Dos días de saltos de un lado a otro me tomo tener todo fuera de las cajas y en su lugar en la habitación que ocupaba. Me levantaba temprano y me ponía manos a la obra con Tito, quien se aseguraba que mi pie no sufriera por mi cabezota que no podía esperar un par de días para recuperarse y hacer todo más fácil. En mi defensa, ya no deseaba dejar nada fuera de mi alcance en casa de Kathleen, al parecer si lo hacía, corría el riesgo de amanecer, o colgando del edificio o cantando con los angelitos en el cielo. Nunca sabia cuando Amanda iba a aparecer por allí y no quería otra sorpresa donde mis pertenencias pasarán a ser el rol principal. Suficiente daño había causado a los manuscritos.
Por primera vez en todo el viaje la suerte parecia jugar en mi lado- mejor que no diga eso muy fuerte -, y está mañana luego de una ducha me di un tiempo para admirar mi pie. Se veía milagrosamente normal, con un tamaño regular y una pedicura que necesitaba arreglar. Enfocate. Lo moví suavemente de un lado a otro probando antes de ir por el premio mayor. Caminar. Cuando lo hice recordé mis días de recién nacida, con pasos pequeños e inseguros determine que mi pie no podía correr una maratón pero al menos lo podría usar.
Ni siquiera recuerdo que comí ayer pero puedo recordar mis primeros pasos. ¿Que cosas estoy diciendo?
Luego de vestirme con lo que se volvió habitual: pantalones, camiseta y un par de medias, Julia me recibió en la cocina con un emparedado y café, lo tome y emprendí mi camino a la oficina de Kathleen. Todavía tenia que lidiar con un asunto que ignore olímpicamente los pasados dos días. Hojas, hojas y hojas por doquier, clamando por mi atención. No me encontraba física ni emocionalmente lista para lidiar con ello, trate aquella noche, pero sólo me enterré un poco más en el agujero de la depresión al darme cuenta que tenia un total de cinco respaldos para veinte manuscritos en mi computadora. Mis opciones eran limitadas, estaba entre sentarme a unir todo o llamar a los autores y contarles lo que sucedió. La última de estas sin duda era mi plan de emergencia porque no podía interrumpir sus festividades para darles tal noticia.
Me detuve en el umbral de la puerta inspeccionando todo. Note que seguro mientras apilaba mi ropa, Tito y Julia, juntaron un par de hojas que descansaban sobre el escritorio. Por algo se comienza. A paso lento me aproxime y deje el plato con la tasa de café a un costado de las hojas, me volví con mis manos en las caderas y expresión decidida, encarando las cajas.
- ¿Necesitas ayuda?
La repentina intromisión desde la entrada me hizo dar un respingo y llevar mis manos al pecho para estar segura que mi corazón seguía ahí. Lleve mis ojos a Tessa que descansaba todo su peso junto a la puerta con algunos cabellos fuera de su moño bostezando.
- Lo lamento. -se disculpo al ver mi pecho bajar y subir acelerado- Si te hace sentir mejor estamos a mano.
Me miró inocente.
- A mano. -repetí sus palabras con incredulidad- Creo que mi corazón se detuvo.
- ¡Aleluya! Has revivido como Jesús -exclamó bromeando.
La mire mal tomando un poco de café para calmar mis nervios. Tessa abandono su posición en la entrada y se desplazó hasta el ventanal donde se apoyo mirándome sonriente.
- Caminas. -vio mi pie.
- Camino. -lo moví un poco para ella.
- Repito tu caída en mi cabeza cada que tengo un mal momento. -confesó.
- Me anima mucho saber que mi casi muerte alegra tus días. -le mostré el dedo medio, sarcástica.
- No ibas a morir. -rodó los ojos- Estabas en la nieve.
- Nieve o no, mi pie no opina lo mismo.
Di una mordida al emparedado dando por terminado el tema, Tessa comprendio la señal y no dijo otra palabra por lo que me concentre en terminar el desayuno. Con la última mordida note que se veía inquieta moviendo su pierna de arriba a abajo lanzando miradas de vez en cuando como si quisiese decir algo. Limpie mi garganta llamando su atención.
- ¿Sucede algo? -pregunte.
Me observó por unos minutos y me di cuenta de la batalla interna.
- He intentado hablar contigo, pero has estado metida de cabeza en todo esto que no quise interrumpir. -dijo finalmente.
- Te escucho. -me cruce de brazos dándole mi atención.
- Erica menciono algo el día de la cena con los cuervos -comenzó-, y me quedo resonando un poco y lo hable con ella.
- ¿Y? -incentive a continuar.
- Y me dijo que no está muy segura de lo que escucho pero cree haber oído a Amanda tener un conversación muy rara el día de la despedida.
- Me imagino que fue después de la despedida si le es tan difícil recordar los detalles. -supuse.
- Exactamente. -afirmó- Me dijo que no le gusta para nada el sentimiento cuando recuerda esa conversación.
- ¿Que decía Amanda?
- Ese es el problema. -suspiró- Erica solo recuerda el llanto desesperado de Amanda y nada más.
- Que mal. -opté por decir.
- Eso no es lo que me inquieta. -murmuró acercándose.
Espere que dijera algo más pero solo tenia la mirada perdida.
- ¿Tessa? -llame.
- ¿Y si la razón por la que Kathleen se fue es más obvia de lo que pensamos? -me golpeó figurativamente con esa pregunta.
Seguí el hilo de sus pensamientos adoptando la misma posición.
- ¿Crees que fue alguien del grupo?
- Yo...
- Buenos días...-Tito se detuvo en la puerta de golpe- Lamento interrumpir, señoritas.