Una de Muchas.

"Confundida"

Necesito despejar mi mente, estoy tan confundida que hasta la cabeza me duele de querer acomodar mis ideas. Jesy ha dicho que es demasiado raro que ella sepa mucho, pero Leigh-Anne ha dicho que muchas estudiantes estaban presenciando la escena; no sé qué creer. Por una parte Jesy sigue sin confiar y yo me he guiado mucho con respecto a su opinión desde siempre, y si ella no confía, yo me siento de la misma manera; pero Leigh dice que Jesy siempre ve de las cosas el lado malo…  Y simplemente no sé qué pensar.

Aquella carta, aquella maldita carta, al leerle me hizo sentir tan especial, por primera vez querida de verdad, no es que no crea que Jesy y Leigh me quieren pero, lo que sentí al leerla me lleno el cuerpo de una sensación tan… linda. ¡Y Dios! Me gustaría pensar que va en serio, que no es una broma y en algún lugar de este instituto, esta es la chica  que podría ser la correcta.

Porque diablos, ¡sí! Por más que le duela a mí familia, por más que las idiotas de Jade, Sandy y Carolina se burlen, por más que la sociedad me vea como un maldito monstruo,  yo, Perrie Edwards, prefiero un par de senos antes que un maldito pene. Soy lesbiana, y estoy orgullosa de ser lo que soy.

Porque somos lo que somos y nadie tiene el derecho de cambiarnos.

Pero tengo miedo, no quiero que sea un broma, no quiero exponerme y mandar al diablo sus opiniones si al final todo resulta ser una mala jugada, porque caeré, y la caída dolerá mucho, más que la primera vez.

Con Jesy es fácil no tener que preocuparme con respecto a lo que soy, ya que ella no se guía por eso, ella prefiere ver la personalidad de la persona, el amor es para todos, según es su pensamiento y me siento afortunada de tenerla como amiga, no cualquiera piensa lo mismo. Con Leigh, bueno todo es incluso más fácil con ella; desde mucho antes de que ella entrara aquí era de experimentar con lo que sea, tiene la mentalidad abierta y le da igual cuales sean tus gustos.

Ojala todo el mundo fuera así.

El timbre me saca de mis pensamientos y miro a ver  a mi alrededor, genial, la clase de Historia ha pasado y yo no he prestado la mínima atención. Recojo mis cosas de forma apresurada y salgo del salón, quiero llegar lo más rápido que pueda a Naturales, por lo general son los maestros que su mueven de lugar, cambiando de salón cada que timbran, pero para Naturales hay un salón asignado fuera de del instituto. Y si mis cálculos no me fallan, ahora al grupo del segundo ‘C’ tenía educación física, lo que implicaba toparme con las tres víboras esas.

Solté un suspiro apenas pise el salón y fui a mi asiento favorito junto a la ventana que daba al patio de la escuela. Nadie había llegado aún y agradecía aquello, quería tener un momento para mí sola nada más, y por lo general si había más de las chicas dentro del salón, se dedicaban a verme mal pero no a molestarme.

No basto más de cinco minutos para que el aula se llenará y al cabo de un rato entre la maestra y de por iniciada la clase pero yo, por más que puse de mi esfuerzo, no preste atención a lo que decía, con trabajo y me di cuenta de que había dejado una tarea. No podía creer que de verdad estaba tan distraída por un asunto sin tanta importancia. ¿Por qué no lo dejaba pasar si yo misma he dicho que no me gustan ese tipo de cosas? No me entendía.

—Maestra ¿puedo ir al baño? —fue lo mejor que se me pudo ocurrir, necesitaba mojarme la cara y salir del ruido del salón, cuando regresará ya debía de dar por olvidado el tema. Al menos durante clases.

—Sí, señorita Edwards.

Agradecí ese hecho. Me levanté e ignoré las miradas de desprecio que me daban algunas de mis compañeras, caminé lo más rápido que pude hasta la puerta y justo cuando iba abrir está se abrió de golpe y me golpeó la nariz.

— ¡Ay, lo siento! —escuché junto con algunas risas.

Me lleve la mano a la nariz en donde podía sentir la sangre bajar y ubique mis ojos en los suyos. Una corriente extraña me recorrió el cuerpo que quise clasificar como miedo al ver esos ojos café que tanto odiaba, pero al contrario de otras veces que me miraban con burla, está vez lucía de verdad muy preocupada por el hecho de haberme golpeado (como si no lo hubiera hecho antes). Sus dientes retenían su labio inferior y por alguna extraña razón el hecho de verla mordiéndose el labio, me encanto. Sus ojos viajaron a los míos y casi pude jurar que el tiempo había parado.

— Perrie, ¿estás bien? —la voz de la maestra me sacó de mi ensueño.

La voltee a ver algo desconcertada aún y negué, la nariz me dolía y no dejaba de salir sangre.

— Ven, vamos a la enfermería —ella dijo levantándose de su escritorio pero antes de llegar hasta mí, su  voz la detuvo.

—Yo la puedo llevar maestra, ha sido mi culpa.

Si antes sentía miedo, ahora quedarme sola con ella me causaba pánico, pero no exactamente del que yo esperaba. ¿Qué coño te pasa, Perrie?

—Vayan. —afirmó la maestra su petición.

Y… Dios santo, su mano en mi cintura por alguna extraña razón, se sentía bien.



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En el texto hay: lgbt, jade thirlwall, perrie edwards

Editado: 28.07.2018

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