Una desgracia que llaman princesa

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—Muchas gracias por la oportunidad —dice el chico, emocionado.

—Será un placer tenerte aquí. Veo mucho potencial en ti —comenta mi madre.

El chico sonríe tímidamente y mamá posa su mano sobre uno de sus hombros. Procede a llamar a una de las mucamas para que, junto con Benton, le indiquen su habitación al chico.

Los perdí de vista en cuanto doblaron por un pasillo. Mamá aún seguía parada allí, hablando con uno de los guardias que se acercó a ellas segundos atrás. No parecen ser buenas noticias, pues la expresión de este no refleja más que angustía.

—Llama al doctor. Yo le avisaré al rey —aquella frass terminó por confirmar mis sospechas.

El guardia regresó por uno de los pasillos y mamá fue directo a la oficina de papá. A paso apresurado bajé las escaleras restantes, con el fin de ir tras ella y conocer la situación.

—Cariño, te necesitan en los dormitorios de los guardias —mamá suena bastante agitada.

La puerta está abierta. Me apoyé en una de las paredes junto a ésta para escuchar mejor.

—¿Qué sucede?

—Es el capitán Dagger. No está bien.

La reacción de mi padre fue la misma que tuve yo: preocupación.

Se quitó sus lentes y los tiró sobre el escritorio a la vez que se levantó de la silla.

Me alejé en cuanto sentí sus pasos en la puerta. A paso apresurado se dirigen al pasillo. Esperé a que doblaran para ir tras ellos. Fui por el mismo pasillo, casi trotando. Ya estaban en los dormitorios y se detuvieron frente a la puerta de la habitación del capitán. Quise acercarme, pero uno de los guardias me detuvo el paso.

—Un momento, su alteza — extiende su brazo como si fuera un muro. —No creo que sea conveniente que usted entre.

—¿Por qué no?

—Es una emergencia.

—¿No se supone que si es una emergencia tengo que estar presente? Necesito saber que ocurre —comencé a desesperarme.

—El capitán está delicado de salud. No sabemos exactamente qué es lo que tiene.

—¿Por qué no puedo pasar? No entiendo.

Suspiró, resginado, para luego quitar su brazo. Lo volví a mirar unos segundos, intentando entender su extraña actitud. El guardia pareció captarlo, pues, al sentir mis ojos sobre él, volteó la mirada.

Pasos sigilosos me llevaron por el pasillo restante hasta la habitación. La puertá estaba entre abierta y desde ella se aprecia la cama. Cada uno de mis padres está sentado en una orilla de ella, de espaldas a la puerta y dejando visible en un pequeño espacio el rostro del capitán. La palídez de su piel es tan abudante como sus arrugas.

—¿Hace cuánto te sientes así? —le pregunta papá.

—Hace…una semana —su voz ronca es otra prueba de su mal estado de salud.

A pesar de no verlos, el breve silencio que hubo me hizo imaginar sus expresiones al escuchar la confesión del capitán.

—Ya viene el médico, tranquilo —esa es mamá.

Podría hacerme una idea si escuchara alguna tos o sonido común, sin embargo, no logro oir más que jadeos y algunas respiraciones forzadas. Sin duda es preocupante.

—¿Princesa? ¿qué está haciendo aquí? —una segunda voz se escucha en el pasillo, precisamente, detrás de mí.

—Benton. Supe que había una emergencia, y quería saber de qué se trataba.

No hubo respuesta por parte de él, por lo que decidí volver a hablar para evitar el silencio.

—¿Tú sabias que estaba enfermo?

Liberó un suspiro profundo.

—Lo sospechaba…—responde, cabizbajo —pero nunca pensé que sería algo tan grave. Siempre ha evitado expresar lo que siente, en especial conmigo.

No pude evitar esbozar una mueca triste. Mi único consuelo fue tocar suavemente uno de sus hombros.

Al cabo de veinte minutos llegó el médico real. Le pidió a mamá  y papá que se retiraran de la habitación en lo que él revisaba al capitán. Ellos se quedaron en la puerta, mientras que yo me quedé en un rincón oscuro del pasillo junto a Benton; ninguno de los dos hizo preguntas de por qué estaba allí.

Media hora estuvimos bajo la intriga y la preocupación aumentada. El médico salió con una cara que no expresa buenas noticias. Se acercó directamente a ellos. Tras hablar con el médico, papá le hace una seña a Benton, invitándolo a acercarse. Esta vez decidí mantenerme al margen y permitir que hablen entre ellos.

Papá cierra la conversación con su mano sobre el hombro de Benton, en señal de apoyo, y con una mirada seria, me llama para retirarme con ellos.

Volteé varias veces hacia mi padre, esperando algún regaño o alguna simple palabra, pero no hubo comentarios al respecto. A diferencia de él, mamá aún se ve afligida, con sus manos acariciando su vientre.

—Princesa —Mayda se acerca con libros en mano.

—¿Sí?

—Es hora de su lección. la están esperando en su salón.



#24103 en Novela romántica

En el texto hay: princesa, realeza, cuento de hadas

Editado: 06.08.2021

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