Un viaje infinito

VIII

– son tantos detalles, como si hubieras estado presente antes de tú nacimiento – señaló Karlie

– así me lo contó mi madre, cada vez que ella me hablaba de sus recuerdos podía verlos muy claro porqué la mente y el corazón están muy conectados –

– olvidé que puedes ver el corazón de las personas –

– así es… permíteme seguir relatando –

– sí por favor –

– al despertar en su cama no notó diferencia alguna, no había ninguna agresión en su cuerpo u otra cosa. 
Pasaron unas ocho semanas hasta que ella notó algo diferente en su comportamiento, de la nada tenía antojos de cosas muy dulces, o muy saladas, no le presto atención hasta que comenzó a ver que su vientre crecía cada vez un poco más; se asustó, pensaba que sería alguna deformidad o posiblemente cáncer… Fue a cierta clínica, después de varios exámenes entre ellos uno de sangre el doctor la llamó y le dijo “no tiene porqué preocuparse señorita… disculpe usted señora… va a ser mamá ¡felicidades!”. Sorprendida y entusiasmada por la noticia lloró de la alegría. 
Siete meses después comenzó labor de parto, ella estaba sola en casa dando gritos inmensos del dolor ni siquiera podía moverse para ir a un hospital. Al escuchar los fuertes gritos que daba mi madre entró una vecina quien intentó ayudarla a levantarse e ir a un hospital, pero era tarde estaba a pocos minutos de parir, comenzó el labor de parto allí en la casa. Mi madre vio como la vecina se horrorizaba al ver lo que había nacido de su vientre. Cubierto con una manta me entregó a los brazos de mi madre, a ella no le importaba mi blanquecina piel o mis garras, me amaba por nacer de ella. Unos minutos después mi madre le pidió a la señora que no dijera nada sobre mi, a lo que la señora respondió “también soy madre y entiendo su preocupación, no diré nada” 
Pasaron unos siete años, mi madre aún me veía con el mismo amor de la primera vez. Tenía cabello rojo con pequeños cuernos en ese entonces, siempre usaba alguna sudadera para cubrir mi cabeza. 
Un día llegó un tipo extraño a tocar la puerta de la casa, madre abrió la puerta, enseguida el extraño le dijo “mujer he venido por el niño, ambos sabemos que no te pertenece, ya has visto lo que es”…  “nadie se llevará a mi hijo” – contestó furiosa mientras le cerro la puerta en la cara. 
Nos mudamos a otra ciudad, varios años pasaron, yo siempre salía con mi con mi madre procurando estar lo suficientemente cubierto para no alterar a las personas; una noche todo el vecindario quedo a oscuras, me asuste demasiado, mi madre al verme tan asustado me dijo “no dejes que lo que hay en la oscuridad te atemorice, ahora tú te encuentras dentro de ella y eres un buen niño. Hay personas que están rodeadas de luz y tienen el corazón negro” luego me abrazó y volvieron a encenderse las luces. 
A los once años fue la última vez que vi a mi madre, ella salió al trabajo como un día normal, cayó la noche; tardaba más de lo normal en llegar a casa, así que rompí la única regla que mi madre puso “no salgas de casa solo”. Salí en busca de ella camine por varias horas, desesperado comencé a correr hasta que al pasar en un callejón sentí un impulso como si debería ir allí, fui deprisa y allí estaba ella; la vi muerta en el piso de la manera más despiadada, le habían cortado las manos, desgarrado la piel de medio rostro, degollada. Al verla así me arrodille ante ella para abrazarla ahí pude sentir su último latido de su corazón… Furioso por ello enfurecí dando un grito al cielo, el cielo hizo estruendo entonces apareció un vagabundo diciendo “lo vi todo criatura, le preguntaron por su hijo amenazándola con matarla si no hablaba. Ella se negó entonces ellos comenzaron a golpearla brutalmente, nuevamente le preguntaron sobre su hijo y una vez más no dijo nada, eso fue lo último para ella, la asesinaron como puedes ver criatura ¿Tu eres su hijo verdad?”… – si –le respondí. El continuó hablando “las personas le tienen miedo a lo que no entienden y esto es lo que le hacen, este no es tú mundo no perteneces aquí las personas te harán daño, tú madre murió protegiéndote no dejes que su muerte sea en vano, las personas no merecen vivir mira lo que le hicieron a tu madre. Te puedo enseñar cómo llegar a tú mundo; sólo siente tu energía fluir y concentra  tu fuerza en una de tus garras agítala de arriba abajo como si desgarraras algo, cruzas el portal y listo al otro lado encontraras a los tuyos, no te preocupes por el cuerpo de tu madre yo le daré cristiana sepultura”… Dando un último vistazo a mi madre decidí hacer lo que ese anciano comentó. Una vez cruce el portal dejando el cuerpo de mi madre y al anciano detrás, alguien me esperaba del otro lado “bienvenido Arkanieth soy el rey de los demonios Sabemos lo que has pasado en el mundo terrenal, aquí podrás estar tranquilo, tenemos planes para ti” dijo aquel demonio – quiero acabar con el mundo terrenal de la misma manera que ellos lo hicieron con mi madre esos son mis planes – pronuncie dolido, a lo que el respondió “primero debemos hacerte fuerte, liberar todo tu potencial”. Acepte quedarme ahí. 
Pasaron cientos de años, alguna vez les pregunté al rey de los demonios – ¿por qué me llaman Arkanieth? – A lo que él respondió “significa hijo del mal”. 
Teníamos un plan, abrir un portal lo suficientemente grande y duradero para liberar a todo demonio del bajo astral en el mundo terrenal, para ello una persona del otro lado nos ayudaría sincronizando al mismo tiempo que yo abriera un portal una maquina lo suficientemente grande para soportar mi poder haciendo el portal mil veces más grande y duradero, de esa manera mientras yo mantenía mi fuerza abriendo el portal la maquina haría el portal estable. 
Todo estaba listo hasta que por medio de una puerta entre abierta escuché hablar al rey de los demonios con una sombra dentro de una habitación “se que a pasado tiempo, pero al fin tenemos a Arkanieth su hijo Mi Señor, esta trabajando para nosotros si no matábamos aquella mujer esto habría tomado más tiempo y el jamás hubiera aceptado” dijo el rey. Recordé aquella última noche que vi a mi madre y la manera en la que había sido asesinada, enfurecido por haber sido engañado, teniendo al asesino de mi madre en frente de mi todo este tiempo haciendo que trabaje para él, empuñe mis dos garras tumbe la puerta tome al rey por la cabeza y piernas, lo estire hasta partirlo en dos, enseguida cientos de demonios aparecieron uno detrás de otro intentaban terminar con mi existencia, pero fácilmente acabe con ellos. Hubo unos segundos de silencio entonces me vi rodeado por miles de demonios mucho más fuertes que los primeros, no perdí el tiempo me eleve y ataque, pero esta vez todos se abalanzaron sobre mi clavando sus garras, sus espadas, me arrancaron los cuernos, pude acabar con cientos de ellos pero eran demasiados la pelea seguiría por mucho tiempo así que decidí abrir un portal por donde se supone que estaría la máquina, de esa manera cuando cruce al otro lado destruiría la maquina para que nadie pueda utilizarla. Abrí el portal pero había más personas del otro lado, estaban encapuchadas cuando me vieron  sacaron de las mangas dagas, arrojaron un líquido al suelo que encendieron mientras decían “Hic est ignis Christi” formando una pared de fuego que bloqueaba mi paso. Mientras por un lado tenía a los demonios atacándome por el otro lado el muro de fuego que me impedía cruzar, me enfrente al fuego casi logré apagarlo, de repente los demonios lanzaron cadenas sobre mi jalándome hacia el bajo astral; tiraba de las cadenas con todo y demonios, a punto de cruzar completamente el portal los encapuchados agarraron objetos de aquella habitación mientras les susurraban “Hoc expulso de terra”, los arrojaron hacia mi fundiéndose con las cadenas que me sujetaban los objetos se hicieron muy pesados como para alzarlos de esa manera lograron aprisionarme en el bajo astral, conforme el tiempo pasaba los objetos absorbían mi esencia hasta las cadenas se volvieron inservibles y logré escapar.



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En el texto hay: demonios, terror, aventura misterio

Editado: 22.03.2022

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