Una Esposa para El señor Wayne

Capítulo VII

CELESTE

Mientras desayunabamos llego Emiliano a ver a Alexander así que Eva y yo decidimos salir a caminar por la granja, me encanta caminar y correr. El campo es bastante amplio y hermoso. 

Conversamos mientras caminamos, ella es bastante entretenida muy diferente a su hermano. Entonces nos detenemos en seco cuando escuchamos un relinchido de un caballo, es de dolor. 

 

– ¿Eso fue un caballo? –pregunto–. Vamos a ver. 

 

– Espera, Celeste –me detiene–. ¿Y si es peligroso? 

 

– Vamos, mejor vamos a ver –sigo el sonido. 

 

A duras penas Eva decide acompañarme, entonces llegamos hasta el sonido. Un hermoso caballo completamente blanco se enredo el cuello en el alambre de púas que divide el campo, lucha para liberarse. Hay dos niños intentando desatarla. 

 

– ¡Calma, Kiara! –grita uno de ellos. 

 

– ¡NIÑOS! –grito acercándome–. ¿Es de ustedes el caballo?

 

– Era de mi madre –dice uno de ellos–. Se escapó del establo, se va a ahorcar. 

 

– ¡No lo hará! –les digo–. Llamen a alguien. ¡Corran! 

 

Así los niños salen corriendo en dirección a la mansión que se alza del otro lado. El caballo empieza a axfisiarse poco a poco, se queda sin fuerzas. 

Entonces rompo la parte inferior de mí vestido y envuelvo mis manos. Eva me mira sorprendida. Paso mis manos al rededor del cuello del caballo, tomo el alambre de púas y usando toda mí fuerza tiro de él. 

Siento como el alambre atraviesa la tela pinchando la piel de mis dedos. Logro quitarle el alambre de púas. El caballo poco a poco puede levantarse. 

 

– Ey... Estás bien –le hablo al caballo.

 

– Celeste tus manos –dice Eva en shock–. ¿Estás bien? 

 

– Si, estoy bien –le digo–. Eres hermosa, linda –me giro hacia el caballo. 

 

Es hermosa, de verdad lo es. Es blanco completamente, se acerca a mí y pasa su cabeza por mí cara. Acerco mis adoloridas manos a su cabeza y lo acarician. 

 

– De nada, hermosa –le digo mientras la acaricio–. Te salvaste por poco.

 

– Aaamm... Me acercaría pero tengo miedo a los caballos –me dice Eva.

 

Mientras me río por las palabras de Eva un disparo resuena en el aire. 

 

***********************

 

ALEXANDER

Estaba en la oficina con Emiliano hablando sobre la empresa. Mañana tenemos una reunión importante.

 

– ¿Está todo preparado para mañana? –le pregunto mirando los papeles.

 

– Si, hablé con todos en la empresa –responde–. Les dije que estabas de luna de miel y que por eso te ausentaste. 

 

– De acuerdo –miro hacia la ventana. 

 

– ¿Que te pasa, amigo? –me pregunta.

 

– No, nada –le digo–. Es solo que...

 

Escuchamos un disparo de afuera. Emiliano y yo nos paramos al mismo tiempo, nos miramos preocupados.

 

– Celeste... –murmuro para mí–. Eva .

 

– ¡Vamos a ver qué pasó! –grita Emiliano. 

 

Junto a él salimos corriendo de la mansión en dirección. Corremos unos cuantos metros cuando vemos a Celeste y Eva en el suelo. Al acercarme noto que un caballo está en el suelo herido en el pecho. 

 

– ¡CHICAS! –grito–. ¿Que paso? 

 

– ¡No lo sé! ¡No sé! –grita Celeste–. Esta herida, hay que ayudarla.

 

– Celeste no creo que sobreviva –digo–. Es mejor terminar con su sufrimiento.

 

– ¡Su corazón sigue latiendo, Alexander! –me dice angustiada–. Por favor, aún tiene una oportunidad... Por favor. 

 

– Está bien... –digo y me giro hacia los hombres–. Traigan una camioneta. 

 

En unos minutos subimos con un gran esfuerzo al caballo. Llegamos y preparamos el establo. El veterinario llega enseguida que lo llamamos. 

Nos dice que el caballo está mal y que no sabe si sobrevivirá, lo que amarga a Celeste. Ya anocheció y nos acostamos a dormir, pero por la madrugada me levanto y Celeste no está en la cama. 

Me levanto y salgo a buscarla, la veo en el establo junto al caballo, dormida.

 

– ¿Celeste? –la llamo–. ¿Que haces aquí? 

 

– Quizás necesita compañía –dice media dormida–. Me quedaré con ella está noche.

 

– El veterinario dijo que no sabe si sobrevivirá –me agachó–. Sabes que quizás...

 

– Sshh... No la amargues, está bien –me dice segura–. Se que vivirá y la veremos correr en por todos lados. 

 

– ¿Jamás pierdes las esperanzas? –le pregunto sentándome a su lado.

 

– Bueno... Cómo dicen por ahí –me dice segura–. La esperanza es lo último que se pierde. Vivirá estoy segura. 

 

Nos quedamos un rato conversando, mientras ella acariciaba la cabeza del caballo al cual decidió nombrar "Cashva", no se porque o que significará, pero me gusta como suena.

No recuerdo cuando me quedo dormido, al despertar tengo la cabeza apoyada en uno de los postes de madera del establo, bajo la mirada y veo a Celeste dormida con su cabeza en mis piernas. Miro al caballo ahora quien tiene la cabeza levantada y nos mira.

 

– Estás mejor por lo que veo. ¿Eh? –le pregunto–. Que bueno porque sino ella estaría muy triste, gracias. 

 

– ¿Ahora hablas con animales? –dice Celeste divertida–. ¿Quien lo diría? 

 

– Parece que está mejor –le digo–. Tenías razón.

 

– Estaba completamente segura que asi seria –se levanta–. ¿Tienes hambre hermosa? 

 

– Gracias, yo también –le digo sarcástico. 

 

– Tu estás sano –me dice–. Ve y busca comida para ella. ¿No ves que estás hambrienta? 

 

– Okey, okey... –digo–. Enseguida vuelvo. 

 

– Si, ya se hermosa –le dice a Cashva–. Papá es un poco tonto...

 

Me giro unos momentos para hablarle pero al verla tan feliz con ella decido irme a buscar comida para nosotros y para Cashva.




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