Mi vida hasta este momento presente había sido una vida normal. La normal vida de un chico de veinte, que estudia y solo quiere llegar a ser alguien en la vida. No trabajaba; gracias a Dios estaba "becado" por mis padres. Ellos solo querían que terminara la carrera en el menor tiempo posible. Sumado esto que vengo de una familia de buena posición económica. Ya había tenido una novia y luego algunas relaciones cortas. Mi enfoque por el momento era solo estudiar. Sin dudas se podía decir que mi vida era chata y monótona, una línea recta sin eventos extraños de ningún tipo. Sin sobresaltos, sin emociones fuertes, sin nada que pudiera perturbarla.
Pero al parecer el destino tenía otros planes para mí. Y jamás hubiera pensado que esos planes incluían el llegar a conocer muy bien a una extraña vecina, ¿bruja tal vez? y su sobrina ¿aprendiz de bruja? . En solo cuarenta y ocho horas mi vida había dado un vuelco completo. Y en este preciso momento estaba teniendo la experiencia más extraña e incomprensible. Una conversación de varios minutos se desarrollaba en cierto lugar de mi consciencia. En cierta forma podía decirse que era como si esa conversación se diera por vez primera. Mientras tanto unos dedos suaves y húmedos se batian en mis sienes. Era como un acto de amor puro, de madre. Como el acto de una madre ayudando a su pequeño a caminar. Con la diferencia de que este era un acto para recordar, pero un acto sobrenatural.
Los dedos de Estela hacían ese suave y húmedo baiben en mis sienes. Pero yo no estaba consciente de ello en lo más mínimo. Estaba totalmente disociado de la realidad. Los recuerdos de una larga caminata con Anna se habían escondido en lo profundo de mi subconsciente. Y Estela ahora los traía de regreso con un método singular.
-ayer entraste a la casa de mi tía...- Anna dejó inconclusa la frase esperando que yo la completará.
-jamás entré... Bueno, no se si cuenta soñar-.
-claro que cuenta! Ella te vio -.
-cómo que me vio? -.
-sí, ella ve... cosas-.
De repente recordé - ella me echó! - dije. pero no podía creer que estaba diciendo eso porque eso no podía ser real. Había sido sólo un sueño.
Anna sonreía - ¡y claro! Cómo no te va a echar! Que es eso de andar entrando a una casa sin permiso y acosar a una señora sola-.
Me hizo reír. No podía creer que la charla fuera real. Pero extrañamente me sentía tranquilo y no estaba shockeado o sorprendido como debiera ser en realidad. No todos los días uno descubre que es un fisgon astral.
La cara de Anna era preciosa. Sentía el perfume de su pelo. Era un aroma fuerte a jazmín. Parecía muy segura en su forma de hablar y de caminar.
-tu tía... quiero decir uds... son... -
-... brujas! - completó Anna.
-bueno, yo no iba a usar esa palabra -.
-no, esta bien. Es así. Somos brujas. Bah! en realidad, yo todavía no. Estoy aprendiendo. Igual no debería decirte nada de esto, mi tía me mataría si se entera. Y hasta probablemente dejaría de enseñarme. Pero no importa porque no vas a recordar nada de esta charla. Nosotras somos brujas, pero no cualquier bruja. El término correcto sería brujas de agua-.