo que los demás niños les decían, porque su mayor sueño era algún día poder visitar el enorme y hermoso espacio. Y para él jugar con carritos y pelotas era bastante agotador. Y aquellas hermosas y puntiagudas estrellas lo hacían soñar con abrazarlas y comprobar que deseo les permitirían ellas a él a parte de visitarlas.
Pero solamente su amiga Charlotte que era una niña de su misma edad se preocupaba por él, y trataba de que él fuera como los demás niños que apreciara a sus juguetes, y a no tener ese gran interés sobre visitar las estrellas. Lucas que disfrutaba hablando con Charlotte le decía: - "¿No te das cuenta lo hermosas que son las estrellas al anochecer? se ven tan adorables”. -Hasta que una tarde Lucas se encerró en su habitación y se puso a pensar a ver qué podía él hacer para esa noche. Y después de mucho pensar, le llegó una curiosa idea e inventó con un pequeño e increíble cohete, y después que todo estaba listo desapareció de aquel pueblo sin dejar rastro de absolutamente nada.
-“Se ha ido a perseguir todos sus sueños sobre las estrellas. ¿Habrá podido lograr su gran sueño por las estrellas?" - Se preguntó Charlotte y los demás niños.
•Lo cierto que si en las noches, observabas con detenimiento hacia las estrellas. Se podía distinguir una pequeña sombra entre la luz de las brillantes y puntiagudas estrellas, y hay algunos de los niños que decían que se alcanzaba a distinguir unos pequeños pies y unas pequeñas manos. Y también que incluso tenía forma de niño. Pero no todos los podían ver, sólo son aquéllos que eran completamente unos verdaderos soñadores y que tuviesen un interés muy profundo hacia las cosas.