Una Esperanza En Navidad

Una Esperanza En Navidad

La tormenta helada arreciaba en toda Italia, sobre todo en la ciudad Matera, capital de la provincia homónima, y primera ciudad de la región de Basilicata en el sur de Italia. Era de noche para cuando un pequeño infante fue encontrado en una de las casas del casco antiguo manchado con la sangre de sus padres, el cual habían tenido un pelea que terminó con ambos muertos. Cuando los policías se encontraron con la escena del crimen notaron que el niño no había sido participe del suceso ocurrido. Sin embargo por más que le preguntaran que había ocurrido exactamente, él no pudo dar una respuesta, más bien ni siquiera pudo emitir algún tipo de sonido, tan solo se desmayó.

 

 

Para el momento que despertó en una camilla con un suero intravenoso colocado en su brazo, no conocía a absolutamente nadie de aquellos que vestían con batas blancas corriendo de lado en lado en todo el lugar. Nunca había estado en una sala con tanta gente siendo atendidos. Para él era impresionante el hecho de que hubiesen más personas en el mundo, pues en sus cuatro años nunca había salido de casa. En el momento en que volteó observando su alrededor, miró que un niño de cabello negro azabache, piel blanca y ojos azul cielo le devolvieron la mirada desde un espejo. ¿Quién era él? Fue lo que pasó por su cabeza, luego sus pensamientos fueron interrumpidos por un señor de unos cincuenta años que portaba una placa de policía.

 

─ ¿Cuál es tu nombre niño? ─ Preguntó el señor con voz grave, pero él no respondió y evitó su mirada, en respuesta el policía exhaló ─ Por el momento te llevaré a tu nuevo hogar ─ Añadió con un tono más suave.

 

El policía le colocó una bufanda que una enfermera le ofreció porque temía que el pequeño pudiese enfermarse más de lo que ya estaba con la desnutrición a la que el niño había sobrevivido. Luego cuando lo llevó a la patrulla, el señor se percató que tal vez el infante nunca había visto un auto o incluso el exterior. Parecía tan perdido y ensimismado en su propio mundo que el señor no siguió con el interrogatorio, tan solo se enfocó en llevarlo al orfanato.

 

El recorrido se hizo en completo silencio y para cuando llegaron al orfanato, el sacerdote lo recibió con un par de hermanas que parecían algo preocupados por el hecho de que el pequeño no hablara en absoluto. Los demás niños del lugar estaban jugando haciendo muñecos de nieve, pero al niño no parecía interesarle.

 

Luego de que la iglesia tomara la responsabilidad del bienestar del chico, algunos días pasaron y las hermanas se preocupaban porque él no se incluía a jugar con los demás niños. El chico solo se sentaba a observar el entorno. Aunque obedeciera a todo lo que dijeran esas personas mayores que eran totalmente desconocidas y extrañas, no había hablado en toda su estadía en ese lugar. ─ ¿Por qué cubren sus cabezas con esas cosas todos los días? ─ se preguntó mientras las observaba furtivamente sin parecer interesado en absoluto.

 

Al poco rato dos mujeres llegaron a la iglesia, parecían turistas. El estilo de una de ellas le pareció bastante llamativo por el abrigo de cuero negro que llegaba hasta sus rodillas más la bufanda vinotinto. Parecía una ropa de marca prestigiosa, como su mirada estaba fija en ella, tal vez la castaña de ojos verdes sintió que la observaban por lo que se volvió e hizo contacto visual con él. No pudo evitar sobresaltarse y giró el rostro antes de que la mujer pudiese percatarse de que la miraba fijamente. Sin embargo no tuvo éxito en absoluto porque esa hermosa dama de cabello largo hasta la cintura se acercó hasta ponerse en cuclillas.

 

─ ¿Éste lugar te agrada? ─ Preguntó con una voz ligeramente grave similar al de una locutora.

 

El niño la miró sorprendido de que no le preguntara acerca del suceso que involucraba a sus padres. Sabía que tenía que responder, pero no sabía de qué manera decirlo, así que solo negó con la cabeza. Luego de que él diese la respuesta, la mujer pelirroja que acompañaba a la otra dama, se acercó y le sonrió.

 

─ Lucrezia ¿Estás segura? ─ Preguntó esa otra hermosa mujer de rostro un poco pecoso y cabello ondulado que llegaba hasta la mitad de su cintura.

 

─ Solo si a él le agrada la idea ─ Le respondió a la pelirroja girando su rostro hacia ella, luego se enfocó en mirarlo a él ─ ¿Te gustaría pasear con nosotras niño? ─ Le preguntó sonriendole y él asintió.

 

Ambas hablaron con el sacerdote y parecía estar muy negativo con el hecho de que ambas se llevaran al niño menos dinámico, pero al cabo de un momento cedió. Un chófer los llevó a un aeropuerto, esas dos muchachas parecían ser muy cercanas a sus ojos mientras lo llevaban tomándolo de sus pequeñas manos. En el momento en que Lucrezia, la castaña de ojos verdes bajara del auto, fue recibida por varias personas del aeródromo que parecían inmensamente complacidos de que ella eligiera su línea de vuelo. El chico se impresionó al ver cuán popular o tal vez admirada era esa hermosa mujer y no pudo evitar el emitir un sonido de impresión. La pelirroja que ya sabía que el niño no había hablado en toda su estadía en el orfanato, sonrió por el hecho de que al menos algo hubiese llamado su atención.



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En el texto hay: navidad, amor familiar

Editado: 06.12.2019

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