Un zorro para un lobo.

Capitulo 3

Ding Dong.

"No sabe el lobo que caperucita va al bosque por él"

Corío lo que pareció una eternidad pero solo fueron un par de minutos, no había recurrido a transformarse pero sabía que se había alejado lo suficiente al escuchar a su alrededor agua. Era un bonito paisaje, arboles enormes, una planicie repleta de flores y un estanque. En otro momento Phoebe hubiera saltado de alegría al encontrar un lugar así pero ahora solo podía sentirse una completa vergüenza.

Había huido. Probablemente ese enorme Alfa de ojos azules y toscos rasgos debía odiarla, ella se odiaría así misma. Quería evitar el rechazo en sus ojos al descubrirlo, al oler su humedad allí frente a todos como una cualquiera. Sus manos fueron hasta sus ojos cubriéndolos y limpiando las lagrimas que resbalaban sin mesura. Luego las apretó en puños.

"tonta" un golpe. "tonta" golpe. "tonta" se golpeaba así misma ¿Por que? Ella misma no lo sabía pero algo aliviaba la situación, el sentimiento. Como si lo que duele afuera calmara lo de adentro.

La Omega estaba tan inmensa en sus propio sentir que fue demasiado tarde cuando sintió unas manos tomar las suyas, una oleada de vergüenza la invadió y quiso mantener los ojos así. Cerrados.

-No tienes que hacerlo, por favor. No se como te sientes pero esto no es necesario. No mereces un castigo por correr - Era la dulce voz de la luna de la manada.

Megan nunca había visto hacer a alguien mas lo que ella misma hacia hace muchísimo tiempo atrás, cuando la rabia de ser ella misma la invadía. Cuando vivía en ese cutre criadero de maquinas de parir. Se compadecía de lo que había pasado la pelirroja de verdad quería ayudar. Era su deber ayudarla, ella ahora era parte de la manada y su misma familia porque Orión era como su propio hermano.

-No lo hago por que me castigue- de repente se sentía valiente o tal vez no quería dar explicaciones -Yo... lamento de verdad que vieras eso, lamento mucho salir corriendo de su casa así. Soy mas que lo que mis instintos demostraron allí- las palabras salían de su boca como caballo desbocado, sin mucha pronunciación ni sentido.

Phoebe no quería ser un problema, la habían atrapado y ahora todo estaba perdido.

-Esta bien, Yo hare como que no vi nada si hablas conmigo y me dices porque saliste corriendo- La morena sonrío dejando escapar su propio olor dulce y relajante. Quería que la menor se abriera, quería aliviarla.

Bee abrió los ojos estupefacta.-No se, fueron muchas cosas. Me sentí abrumada por su olor tanto que deje que se acercara de manera amenazante a la única persona que no me odia, creí que se daría cuenta de lo que soy y me detestaría. Luego...mi celo se acerca- se encendieron sus mejillas y sus ojos fueron hasta el agua -No quería que pensara que era una fácil -

Megan se sorprendió, riendo suavemente. Nadie juzgaría los instintos de una Omega delante de su Alfa pero si conocía personas desagradables que te harían sentir culpable por esas razones así que no la culpo, su trabajo era comprender no juzgar.

-El gran perro que quería orinarte para marcar territorio se llama Orión y aunque es un bruto, salvaje y tonto a veces jamás juzgaría a su Omega por sentirse atraída por el- Megan puso sus manos sobre sus hombros -Se que el mundo fuera debió ser duro, no se que clase de cosas pasaron en tu anterior manada pero te aseguro que; Aquí nadie le va ha importar que eres, ni tu posición. "veiligheid" significa peligro pero no para nosotras, es una advertencia para el mundo si llega a tratar de herirnos. Es el nombre que mi compañero decidió usar porque nunca volveríamos a pasarlo-

Phoebe la miro directo a los ojos con admiración, era tan amable y tan segura de si misma que casi paso por alto el hecho de lo que estaba sucediendo alrededor y por primera vez en un par de años de soledad decidió hablarlo con alguien.

-Cuando vivía en Veild las cosas no fueron fáciles, bajo mi primer celo- trago con fuerza, tomando valor -El hijo del Alfa intento convencerme de que éramos compañeros, yo le creí ¿Sabes? Era una tonta que no sabía que el olor de cualquier alfa podía hacer que reaccionara y casi dejo que me toque. Aeelen, mi abuela llego a tiempo para mí pero ya todo estaba perdido- sonrió mientras recordaba como su abuela la envolvió en sabanas y corrió a ese asqueroso muchacho de su casa -En el pueblo comenzaron a decir cosas, sobre lo que soy y aunque pase toda mi niñez sin entenderlas, en ese entonces ya no era tan ingenua. Se que los zorros son informantes, se que los Omegas están hechos para parir y también se que mi raza es infiel pero nadie prepara a una niña de 11 años para todo eso, los siguientes años fueron terribles hasta que nos fuimos a las montañas-

Se sentía bien sacarlo de su sistema, se sentía bien hablarlo con alguien aunque esta fuera una extraña. Por otro lado la Omega mayor estaba furiosa, era solo una niña y habían intentado arrebatarle su inocencia por un celo adelantado, con su ignorancia sobre el tema. El mundo estaba podrido y ella lo sabía pero eso no quitaba que esas cosas aun la enojaran.

-Lo lamento, a veces el mundo es horrible con quien menos se lo merece. Tal vez esas personas están llenas de prejuicios y no puedo prometer que todas aquí no lo estén pero si te puedo asegurar que Orión no es una de esas. El es una buena persona, y yo intento serlo todos los días por la manada. A mi no me importa que seas un Zorro y espero -le tendió la mano -Que a ti no te importe que sea una coneja-

Bee tomo su mano apretándola con cariño, a veces escuchaba risas donde no las había hacia ella y no confiaba en la mayor pero podía apreciar cuando alguien era amable y aunque pudiera ser fingido decidió creer que era verdad.

-Gracias, lamento todo eso- era una maña disculparse tanto -Yo ¿puedo preguntarte algo?-

­Extrañada la miro- Puedes sip sip-




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