El resto de la velada Draco habló extensamente de la situación actual del reino de Dranberg, el estado de salud de los reyes y sobre los integrantes de la familia real Dranber. El príncipe Draco era el mayor de cinco hermanos, tres mujeres y un hombre, y, por lo tanto, era el heredero al trono. Con tristeza nos relató que su padre sufría de una extraña aflicción que lo debilitaba día con día y que posiblemente él pronto se vería obligado a tomar su lugar y a buscar una esposa para que subiera al trono con él. Nos habló de la inquietud que le provocaba pensarse a la cabeza de su reino, algo con lo que Esteldor pudo identificarse bien, y de ser responsable de tantas vidas, incluyendo la de su hermano menor, Danton, quien, según el príncipe, era un rebelde incorregible que solo daba dolores de cabeza a sus padres. Para mi sorpresa el nombre de los Pors jamás fue mencionado durante la extensa plática.
El festín de bienvenida se prolongó casi hasta la madrugada, cuando finalmente concluyó la celebración, nos dirigimos al castillo seguidos de Draco y sus guardias. Los dragones permanecieron petrificados en su sitio como majestuosos monumentos. Una vez que llegamos, Esteldor asignó a varios duendes para encargarse de atender al príncipe y le concedió cinco habitaciones para su estancia en Encenard.
Antes de retirarse a descansar, Draco atrajo a Esteldor hacia sí tomándolo del brazo. Por un momento sospeché que el príncipe había bebido de más, pero la determinación en su mirada disipó mis sospechas. Di un paso hacia ellos para poder escuchar lo que el príncipe le decía a mi esposo casi en un susurro.
—Su Majestad, me es apremiante una audiencia privada con usted y la reina mañana a primera hora, apreciaría prescindamos de cualquier otro presente.
—Pe…
—Por favor, esto es importante —declaró Draco con expresión seria.
Esteldor lo miró intrigado un instante y luego asintió.
—Considérelo un hecho —contestó el rey.
Draco le agradeció discretamente y se retiró acompañado por sus guardias.
********
Teodoro no tomó bien la noticia de nuestro encuentro privado con el príncipe, pero no tuvo más opción que obedecer la voluntad del rey. A Esteldor poco le importó pues las ganas por esclarecer sus dudas lo carcomía.
Draco se presentó ante nosotros a la hora acordada.
—Lamento mucho mi comportamiento misterioso, hay demasiadas cosas que debo aclararles, pero ayer me fue imposible entre tantos oídos presentes —se disculpó el príncipe.
—Debo confesar que su presencia en Encenard, a pesar de ser absolutamente bienvenida, me tiene desconcertado —dijo el rey.
—Lo sé, Su Majestad. Mi salida de Dranberg es un evento sin precedentes, pero mi padre no deseó confiarle a nadie más el mensaje que le traigo, ni siquiera a mi hermano Danton. Para él, yo soy el único capaz de traer este mensaje a Encenard.
Esteldor y yo guardamos silencio ansiosos por recibir dicho mensaje. El príncipe se aproximó a nosotros y habló casi en un murmullo, como si temiera que detrás de las puertas hubieran personas escuchando:
—Es una pena informarles que existe un traidor entre sus súbditos. Alguien en Encenard le está pasando información a los Pors. Información privada que los enemigos están recolectando para dañarlos.
Esteldor se mantuvo impasible ante la confesión de Draco, como si de pronto se hubiera vuelto de piedra. Fui yo la que tomó la palabra.
—¿Su Alteza, cómo sabe usted eso?
Draco esbozó una encantadora sonrisa.
—Permítanme explicarles todo desde el comienzo. Ayer vi cómo les turbó nuestro conocimiento sobre su reciente matrimonio y tienen todo el derecho de saber cómo fue que nosotros nos enteramos de todo lo que sabemos. Hace algunos meses, hubo otro intento por parte de los Pors para entrar a nuestro reino, intentos a los que ustedes tampoco son ajenos. Nuestros dragones quemaron a casi todos los invasores, pero tuvimos la fortuna de capturar a uno vivo e interrogarlo. Aquel hombre no era más que un soldado, pero a cambio de su vida nos confesó varias cosas. Los Pors están al tanto de la existencia de la nueva reina de Encenard, nos dijo aquel hombre, ellos saben el nombre, edad y apariencia física de Su Majestad. Mas aún, conocen exactamente la organización de la ciudad y, peor, tienen los pormenores de la estructura interna del castillo: habitaciones, jardines y pasillos, incluso lugares secretos. También saben del entrenamiento que se le está dando a los jóvenes en Encenard y el pánico que provocó entre su población el incendio en el bosque hace unos meses y los tambores. Ellos están al tanto de todo lo que está ocurriendo dentro de este reino.
Las palabras de Draco me hicieron estremecerme, ¿cómo alguien podía ser capaz de traicionar así a Encenard y al rey?
—¿Quién es este espía? —preguntó Esteldor con frialdad.
—Lo desconozco, Su Majestad. Verá, aquel hombre no era más que un soldado de bajo rango, como ya les he dicho, y él también desconocía los detalles de quién proporcionó esa información. Supongo que la identidad del traidor de Encenard es un secreto reservado para los altos mandos de Poria —contestó Draco—. Ahora comprenderán mi renuencia a hablar de este asunto frente a nadie más que ustedes. Cualquier persona cercana a ustedes puede ser el culpable, nadie es de confianza en este momento.
#229 en Otros
#30 en Novela histórica
#125 en Fantasía
matrimonio forzado realeza, romance acción magia, reinos y secretos
Editado: 01.08.2022