Una Esposa para El señor Wayne

Capítulo XII

ALEXANDER 

Preferí no contarle nada a nadie de lo que Celeste me confesó. Cuando volvimos a España note como su ánimo cambio, le encantó Francia. 

Después de dejar a mis padres en su mansión volvimos a la granja. Al poco tiempo conseguí los libros que Celeste necesita y no quiero alardear pero soy bastante listo, termine la escuela antes de tiempo.

Ahora estamos sentados en el jardín, Celeste lee uno de los libros, es increíblemente rápida y guarda mucha información en su cabeza, recuerda casi todo lo que dice el libro.

 

– ¿Cómo es que no pudiste terminar la escuela? –le pregunto–. Eres muy lista. 

 

– Bueno, mí mamá necesitaba médicamentos –dice apenada–. No me quedo otra que dejarla. 

 

– ¿Sabes algo de tu padre? –me atrevo a preguntarle. 

 

– No, no se nada –dice con tristeza en los ojos–. No quiero saberlo de todas formas, quizás ahora tenga otra familia. Lejos.

 

– Te haré otra pregunta –le digo–. ¿Que te paso detrás de la oreja?

 

– Oh... ¿Esto? –toca su cicatriz–. Bueno... Creo que fue un accidente cuando era niña. Aunque a veces sueño que me ahogo, que una corriente me está llevando.

 

– ¿Te has ahogado cuando eras niña? –digo confundido.

 

– Creo que si o habré visto una película que me traumo –mira hacia el cielo pienso–. Aunque en esa pesadilla no soy yo. 

 

– ¿Cómo no...? –la miro sin entender–. Ya me perdí.

 

– Bueno soy yo pero tengo otro nombre, eso creo –me mira–. También escucho a mí "padre" que no es mí padre gritándome.

 

– ¿Que te grita? –le pregunto. 

 

– Aamm... Bueno –mira hacia la mesa–. Me pide que resista, grita: "Resiste, Alisson"

 

Me sobresalto con ese nombre. Helado la miro. Alisson era la hija de Magnus y Helena Aster, que... Coincidentemente también se ahogo y todos dijeron que había muerto. Su madre murió de depresión y su padre sigue vivo alejado de todo y de todos. 

 

– ¿Alex? –me llama–. ¿Estás bien? ¿Que paso?.

 

– Si si, estoy bien –le digo y me levanto–. Termina esa tarea, enseguida vuelvo.

 

– De acuerdo –me sonríe. 

 

Me alejo y voy a mí oficina y pienso en tres cosas:

 

  1. – Celeste se ahogo cuando era niña y tiene pesadillas con eso.
  2. – El nombre que recuerda en su pesadilla casualmente es Alisson como Alisson Aster.
  3. – Tienen razón al decir que es parecida a Helena Aster, porque si lo es.

 

¡Oh por Dios!. ¿Que tal si Alisson no murió ahogada como dicen? ¿Que tal si alguien pudo salvarla y se la llevó a Grecia dónde le cambiaron el nombre? ¿Que tal si la criaron otras personas haciéndola creer que era su hija? ¿Que tal si... Yo me case con ella?.

Tomo mí celular y llamo a Emiliano. 

 

📲 << – Hermano. Te escucho. ¿Que paso? – >>

 

📱 << – Emiliano necesito un favor. Quiero que averigües todo sobre Celeste y sus padres – >>

 

📲 << – De acuerdo. Pero. ¿Que paso? ¿Todo bien? – >>

 

📱 << – Solo hazlo, por favor. Es importante – >> 

 

Así cuelgo el celular. Me dirijo hacia la ventana para ver a Celeste estudiar. Ahí está, leyendo. ¿Y si es ella?. Pobre su familia que estuvo años sufriendo creyendo que ella estaba muerta.

 

*************************

DOS MESES DESPUÉS 

 

ALEXANDER

Después de dos largos meses Emiliano no pudo conseguir la información de Celeste, debido a que debe viajar a Grecia y allí son muy estrictos con su documentación. Así él se fue.

Mientras que Celeste estudiaba día y noche, hacia las tareas y exámenes enviados por sus profesores, los cuales aprobaba. Tiene su último examen mañana, ahora... En plena noche está sigue estudiando.

 

– Celeste. Ya está, no te preocupes –le digo–. Aprobaras eso es seguro, lo sé.

 

– Prefiero no arriesgarme –me dice–. No quiero llegar a reprobar.

 

– Pero ya. Entendiste todo lo que te dije, estudiaste todo el día –la miro–. Tampoco te rompas la cabeza, ya duerme.

 

– Tengo que estar segura, Alexander –sigue leyendo.

 

– Pero no puedes hacer y aprobar tu examen cansada –le recomiendo–. Duerme anda. 

 

– ¡Ay! ¿¡Sabes que!? –me dice molesta y cierra sus libros–. Me voy a otro cuarto así no te molesto. 

 

– No me molestas. ¿Ves? –pregunto–. Estás cansada y te pones de mal humor. Ven a dormir 

 

– No, tranquilo –toma sus libros–. Me voy a dormir a otro cuarto. 

 

– Te enojas por nada... –le digo riendo. 

 

Así se va del cuarto. ¡Se enojo nada más!. Pasa una hora y aún no puedo conciliar en sueño, doy vueltas en la cama. 

Creo que me hace falta Celeste, ya que últimamente me despierto antes que ella y se encuentra durmiendo sobre mí torso mientras yo la abrazo, maldición no puedo dormir sin Celeste 

¡Ay Dios!. Emiliano tenía razón... Me estoy enamorando de ella, si es que ya no lo estoy. 

Aún no puedo dormir, miro al techo y me cruzo de brazos, entonces la puerta de abre y entra Celeste bufando. Deja sus libros sobre el escritorio. 

 

– Bien, no podía dormir –dice y se acerca a la cama–. Voy a dormir aquí. 

 

– Que bueno –le digo–. Yo tampoco podía dormir.

 

– ¡JA!. Por malvado –quita adredon y se acuesta–. Ahora abre los brazos.

 

– ¿Que? –pregunto mirándola.

 

– Me gusta dormir abrazada –dice acomodándose entre mis brazos–. No me digas que no te diste cuenta. 

 

– Claro que lo hice –la rodeo con mis brazos–. Me gusta. 

 

Nos quedamos así, abrazados mirando hacia la nada, paso mí mano por el brazos que  Entonces ella decide romper el silencio. 

 




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