Un vuelo al ¿amor?

El vecino

ATENCIÓN. 
Este libro aún no ha sido editado ni corregido. 
Se irán actualizando capítulos poco a poco.

 

—Querida, pasaremos las vacaciones en una casa de playa fuera de la ciudad —decía mi madre emocionada.

—Está bien — murmuré, dándole un largo sorbo a mi café.

—¿Dónde quedo tu energía? —pregunto mamá— los adolescentes de ahora tienen menos que los adultos.

—No generalices mamá.

—Mírate, espero que tu energía mejore para el viaje.

—Solo es un viaje, tampoco es que sea algo importante —rodé los ojos.

—No ruedes los ojos, terminarás ciega —me regaño—, nada más intenta arreglarte Ada.

—Lo haré, para que no andes diciendo que nunca te hago caso.

—Nunca lo haces —dijo mientras sonaba su celular, pauso para atender la llamada—, es tu padre —sonrió—. Que ser tan espectacular.

Me reí.

—Solamente lo dices porque compro una casa para ir de viaje.

Puso un dedo en sus labios indicando que me callara.

—Voy a casa de Paige —Grite, agarrando mi celular y chaqueta.

Salí de casa, tome mi bicicleta y pedalee hasta llegar a casa de mi amiga.

El viento golpeaba suavemente mi cara y me permití sonreír de oreja a oreja. Paige se quedaba en una de las múltiples casas de Heghos, vivía junto a su novio. Sus padres no querían que se quedara en los departamentos de la misma. Yo a diferencia me quedé junto a mis padres fuera de las instalaciones de la universidad.

—¡No vayas tan rápido!, te caerás —gritó Paige desde el jardín de su casa al verme.

Frene al estar a pocos metros de su casa.

—¿Sabías que iba a venir? —pregunte, sorprendida.

Desde mis recuerdos, nunca le avise que iría a visitarla.

—De hecho —rio—, no lo sabía. Estaba regando las flores y te vi.

—Pasaré el verano fuera de la ciudad — comenté adentrándome a la sala.

Ella dejó a un lado lo que estaba haciendo y camino hasta mí.

—¿No pasaremos el verano juntas?

—Sabes que cuando mi mamá decide algo, no hay quien le cambie los planes.

—A este paso, nos graduaremos de la universidad sin haber pasado un verano juntas —frunció los labios, molesta.

—Aún queda el verano entrante — intenté animarla.

—Prométeme que nada, ni nadie evitara que el próximo verano la pases conmigo —me extendió su dedo meñique, indicando que hiciéramos una promesa.

—Convenceré a mamá — aseguré enrollando mi dedo con el de ella—, no te preocupes.

—Antes quería ser hija única, como tú —revelo Paige—. Ahora creo que mejor no —bromeó.

—Eres una grosera —fingí ofenderme y golpeé su brazo.

—No, pues, perdón —se sobó la zona —, ¿Desde cuándo eres tan agresiva?.

Era una dramática.

—Lo único que sé, es que hoy me despido de ti, así que, aprovechemos todo el tiempo posible.

—¡Ay! Pero pasas todos los veranos de viaje con tus padres —se lamentó.

—Lo sé, a la señora Myer le gusta pasar cada verano en un nuevo lugar.

—Tu madre se consiente muy bien —rio— ¿Cuándo te irás?

Mi madre no me dijo, pero conociéndola...

—Mañana, ya sabes que siempre quiere irse el primer día de vacaciones.

—¿Entonces te ayudo con las maletas?, o ¿vemos una peli juntas?

—Sabes que puedo hacer las maletas en la noche.

El único problema sería lograr empacar todo lo necesario sin quedarnos dormidas.

—Haré palomitas, tú escoge.

Cogí el control y me puse cómoda en el sillón, revisando que había en el catálogo.

—¡Ya la tengo! — grité, al terminar elegir una película.

—¡Voy! —me regreso el grito.

—Iré viéndola tortuguilla.

—No te atrevas —amenazó Paige, desde la cocina.

* * *

De una película, pasamos a dos y después a tres. Se nos hizo tan tarde, que tuve que abandonar mi bicicleta y regresar a mi casa en coche, junto a Paige.

La noche anterior nos quedamos haciendo las maletas y ahora, como consecuencia, mis ojos marrones cargaban con unas ojeras terribles.

—Ponte estas gafas de sol —me recomendó Pai, entregándome unos lentes completamente negros—, también lleva esto —me paso un vestido negro de tirantes negro—. Para que se vea que los lentes son parte del conjunto.

—Exageras —rodé los ojos. Aun así me puse el vestido, pero me sentí muy exhibida, puse encima una sudadera gris.

—Esos tacos también —me dijo señalándome unos tacones que me regalo mamá y nunca use.

—Me pondré tenis, ni loca me subo a un avión en tacones.

La escuché bufar a mis espaldas, ella peinaba mi negra cabellera que llegaba hasta la mitad de la espalda.

Termine de arreglarme junto a la ayuda de Paige y baje las escaleras con mi maleta. Mamá nos esperaba sentada con las piernas cruzadas en el sillón.

—Buen día, señora Myer —saludo mi amiga.

—Buenos días, Paige —dice sonriendo—. Ada, tu padre nos espera en el coche.

Asentí llevando mis maletas afuera, Paige me siguió.

—No olvides hacer videollamada —me recordó—, te estaré mandando mensajes

—No olvidaré nada —sonreí—, eres mi mejor amiga. Si no te hablo a ti, me quedaría sin amigos.

—Amiga, debes hacer amigos —negó con la cabeza—. Algún día moriré y no puedo permitir que te quedes sin vida social por eso.

—No seas negativa.

—Concuerdo —asintió—, ahora ve y domina el mundo, my darling.

—Te extrañaré mucho —la abracé.

Nos separamos y subí a la parte trasera del auto dándole una última mirada. Sabía que si alargábamos la despedida, terminaríamos empapadas en lágrimas.

Subí al avión buscando mi asiento a un lado de la ventana, mis padres eligieron asientos juntos y terminé sentada con un desconocido. Me puse los audífonos, rezando por no marearme y terminar vomitando.



#17939 en Novela romántica
#3225 en Chick lit

En el texto hay: superacion, amor, romancejuvenil

Editado: 20.09.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.