Una Carta a Cupido

VII

Han pasado varios días y el día que he estado esperando se acerca; dejo lista mi ropa para ir a esperar a Adam al aeropuerto. ¡Deseo que amanezca en un abrir y cerrar de ojos!

Afortunadamente dormí como un bebé, no tuve pesadillas y… ¡se me hace tarde! El avión de Adam pronto aterrizará. Iba tan emocionada que me temblaban las manos en el volante. En la sala de espera me entretuve viendo en la televisión una película muy divertida, y me di cuenta de que llevaba esperando mucho tiempo, el avión debió haber venido hace dos horas. Fui a averiguar qué pasaba con el vuelo de Adam y me dijeron que ya debería haber llegado.

En ese momento un presentimiento inundó mi cuerpo; veo la televisión y observo que están transmitiendo la noticia de que un avión se estrelló al cabo de haber despegado. Mi corazón comenzó a latir rápidamente, al confirmar que el avión venía de Grecia. Una falla mecánica provocó que perdiera estabilidad, y se estrelló contra una colina. Informan que no hay sobrevivientes. Me niego a creer que en ese avión venía Adam, y que es posible que haya tomado otro avión porque llegó tarde al aeropuerto. Pero después comienzan a confirmar el número de vuelo y los nombres de las personas que viajaban en ese avión. En ese momento recibo una llamada de un número desconocido y respondí de inmediato, al pensar que podía ser Adam.

 

Nancy: ¿Adam?

Desconocido: No señora, soy el abogado del Sr. Tamer. Le doy mi más profundo pésame por su prometido, acabo de ver las noticias y vi el nombre del señor. En verdad lo lamento mucho; pronto llegaré a visitarla para entregarle unos papeles que me dejó el señor para usted.

¡No puede ser! Mi corazón se detiene poco a poco y observo en la pantalla la lista de los muertos. ¡Veo su nombre! ¡No! ¡Adam no!

Tengo que ver el cuerpo para corroborar que es él… pero ¡qué estúpida! Su cuerpo está hecho cenizas. Siento una opresión muy fuerte en el pecho, no puedo aceptar lo ocurrido; y después de darle vueltas a mi cabeza, me desmayo.

Al despertar me encuentro en el hospital, me duele el cuerpo y la cabeza. Veo a Chris a mi lado.

Chris: ¡Nancy! ¿Estás bien?

Nancy: ¿Qué paso? ¿Y Adam? Dime que todo lo que pasó es una pesadilla… ¡Dime!

Chris: Nancy, relájate por favor.

Nancy: ¡¿Cómo me pides que me relaje?! Adam es lo único que tengo… era lo único que tenía.

Estaba descontrolada, destrozada por dentro porque me han quitado mi otra mitad. No me reconocía a mí misma, solo lo quería a él; el amor de mi vida y la vida me ha quitado a ese amor. No podía tranquilizarme sabiendo que mientras lo esperaba, nunca llegó; lloraba desconsoladamente, veía a Chris preocupada y llamando al doctor para que me diera un sedante, ¡vaya que me calmó!

El doctor le había dicho a Chris que no me hablara sobre Adam, porque podía tener un problema en el sistema nervioso. Cuando volví a abrir los ojos pensé en que todo lo que había pasado solo era una pesadilla, pero lamentablemente no fue así. Miré a Chris hablando con el doctor, no alcancé a escuchar la conversación, pero pude ver que estaba llorando. ¿Por qué? No creo que le haya afectado tanto la muerte de Adam.

 

No les mentiré. Me siento vacía, incompleta e inútil. No tengo fuerzas para seguir adelante y mucho menos para seguir viviendo. Quiero estar con él donde quiera que esté, verlo, besarlo, tenerlo en mis brazos y decirle cuánto lo amo. En ese momento se me acerca Chris.

Chris: ¿Te sientes mejor Nancy?

Nancy: Sí Chris, no te preocupes.

Chris: El doctor me dijo que podías irte en cuanto logres controlar tus… emociones porque has estado muy alterada por… yo me quedaré contigo para lo que necesites.

Nancy: Gracias Chris, pero no hagas esto. Tú tienes una vida, un trabajo, no desperdicies tu tiempo conmigo.

Chris: Nancy, nunca desperdiciaré mi tiempo en algo que no sea importante para mí, y sabes que la familia es primero.

Nancy: Gracias Chris. ¿Qué te decía el doctor y por qué estabas llorando?

Chris: ¡Ehm! Pues me dijo lo que te acabo de decir, y lloraba de felicidad porque tú sabes… los hospitales no son muy bonitos que digamos.

No le creí mucho, pero no puedo obligarla a que me diga la verdad. Pero, ¿por qué lo oculta? En fin, es lindo saber que tienes a alguien que te apoya y que sea tu familia.

Todo lo que me daban de comer lo vomitaba, ¡horrible la comida de hospital! No me daba hambre. Solo tengo ese momento cuando lo vi partir; no pensé que su regreso sería directo a la tumba. Entonces comprendí las tormentosas pesadillas; eran un predicción que nunca quise aceptar, más los presentimientos que ignoré; me querían advertir, pero no los atendí.

 

Chris: Nancy, debes comer algo por favor, tienes que recuperarte.

Nancy: No tengo hambre.

Chris: Por favor Nancy, Adam quisiera que estuvieras bien, hazlo por él.

Nancy: Si él quisiera verme bien jamás se hubiera ido, aunque yo le pidiera que se fuera; sería diferente, estuviera aquí conmigo… ¡todo es mi maldita culpa!



#44700 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 02.04.2018

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