Una Esposa para El señor Wayne

Capítulo XIV

ALEXANDER

Despierto al día siguiente sintiendo un peso sobre mí pecho. Al bajar la mirada me encuentro con Celeste dormida, completamente desnuda. Tiene una marca en el cuello de anoche. Va a querer matarme.

Ella empieza a moverse, suelta un quejido de molestia y un poco de dolor. 

 

– ¡Mmmhh...! –abre los ojos–. Me duele todo. 

 

– Buenos días a ti también –le digo dándole un beso–. ¿Cómo estás? 

 

– Ya dije... Me duele todo –me da un golpe–. Todo por tu culpa. 

 

– Ay... Pues perdón –digo sarcásticamente–. Aunque no puedo quejarme con la hermosa vista que tengo.

 

Ella se sonrojo de inmediato e intento cubrirse más. Pero un dolor la detuvo en seco. 

 

– ¿Que me hiciste anoche? –pregunta adolorida.

 

– Lo que quise hacerte todos los días –le digo sonriendo–. ¿Quieres darte un baño?

 

– Si, pero... –baja la mirada–. No creo que pueda caminar. 

 

– ¡Pero que excelente trabajo hice! –exclamo–. El premio al mejor esposo. 

 

Rodeo la cama hacia su lado, le quitó el edredón del cuerpo dejando su cuerpo al descubierto. La cargo en mis brazos antes de ceder a la tentación. La dejo bajo la regadera y abro la llave, el agua cae por su cuerpo, noto su piel estremecerse.

Entonces me mira y sonríe. 

 

– Me parece que alguien quiere bañarse conmigo –dice mirando mí entrepierna.

 

– No puedo evitarlo –le sonrío–. Te voy a ayudar –me meto en la ducha.

 

**********************

MAXIMO WAYNE 

(Diecinueve años atrás)

 

Estoy organizando negocios con los Aster, tenemos varios problemas últimamente apesar de nuestra amistad con Magnus.

 

– Magnus, tenemos que aceptar vender esas tierras –le digo. 

 

– Esas tierras fueron un regalo de bodas... –me dice–. De tus padres 

 

– Aún así, es un gran negocio –insisto–. Imagina un hotel cerca de un río. Es una idea increíble. 

 

– En esa tierra hay animales –dice Magnus–. La déjare así. Iré a verla en unos días 

 

Entonces la puerta de la oficina se abre, entran Helena y sus hijos.

 

– ¡PAPÁ! –grita y corre hacia Magnus–. ¡Ya volvimos de la plaza! 

 

– Mí niña hermosa –la carga en sus brazos–. ¿Cómo estás, mí cielo?.

 

– ¡Alisson no me dejo subir al columpio, papá! –grita Adler–. Además me empujó por el tobogán. 

 

Me río de los dos, aunque Alisson es la más pequeña tiene un temperamento bastante fuerte.

 

– ¿Cómo está Alex, tío Máximo? –pregunta Adler. 

 

– Bien, Adler –le sonrío–. Si te dejan después irás a jugar con él y Emiliano.

 

– Claro, tío –dice alegre. 

 

– ¿Puedo ir a jugar yo también? –pregunta alegre–. Con Alex y Emiliano.

 

– ¡Las niñas no pueden jugar con los niños! –dice Adler. 

 

– Yo puedo hacer todo –dice Alisson–. No solo por ser niña dejaré de jugar.

 

– Esa es mí hija –le da un beso en la cabeza–. Ahora vayan con su madre.

 

Los niños se van dejándonos solos. Magnus siempre ha estado orgulloso de sus hijos.

 

– ¿Te imaginas que nuestros hijos se casen? –le pregunto. 

 

– Dejaré que eligan sus caminos –dice–. Pero si quieren casarse no me negaría.

 

– En especial Alex y Alisson –le sonrío–. Sería muy lindo que ambos se casarán.

 

Después de la charla que tuve con Magnus me di cuenta que apesar que intente convencerlo no venderá esas tierras. Llamo a mi amigo personal, Federico. 

 

– Entonces... ¿No va a vender esas tierras? –me pregunta.

 

– No, respetaba mucho a mis padres como para vender su regalo –suspiro mirando por la ventana–. Además tiene una facinacion por los animales que viven ahí, no quiere "quitarles su hogar". 

 

– Hay que hacer algo –me dice–. Es muy buen territorio... Creo que tengo una idea. 

 

– ¿Que idea? –pregunto. 

 

– Yo me encargaré de todo –me dice–. Tu solo acompañalo a ver las tierras mañana. 

 

• AL DIA SIGUIENTE • (Tierra Aster)

 

Acompaño Magnus a ver las tierras que mí padre le dio como regalo de bodas a él y a su esposa. El hermoso campo largo parece que no tiene fin, cerca de él hay un río, que tiene la corriente bastante fuerte. 

 

– ¡Adler, Alisson! –grita Magnus–. No sé acerquen al río.

 

– Si, papá –dice Alisson–. No nos acercaremos.

 

– Adler vigila a tu hermana –le dice–. Por favor.

 

– De acuerdo, papá –le responde–. Lo haré. 

 

Seguimos canimando explorando el campo. Aunque algo está inquietandome. Entonces cuando todo estaba tranquilo. 

 

– ¡PAPÁ! –escuchamos el grito de Adler–. ¡PAPÁ, ALISSON! 

 

Al girarnos hacia los niños vemos cómo Alisson cae al río.

 

¡HIJA! –corremos hacia ella–. ¡RESISTE, ALISSON! 

 

La niña lucha contra la corriente que se la lleva, sin pensarlo Magnus y yo nos tiramos al río, intentado alcanzar a Alisson. De repente la niña se hunde y no la vemos emerger nuevamente.

Con ayuda de los hombres salimos del agua, la fuerte corriente arrastra todo lo que esta a su paso. 

 

– ¡ALISSON! –grita Magnus con desesperación–. ¡HIJA!

 

Magnus camina a la orilla del río buscando desesperadamente a su hija. Aunque todos sabemos el resultado de este trágico seguimos buscando con la esperanza de que la niña haya logrado salir. 

Magnus pone sus manos sobre su cabeza sin saber que hacer, el llanto te apodera de él, se tira al suelo inclinándose hacia el suelo para luego soltar un desgarrador gritó. 

 

– ¡NOO! –grita–. ¡HIJA! 

 




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