Una Esposa para El señor Wayne

Capítulo XIX

ARISA

Últimamente no he dormido nada, la idea de que nuestra sangre se mezcle con la de los Aster me aterra. Tengo que evitarlo, mí madre siempre me enseñó a jamás permitir algo que no crea que sea bueno. 

Ahora estoy con una doctora MUY amiga mía. 

 

– ¿Te das cuenta lo que me estás pidiendo, Arisa? –me pregunta.

 

– Si, eso mismo –le digo–. Quiero interrumpir el embarazo de mí nuera. 

 

– Escucha, Arisa –suspira–. Me pediste ayuda para que tu antigua nuera no se embarazara y asi lo hice, nunca hubo bebé. Pero ahora...

 

– Tienes que ayudarme –le exijo–. Gracias a mí eres directora del hospital. Gracias a mí tienes lo que tienes.

 

– Pero hacer abortar a una embarazada –dice apenada–. Más a un bebé tan esperado como ese. 

 

– No quiero que esa mujer sea la madre de mí nieto –me apoyo en el respaldo de mí silla. 

 

– Imaginemos que lo hago, que te ayudo –me mira–. ¿Y si se vuelve a embarazar?.

 

– ¡No me importa la cantidad de veces que tenga que hacerlo! ¡LO HARE! –grito–. Dame eso o les diré a todos los "negocios" que hacías conmigo. 

 

– Caerías conmigo, Arisa –me amenaza. 

 

– Yo tengo con que respaldarme, Alexander jamás haría algo en contra mia –me acerco a ella–. Y tu quedarás en la basura.

 

Ella cierra los ojos como si luchará con sigo misma, luego se acerca a una estante cerra y lo abre, saca un frasco y lo pone delante mio. 

 

– Es Arthrotec... Puede causar un aborto –dice apenada–. Cuidado con la cantidad que usas. 

 

– Mmhh... –tomo el frasco–. Gracias, tomaste una buena decisión 

 

– Espero que sepas que la sangre de ese bebé... –me dice–. TU nieto estará chorreando por tus manos.

 

– Viviré con eso –salgo de la sala. 

 

*****************************

 

CELESTE

Estoy durmiendo tranquilamente, estoy muy cansada últimamente me dijeron que era bastante normal. De repente siento un peso y algo tocando mí vientre, me despierto y veo a Alex con la cabeza en mí vientre. No me mira, pero habla.

 

– Hola, bebé –le habla a mí vientre–. No sabes lo feliz que me estás haciendo. 

 

Siento una emoción que jamás había sentido en mí vida, viéndolo así tan ansioso. 

 

– Prometo cuidarte de todo mal –besa mí vientre–. Te estoy esperando con ansias. 

 

– Mí amor... –le digo–. Se que nos cuidarás. 

 

– Estoy tan emocionado –dice sonriendo–. Ya no puedo esperar a tener a mí bebé en mis brazos. 

 

– Yo tampoco apenas puedo creer que estoy embarazada –le sonrío–. Apenas tengo dos meses. 

 

– Cada día falta menos –dice dándome un beso–. Tendrá a la mamá más hermosa del mundo.

 

– Y al papá más guapo del mundo –le sonrío. 

 

Nos levantamos y bajamos al comedor para desayunar, Eva ya está ahí sonrojada mirando su celular. ¡AY EL AMOR!. 

 

– ¿Que pasa, hermanita linda? –pregunta Alex burlón–. ¿Estás enamorada? 

 

– ¡Que cosas dices, hermano! –dice aún más sonrojada–. Jamás.

 

– Mentirosa, te conozco y estás mintiendo –se ríe–. ¿Quien es el joven afortunado de tener ese corazoncito en sus manos? 

 

– Aamm... Bueno –me mira nerviosa. 

 

– Alex, mí amor –tomo su mano–. Quizás estaba leyendo un libro y había una parte romántica.

 

– ¡Ella me entiende! –exclama Eva–. Estoy leyendo un libro en el celular. 

 

– Bien, veo que son mejores amigas ahora –dice. 

 

Desayunamos tranquilamente hasta que el timbre de la casa suena. Alex se levanta y va a abrir, mí padre entra a la casa sonriente.

 

– ¿Cómo está la futura mamá más linda de la vida? –pregunta abrazandome.

 

– Estoy bien, papá –digo sonriendo–. ¿Tu como estás? 

 

– Bien, estoy muy bien –me da un beso en la frente.

 

Noto como por unos segundos su mirada se dirige a Eva, me da muchísima ternura. Hablaré con Alex, quizás esté de mi lado en esto. Luego del desayuno Alex se va a la oficina, yo voy unos minutos después. 

Abro la puerta y el me sonríe.

 

– ¡Hola mí amor! –digo sentándome frente a él–. ¿Cómo estás? 

 

– Bien, estoy muy bien –sonrie–. Acabamos de vernos.

 

– Es que siempre te extraño mucho, mucho –le digo. 

 

– Yo también, pero tu... –me mira curioso–. Quieres preguntarme algo. 

 

– Okey si, quiero hacerlo –miro hacia arriba–. Imagina que... Pero solo es una suposición. Eh...

 

– Claro... Entiendo –me dice–. Anda te escucho 

 

– Bueno, imagina que... –acaricio mí vientre–. Es una niña... Y que crece ya con no se... 23 años... Se enamora pero el hombre es mucho mayor que ella... Unos 48 años, ellos se aman mucho, están súper enamorados. ¿Permitirias que se casaran si quieren? 

 

– Si mí hija se enamora de un hombre que la redobla en edad... –dice–. Y se quieren casar. ¿Si lo permitiria?...

 

– Eso mismo –le digo sonriendo–. ¿Lo harías? 

 

– Solo quiero que mí hija sea feliz, si estoy seguro que la tratará bien y la hará la mujer más feliz... –sonrie–. Claro que sí.

 

– ¡GENIAL, ENTONCES! –aplaudo feliz–. No tendrás problema en que mí padre se case con tu hermana.

 

– ¡Espera! ¿¡QUE!? –exclama. 

 

– Sabes lo que digo siempre: "para el amor no hay edad" –sonrio–. Se enamoraron. Que curioso. ¿Verdad? 

 

– ¡Espera, espera! –me mira–. ¿Mí hermana y tu padre se enamoraron?

 

– Bueno... Siii –me cruzo de brazos–. Tu dijiste que no tenías problemas con la diferencia de edad. 

 

– Me gustaría, si. Si ambos se aman, claro que sí –asiente y me mira–. Pero no es mí permiso el que tienen que tener... Es el de mis padres. 




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