Parqueé dentro de la avenida y apagué el camión. Entre los copos de nieve que caen libres, me dejé caer de la cabina sobre el suelo. Me sostuve en la puerta con una mano hasta que estabilicé mis pies en la tierra con cuidado. Una vez estaba estable, alcancé mi bolso y me lo colgué en el hombro, luego, cuidadosa y gentilmente, tomé mi misteriosa rosa por el tallo. Usé mi cadera para empujar la puerta del camión y cerrarla y cuidadosamente hice mi camino a casa.
Abrí la puerta principal y entré. Subí brincando las escaleras, ubiqué mi maletín en mi cama antes de regresar a la cocina. Charlie no tenía razón para tener un jarrón; no era una persona muy floral. Sólo necesitaba encontrar algo para sostener la rosa y el agua. Una taza, un vaso, lo que fuera.
Encontré una vieja jarra; era pequeña en radio y razonablemente alta. La llené a la mitad con agua, luego puse la rosa dentro. No podía hacer más que sonreír, era tan bella, tan… perfecta.
Cargué la jarra a mi cuarto y la puse en el borde de mi escritorio. Podría recibir luz solar indirecta desde allí y podría verla desde cualquier lugar en el cuarto. Sonreí de nuevo, sentándome sobre mi cama para mirarla.
Entonces otro pensamiento me golpeó. ¿De donde vino? Sabía que había cerrado con llave las puertas. Por lo que la persona que puso la rosa en mi camión tuvo que abrir las puertas y volverlas a cerrar con llave. Yo tenía la única llave, según lo que sabía. Me recosté sobre mi cama para contemplarlo más.
Así que, no puertas. ¿Cómo más pudo la rosa llegar dentro? ¿Las ventanas? La persona habría tenido que bajar la ventana, poner la rosa, y luego volver a subir la ventana. ¿Posible? No mucho.
¿Entonces cómo más pudo haber pasado? ¿Cómo pasó eso? ¿La navaja de Occam? Pero, ¿cuál era la solución más simple? ¿Era que alguien irrumpió en mi carro, puso la rosa dentro y luego volvió a cerrar la puerta realmente la más simple? No parecía.
Pero por ahora no tenía otra explicación. Además, por eliminación, era la más simple. ¿Cierto? Eso aún dejaba una pregunta sin responder.
¿Quién? ¿Quién había hecho eso? ¿Quién pasaría todos esos problemas por mí? ¿Quién podría pasar por todos esos problemas por mí? Ciertamente parecía imposible.
No pareció algo que Mike Newton haría. Él habría dejado una nota; había hecho claramente obvio que quería ir al cine. Así que, ¿Quién me habría dejado una rosa… pero no una nota?
Mi corazón se detuvo. Era una broma pesada. No era un admirador secreto para nada. No podía serlo.
Suspiré. Eso tenía más sentido. La navaja de Occam. La más simple era la correcta. Realmente nadie quería darme una rosa. Era una broma. Le sonreí sobriamente a la rosa sobre mi escritorio. Al menos era linda.
Bueno, problema solucionado. Me paré de un salto de mi cama y me dirigí abajo a iniciar la comida. Al menos el orden estaba restaurado, todo en su lugar correcto, incluyéndome.
La cena pasó silenciosa y subí las escaleras para alistarme para la cama. Agarré mi pijama y mi neceser.
Después de iniciar el agua caliente, me quité mi ropa. El agua caliente se sentía maravillosa. Por unos pocos momentos, olvidé que había sido el objetivo de una broma pesada y algo cruel.
Había sido un poco emocionante pensar que tal vez tenía un admirador secreto. Algo a lo que no estaba acostumbrada. Había sido excitante tratar de averiguar quien la había dejado y cómo. Ahora eso no importaba.
Pasé mis dedos por mi pelo un poquito más fuerte de lo que debería haberlo hecho. Enjuagué mi shampoo de fresas, agregué el acondicionador, enjuagué y luego lavé mi cuerpo. Después de eso, me quedé parada bajo el agua caliente, dejándola masajearme la espalda y lentamente deshacer la tensión en mi espina.
En algún momento, el vapor en el baño hizo casi imposible el respirar, por lo que fue el momento que elegí para salirme de la ducha. Cerré el agua, me sequé y me vestí lentamente en mi pijama. Después de correr la toalla por mi cabello un par de veces y tirarla dentro de la cesta, caminé de regreso a mi cuarto.
Y grité.
Charlie vino corriendo.
"¿Bella?" Llamó desde la base de las escaleras. "¿Estás bien?"
"Si, papá… lo siento, nadie ha estado en la casa, ¿cierto?
"Si… ¿por?" Charlie sonaba más confundido de lo que yo estaba.
"Por nada, está bien. En serio. Solamente tuve un momentáneo desliz," expliqué, sonando más calmada de lo que me sentía.
"Vale, si necesitas algo simplemente grita," dijo antes de regresar al juego. Tragué nerviosamente y caminé dentro de mi habitación, revisando el cuarto.
Ahí, sobre la almohada de mi cama perfectamente hecha, descansaba otra rosa roja. Una perfecta pareja para la perfecta flor en la jarra. Hice una nota mental para conseguir un verdadero florero pera ella- la jarra era triste y patética para tan encantadota rosa.
Miré alrededor de mi cuarto más detalladamente, nadie parecía estar ahí, nada mas fue alterado. Abrí la puerta de mi armario rápidamente, esperando que alguien cayera sobre el piso. Vacío.
Fui a la ventana y me sujeté a mi misma mientras comenzaba a abrirla. La ventana se abrió como si hubiera sigo engrasada recientemente, casi haciéndome caer fuera de ella. Extraño. Miré detenidamente alrededor de la noche, pero no había signos de ningún humano.
Bien Occam, explica esto. Pensé preocupada.
Después de limpiar el cuarto de modo parecido a un policía –revisando todos los rincones posiblemente sospechosos: bajo la cama, detrás de la puerta- caminé hacia mi cama y me senté, contemplando a la, de alguna manera, flor inocente sobre mi almohada. Mi corazón comenzó a trabarse de nuevo.
Quienquiera que irrumpió en tu camión también había irrumpido en tu cuarto, me recordé a mi misma. Temblé con el pensamiento. ¿Que tal si terminaba siendo algún acosador loco que estaba tratando de asesinarme mientras dormía? No sabía si estar halagada o aterrada por este nuevo giro de los eventos. Ninguna broma pesada iría así de lejos. Mi corazón titubeó con la emoción, incluso si había algún peligro en eso.
Editado: 27.08.2023