—¿Qué hacéis aquí?, ¿por qué no me habéis avisado de que veníais? —los acribilla a preguntas.
—Queríamos darte una sorpresa —responde en primer lugar Brayan.
—Y nos lo pidió tu viejo, dice que últimamente no paras de currar —le informa en segundo lugar Trini.
—¿Quién yo?
—Si, tú, jefa, está bien que te lo tomes en serio, pero estábamos un poco preocupados por ti —añade Max.
—¡Oh!, ¿estabais preocupados por mi? —pregunta a Max con tono de niña y poniendo ojitos.
—¡Déjate de tonterías y vete con tus amigos!, yo me encargo de lo que falta —le ordena su secretario con una sonrisa.
—¡Gracias!, ¡eres el mejor! —le dice dándole un abrazo —.Pero esta noche te vienes con nosotros —añade.
—A la orden, jefa.
Al salir de la oficina pasan por la de Jorge, este está encerrado en su despacho, pero Bárbara si se encuentra trabajando, para su desgracia, ella creía que al nacer el bebé, Jorge la mantendría, pero no fue así.
—¡Hombre, si es la rubia oxigenada! —dice Trini burlándose de ella.
Bárbara levanta la mirada y le hace una burla, repitiendo lo que ha dicho con voz aguda.
—Déjala, la pobre tiene que trabajar —le pide Estefi a su amiga, recibiendo una mirada amenazante de la rubia.
De allí se van a la mansión, armando aquel jaleo que a Luis le encantaba, ya en el camino Trini a retomado su relación esporádica con Alfredo y este último entra con ellos.
—¡Jóvenes! —los saluda emocionado Miguel al verlos.
—¡Ey, viejito! —lo saluda Trini.
Octavia al oírlos llegar, se autocondena en su habitación.
Esa noche Estefi rió de nuevo como hacía meses no hacía, Miguel fue como si rejuveneciese unos años.
Después de una copa con ellos, salieron de fiesta, esta vez con un aviso de Miguel.
—¡No os metáis en líos!, la otra vez os pude salvar el pellejo porque conocía al juez, pero no correreis la misma suerte otra vez.
—¡Si, yayo, nos portatemos bien! —promete Estefi dándole un beso en la mejilla, recordando esa noche con nostalgia.
Por la mañana despertaron sanos y salvos, cada uno en su habitación, bueno no, Trini no despertó en su cama, imaginaréis en la de quién...
Estefi fue a trabajar, teniendo que resolver varios asuntos y prometiendo salir pronto.
En la oficina, Max le daba más papeles para revisar y firmar.
—¿Tú no tienes resaca? —le pregunta la chica masajeandose la sien.
—No, estoy acostumbrado a beber —se ríe él.
Jorge llama a la puerta y entra sin esperar una respuesta.
—¡Estefi, la reunión! —le informa.
—¡Si, si, ya voy!
Se toma una aspirina con un trago de agua y se levanta.
—¿Te encuentras mal?, podemos posponer la reunión —le ofrece preocupado Jorge, pero también serio.
—No, tranqui, estoy bien, es solo resaca.
Al principio no dice nada, pero de camino a la sala de reuniones satisface su curiosidad.
—¿Saliste anoche?
—Si, han venido la Trini y el Brayan, así que tocó party.
—¿Y te parece normal venir en este estado a trabajar? —le pregunta muy serio.
—No es tu problema como venga o deje de venir, ¿estoy aquí, no? —lo corta de golpe ella, molesta por como le ha hablado.
Entran en la reunión, la cual va de fábula, Estefi borda la presentación y se gana a los clientes, les da un apretón de manos, quedando en otra ocasión para los detalles del contrato.
Ya solos, Jorge la coge de la muñeca antes de que pueda salir.
—Estefi, perdona por lo de antes, he sido un idiota.
—Pues si, lo has sido —le responde ella, que de repente se ha congelado por el tacto de la mano de Jorge en su muñeca y los ojos brillantes que penetran en ella.
—¿Me sueltas? —le pregunta cuando consigue reaccionar.
—No —responde Jorge, tirando de ella y abrazandola con fuerza —¿Y si te beso ahora? —añade mirando fijamente sus labios.
—Gritaré —responde Estefi, sabiendo que no es cierto y que se muere porque lo haga.
Parece que le lee el pensamiento y la besa, suavemente al principio, más intensamente después, recuperando el tiempo perdido...
Sin saber cómo, se encuentran semi desnudos los dos encima del pequeño sofá de Jorge, primero fue la chaqueta, luego la blusa y no supieron parar.
Justo antes de perder su posesión más valiosa, Estefi lo detiene.
—¡No!, no puedo —lo aparta y se aleja de él cogiendo su ropa tirada en el suelo.
—¿Por qué? —pregunta Jorge con el corazón acelerado y algo más ...
—Porque..., ¡porque estoy saliendo con el Brayan! —miente.
La cara de Jorge no podría ser más expresiva, ni un cuadro detallado al milímetro sería tan obvio, enrojece de ira.
—¡Vete, Estefi!
La chica siente miedo de él por primera vez, nunca lo ha visto tan cabreado, obviamente sale tan rápido como puede.
Llega a su despacho y se apoya en la puerta, toma aire y dice en alto.
—¡Tú eres idiota!
—¡Eh!, ¿Qué he hecho? —pregunta Max confundido.
—¡No, tú no, yo!
—¿Por qué?, ¿ha ido mal la reunión?
—No, la reunión ha ido de lujo, es que me he liado con Jorge —empieza confesando, Max la mira abriéndo la boca —. Y después le he dicho que estoy con el Brayan.
—¿Qué?, ¿por qué has hecho eso? —le pregunta con un tono chillón.
—¡No lo sé!, ¡me puse nerviosa!
—¡Estefi, te has coronado! —le dice Max, su amigo en ese momento.
—¡Eso, hazme sentir mejor!
—¡Es que no lo entiendo!
—Yo soy, virgen —suelta por primera vez —.Todo iba muy deprisa, él tiene un hijo con Bárbara y no puedo, ¡no puedo volver a enamorarme de él! —se sincera, dándose cuenta ella misma.
—Está bien, tranquila, toma aire, estás al borde de un ataque de ansiedad —Max la coge y la guía hacía el sofá, obligándola a sentarse, inspira y expira para que ella también lo haga.
—Ya está, me encuentro mejor —le dice Estefi unos minutos después.
—¿Y qué vas a hacer?
—No lo sé, colega, no lo sé.
Y como las desgracias nunca vienen solas, Brayan decide tener el detallazo de ir a buscarla a su trabajo, aparece por sorpresa en su despacho.
Justo va Jorge a disculparse por su actitud horas antes y se encuentran en la puerta.
—Vaya, no sabía que habías venido —miente Jorge.
—Me imagino, Estefi ha estado muy ocupada conmigo, por eso no te lo habrá contado.
Estefanía coge su bolso, cuando Max y ella van a salir, se los encuentran en un duelo de miradas.
—¿Qué? —pregunta la chica, en general, es un, "¿qué está pasando?".
—He venido a buscarte —empieza Brayan.
—Y yo necesito hablar contigo un momento, a solas... —sigue Jorge.
Los mira, indecisa, sin estar segura de cómo proceder.
—Vale, Max, acompaña a Brayan abajo, ahora os veo —les ordena, luego hace un gesto a Jorge para que entre en su despacho.
Cierra la puerta y se cruza de brazos esperando que hable.
—Quería disculparme por mi actitud, no debí gritarte, pero es que, ¡me vuelves loco! —le confiesa.
—Ya bueno, yo no debí mentirte —confiesa ella.
—¿Mentirme?
—No estoy liada con el Brayan —reconoce.
Jorge se acerca a ella, acaricia la suave mejilla, cuando la va a besar, Estefi lo para.
—Eso no significa que lo vaya a hacer contigo —le avisa levantado el dedo.
—¿No? —insiste él acercándose a sus labios, tentandóla.
—No —repite, esta vez en un susurro, perdiendo la batalla.
—¿Entonces no quieres que te bese? —segun lo dice, roza los labios femeninos y acaricia la cintura.
—¡Bueno solo una vez más! —dice Estefi recorriendo esa pequeña distancia que separa sus bocas y besándose de nuevo.
Jorge recorre con las manos su cuerpo, su cuello, la atrae hacía él, ella hace lo mismo, quitándole la ropa todo lo rápido que puede.
Llaman a la puerta y se quedan quietos y en silencio.
—¿Has cerrado con llave? —pregunta Jorge.
—No —responde Estefi poniendo cara de , "¡UPS!