—Debe de haber una buena razón para todo esto…
—Sí, ella te quiere follar y decirle a todo el mundo que eres lesbiana —dijo Leigh interrumpiendo a Jesy.
—Wow, eso me ayuda mucho a sentirme segura. Pero eso no es lo que me preocupa —susurré lo último.
— ¿Entonces? —Jesy me vio a los ojos con ese brillo de preocupación. Leigh-Anne seguía comiendo su manzana.
—Ella… bueno, ella dijo algo que mi chica misteriosa también dijo pero con otras palabras.
—Oh, ¿no estarás pensando que esa arpía…
—… es la de las cartas? —terminó de decir Jesy por Leigh.
—No lo sé. —Suspiré y deje caer mi cabeza en la mesa—. Les juro que ya no sé qué pensar.
—Bueno, deberías de dejar el asunto de lado.
— ¡Oh, vamos, Jesy! No empieces con tu mierda de madurez. Perrie tiene derecho de vivir la vida y aprender de sus errores.
—Mira quien habla, la que vive la vida acostándose con todos. No quiero eso para ella.
—Hum, chicas…
— ¡No dijiste eso! Nelson, eres una maldita perra.
— ¡Oh! ¿Ahora soy una perra? Pero hace una semana no, ¿cierto?
—Chicas…
— ¡No tienes derecho a decir nada acerca de eso! Y sí, eres una perra maldita. ¡Te comportas como una madre! ¡Eres una maldita mojigata que se cree la gran cosa solo por ser guapa, y tenerlos a todos a tus pies!
— ¡Pues tu eres una maldita creída que piensa que siempre consigue lo que quiere! ¡La perra eres tú, no yo! ¡Al menos yo me doy a respetar!
— ¡Respetar mis huevos! ¡Eso no decías la semana pasada cuando te besaba!
— ¡Chicas no es por nada pero todo el mundo las oye! —grité lo más fuerte que pude, parándome de la silla y aporreando mis manos en la mesa.
La cafetería se quedó en un silencio profundo. La cara de Jesy estaba completamente roja y miraba al suelo mientras mordía su labio, Leigh parecía sorprendida y avergonzada. Todas las chicas del lugar nos veían, algunas con asco, otras con burla en los ojos… pero tres pares ojos fueron en lo que me concentre. Ahí estaban ellas con una sonrisa de ganadoras en su rostro. Tragué saliva.
—Vámonos —les dije.
Ellas asintieron y sin decir nada más nos fuimos del lugar lo más rápido que se pudo.
—No tengo porque pedir explicaciones…—susurré—. Pero creo deberían arreglar las cosas… Y, mmm, a solas… Así que… las dejo solas.
Salí de ahí con toda la incomodidad del mundo en mis hombros y no paré de caminar rápido hasta llegar al otro lado del pasillo, por donde estaba mi casillero. Solté un suspiro enorme y trate de no pensar en la discusión, aunque realmente importaba más el hecho de que las tres víboras lo habían oído. Tragué saliva y empecé a caminar hacía los dormitorios a paso lento, tenía mucho que pensar…
— ¡Hey, bonita! —alguien gritó a lo lejos pero lo ignore, de todos modos no era para mí.
Seguí mi camino con la cabeza baja y perdida en mis pensamientos cuando unas manos me voltearon y acabé (de nuevo, cosa que no me gustaba) frente a Jade, demasiado cerca.
—No me gusta que me ignoren —ella dijo.
—No me gusta hablar con víboras —susurré lo más bajo posible.
Para mi sorpresa, ella rió.
—Sé que soy una perra a veces pero te luciste con lo de víbora.
—Alto… ¿qué?
—Oh, vamos, Perrie, ¿no te has dado cuenta? ¡Pensé que eras más inteligente! —me miró como decepcionada.
—No-no sé de qué hablas…
—Hoy, a las doce de la noche, en la azotea… Adiós bonita. —y se fue.
¿Qué cosa acababa de pasar? Dios mío… No entiendo nada a cerca de todo esto. Todo está yendo muy raro y ya no sé qué pensar.
Llegué a mi cuarto y lo primero que vi fue una pequeña hoja doblada enfrente de la puerta, la recogí lo más rápido posible y cerré la puerta con una sonrisa en la boca. Ya estaba apuntó de abrirla cuando la puerta se habré detrás de mí y Jesy entra y se tira directo a la cama.
Suelto un suspiro y dejo la carta en la mesita, es más importante Jesy ahora.
— ¿Qué ha pasado? —Ella murmura algo inentendible sobre la colcha—. ¿Qué? Jesy no te entiendo nada…
Jesy suspira y se sienta.
—Que hemos hablado, y creo que hemos quedado como en una especie de amistad peros sin ser amigas…
Solté una risa, Jesy en serio a veces podía ser muy mojigata.
—A eso se le llama amigos con derechos, ¿sabes? —Jesy me vio como si acabará de confesar que había matado a alguien, yo solo reía más fuerte—. Y eso suena como algo que pediría Leigh.
Jesy iba a hablar pero se calló, frunció el ceño y se levantó demasiado rápido, directo a la puerta. La abrió de un golpe y al voltearme sólo vi una silueta de pelo castaño doblar corriendo el pasillo. Fruncí el ceño.