Una Chica de Color

Jefe - Empleada

Es imposible, ¿Me estará siguiendo?   Sacudo la cabeza para alejar esos pensamientos y vuelvo en mi para enfrentar a mi "jefe", quien aún me tiene presa entre su cuerpo y la pared mientras me mira con diversión seguro por la cara de horror que puse.

 

—Ahora, ¿me dirá por qué sigo aquí?—Le pregunto cruzando mis brazos bajo mi pecho, mala idea, esto los realza haciendo que él dirija su mirada hacia allí.

—Estoy cuidando lo que es mío, no has dejado de recibir miradas desde que llegaste—Enarco una ceja y frunzo el ceño

—¿Cuidando lo que es tuyo? Ja ja ja—Me río sarcástica 

 

No he terminado de reír cuando tengo sus labios sobre los míos callando mis palabras con un beso, me quedo estática y confundida pero él me pellizca el muslo haciendo que suelte un grito y aprovechando que abrí mi boca metió la lengua, yo menos cohibida llevo mis manos hacia su pelo y lo jalo correspondiendole el beso.

 

¡Dios! Besa de maravilla. Nos separa por falta de aire y es entonces cuando me doy cuenta de que tenía los ojos cerrados, al abrirlos me encuentro con una sensual imagen, él está con las pupilas dilatadas, la boca entreabierta, el cabello alborotado y su respiración es irregular al igual que la mía.

 

Atrapo mi labio inferior con mis dientes mientras me deleitó con esta maravillosa vista, escucho un gruñido ronco que sale de su garganta y antes de que pueda reaccionar, él ya está besandome de nuevo pero está vez más salvaje, nuestras bocas tienen una danza ruda entre ellas, él lleva sus manos a mi trasero para apretarlo y yo entrelazo mis dedos detrás de su cuello.

 

Al terminar el beso, agarra mi labio inferior con sus dientes y lo estira para luego pasar su lengua borrando el rastro de sus dientes y dejando un suave beso en mis labios, lleva sus manos a mi cintura y me mantiene sujeta cerca de su cuerpo

 

—¿Sabes, Marcela? Me encantas—Me confiesa mientras junta nuestras frentes y suelta un suspiro.

—Ehh, Alexander, esto está mal—Le digo mientras intento soltar su agarre.

—Marcela, por favor– Me mira suplicante

—Alexander, eres mi jefe—Le digo aferrandome a mi lado coherente 

–Marcela, no me rechaces por favor—Me toma de la barbilla haciendo que lo mire a los ojos

—Alexander creo que debemos mantener una relación netamente de jefe-empleado—Le digo para aprovechar su desconcierto y salir corriendo hacia la mesa

—Anna, nos vamos—Le digo tomando mi bolso

 

Me dirijo hacia la salida sin mirar atrás sin importarme si Anna me sigue o no. Busco un taxi para irme hacia mi casa y me abrazo a mi misma para entrar en calor, siento una presencia detrás mío y me volteo creyendo que es Anna pero me encuentro con Alexander quien se quita su saco y lo pone sobre mis hombros.

 

—Alexander, por favor—Le suplico

—Solo déjame ayudarte—Me contesta suavemente y extiende su brazo para llamar un taxi, el cual se ve estaciona frente a nosotros.

—Ehh, gracias—Le digo mientras intento quitarme su saco pero él hace un ademán con su mano

—Conservalo, Marcela. Nos vemos el lunes—Me dice para ayudarme a subir al taxi

—A partir de ese día no nos conocemos más de lo que un jefe conoce a su empleada—Me dice con una frialdad que me asusta y me hiere

Le doy mi dirección al conductor quien conduce en silencio hasta mi edificio, al llegar le agradezco, me bajo y le pago. Subo las escaleras despacio absorta en mis pensamientos, llegó a mi puerta inserto la llave y abro, voy directo a mi habitación y lanzo mi cartera junto con mis zapatos hacia algún lugar y me tiró en la cama con lágrimas en los ojos llorando hasta quedarme dormida.

 

 



#36220 en Novela romántica

En el texto hay: jefes, colombiana, afro

Editado: 10.06.2021

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