Mi vida era buena o al menos así podía definirla, vivía en el campo y la verdad es que es el mejor lugar en que me tocó vivir por al menos 17 años y no sólo por el ritmo de vida tan tranquilo que hay o por la convivencia con la naturaleza, si no por muchas más cosas, como los increíbles anocheceres que he observado, las aventuras que he vivido con mis amigos y familia, los sentidos que he logrado ir desarrollando con el tiempo, el cabalgar o incluso solo disfrutar de un buen momento a solas es parte del campo y son enseñanzas y vivencias que nos dejan y nos marcan para el resto de nuestra vida pero sobre todo vivir en el campo es disfrutar la vida de una forma natural. El campo no es para nada atrasado de hecho cuenta con todos los servicios básicos y necesarios —aunque lo duden — y eso facilita mucho a las personas, pues evita tres horas de camino a la ciudad.
Pero vale, cualquiera consideraría que es justo regresar a veinticuatro horas antes. Donde son más de las nueve de la noche y mi día había estado un poco cansado, que ya pido un descanso pero justo ahora que estaba por ir directo a la cama, mi mamá pidió que bajará y eso es lo que estoy haciendo, al mismo tiempo baja Lucy, mi hermana diez años menor.
Sin detener mi paso, me siento directamente en el cómodo sofá que hay entre el comedor y la sala de estar.
— ¡Bien hijas tenemos una sorpresa! — dice mi madre emocionada, añadiendo otro comentario — tranquilas no es nada malo.
—Más bien yo creo que les gustara —continúa mi padre con una enorme sonrisa de lado a lado.
Ellos comienzan a hablar sobre la tan esperada sorpresa, pero la verdad es que estoy pensando en algunas cosas que tengo planeado para mañana y no estoy prestando la suficiente atención a la conversación. Aparte de que un cubo rubik me llama la atención, ya que nunca antes lo había visto aquí, mejor dicho nadie juega con esto en mi casa, ninguno de nosotros es lo suficientemente listo para armarlo, solo Chris, la amiga de Lucy.
— Y pues a partir de mañana sus vidas cambiaran — sonríen ambos para el momento en el que volteó a verlos y dejó el cubo en el sillón.
Al finalizar la conversación lo único que había escuchado es que van a cambiar nuestras vidas y eso es algo que me alarma un poco. Tratándose de ellos como mis padres y yo como su hija, es claro que pueden cambiar mi vida aunque sólo muevan una pequeñísima piedra.
— Ya se pueden ir a dormir — habla esta vez mi madre, quien a la vez da un pequeño sorbo a su té y alcanzo a identificar que es de canela.
Me levanto rápidamente del sillón y alcanzo a Lucy quien ya iba más a la mitad de las escaleras. Le tocó su hombro y enseguida voltea.
— Lucy, ¿cuál era la sorpresa?— le pregunto a mi hermana un poco preocupada, pero solo alza los hombros con indignación.
— Yo que sé, tengo mucho sueño y no preste atención — bosteza — hasta mañana.
— Hasta mañana — digo y cierro la puerta de mi habitación una vez que estoy dentro.
Tenemos que ser hermanas, tal para cual ambas somos despistadas y cuando algo no nos interesa no préstamos atención.
***
Los rayos del sol comienzan a salir y a traspasar mis cortinas, esto me irrita mucho hasta llegar al punto que debo considerar cambiar de posición la cama o poner cortinas más gruesas. En cuanto me despierto veo la hora que marca el reloj que está a un lado de mi cama sobre una pequeña mesa de noche.
— Las siete y media — me susurró y tallo mis ojos para ver si la hora que había visto si es la correcta — que temprano.
Me quedo en mi cama aún tapada con las cobijas por si me vuelvo a quedar dormida, pero como los minutos pasan sé que será imposible volver a dormir. Así que decido cambiar mi pijama de conejitos azules por un overoll y una blusa rosada. Hoy tengo ganas de hacer cosas que hace tiempo no hago, eso es raro. Y como la primera cosa decido cepillar y posteriormente separar mi cabello en dos y comenzar a trenzarlo. Me miró en el espejo que hay detrás de la puerta de mi habitación y veo que las dos trenzas aún me hacen ver pequeña.
Tomo de la ropa que hay en mi cama que aún no he guardado un suéter color rosa, el cual me lo pongo y tan rápido como puedo lo abotono. Y finalmente busco mis botas color negro, que combinan perfectamente con todo.
Salgo de mi habitación y con mucha delicadeza cierro la puerta y comienzo a bajar las escaleras, pero como voy bajando a la planta baja noto que hay luz en la parte de la cocina, seguramente es mi mamá preparando el desayuno de los sábados. Cuando terminó de bajar las escaleras no veo a nadie, volteó a la cocina y nadie, al comedor y tampoco, lo que me hace pensar que olvidaron apagar la luz, nuevamente. Le restó importancia al asunto y salgo de la casa, realmente no sé a dónde ir, pero inconscientemente llegó al establo, al cual hace años que no vengo. Veo a Pony, el caballo de la familia y el cual tiene ese nombre gracias a mí. Y por otro lado está Toby, pero me dirijo al primero. Tomo uno de los cepillos especiales y comienzo a cepillar lentamente su pelaje, después de algunos diez minutos empieza a relinchar y comprendo que quiere que cabalgue.