CELESTE
Conrad me ayudó en todo, entendí bastante gracias a él. Es muy inteligente a veces levantaba la mirada y encontraba la suya mirándome. Una parte de mí me dice no debo confiar en él y otra parte dice que confíe en el como en nadie.
Finalmente llega la noche, ya estoy en mí cama. Annia y mí madre se fueron a mí antigua casa. Mientras leo un libro pienso en Conrad.
– Vamos, Celeste –me digo a mí mismo–. Deja de pensar en él.
Mientras intento concentrarme todo se vuelve oscuro... ¡UN APAGÓN!. Intento escuchar todo algo pero no escucho nada. Me levanto y salgo, camino lentamente usando la linterna de mí celular para ver, no hay nadie en la casa, seguramente todos duermen. Voy a la cocina, tampoco hay alguien, decido volver a mí habitación cuando escucho a alguien entrar por el jardín.
¿Un ladrón? ¡Maldición!. Veo una cacerola y la tomo del mango escondiéndome detrás de una pared. Cuando veo la espalda de alguien entonces lo golpeo.
– ¡Sal de aquí! –digo mientras lo golpeo.
– ¡AUCH!.. ¡Espera!... Soy yo Celeste –me dice tomándome las muñeca.
– ¿Conrad? –bajo la cacerola–. ¡Lo lamento! ¡Perdón... Creí que eras un ladrón!.
– No, salí cuando se apagó la luz a revisar –se toca la espalda–. Tienes fuerza y coraje.
– Bueno eso no sirve si le pegas a la persona equivocada –digo apenada–. ¿Te lastime mucho?
– Creo que casi me dejas sin espalda pero bueno... –dice adolorido.
– ¿¡QUE PASO CHICOS!? –mi padre aparece–. ¿Conrad? ¿Que te paso? –me mira.
– Creí que era un ladrón –digo–. No lo hice con intensión.
– ¿Lo golpeaste con una cacerola, hija? –me pregunta–. Pobre... Iré por el botiquín –se va.
– A ver siéntate en un taburete para ver si te lastime mucho –le digo–. Quítate la camisa.
– Uuhh... –me dice pícaro–. ¿Tan pronto?
– Voy a volver a golpearte –le advierto–. ¿Me oíste?
– Está bien, está bien –dice riendo.
Se va quitando la camisa, dejando su torso desnudo. ¡JESÚS, MARIA Y JOSE!. Este hombre parece tallado en mármol de tan bien trabajado que está, sus pectorales y sus abdominales tan perfectos, un tatuaje chino decora su pecho. Trago saliva.
– Date vuelta –le digo nerviosa.
Al darse vuelta me quedo asombrada, su gran espalda tiene tatuada en su columna una espalda con dos cabezas de lobos saliendo de sus bordes. Es realmente hermoso, me quedo como hipnotizada tanto que no me doy cuenta que estoy acariciando su tatuaje.
– Me lo hice hace algunos años –me dice–. ¿Te gusta?
– Es hermoso... Muy hermoso –le digo pasando mí manos por los bordes.
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CONRAD
Sentir sus delicadas y suaves manos pasando por mí espalda hace que mi respiración y corazón se acelera, mí cuerpo entra en calor instantáneamente.
– Por favor no hagas eso –le suplico–. Por favor.
– Lo siento mucho –aleja sus manos–. ¿Te duele mucho?
– No, pero aún así. No me gusta que me... –me aclaro la garganta.
– Que te toque... –completa mí frase–. No lo haré más, perdona.
Magnus llega con el botiquín y se lo da a Celeste, quien lo abre y saca un gel.
– Perdona de nuevo –me dice y me pone el gel en la espalda–. Esto al menos te calmara el dolor.
– Gracias –digo temblando–. Aunque casi me matas.
– Ya te pedí perdón por eso –bufa–. Bueno te pagaremos el doble por esto.
– Eso tenlo por seguro –dice Magnus–. Anda vamos a dormir.
Nos vamos a acostar, aunque aún me duele la espalda la sensación de sus manos recorriendo mí espalda hace que se me eriza la piel. Me acuesto sobre la cama. Pensando en ella.
Cuando mí celular se pone a sonar, me levanto y atiendo la llamada de Santiago.
📱 << – Santiago... Te escucho – >>
📲 << – ¿Cómo va todo?. Mañana tienen que ir a buscar los papeles – >>
📱 << – Si, para poder arreglar todo de una vez – >>
📲 << – Estamos cerca, Conrad. Mientras te acerques más a Celeste nos acercamos a los Wayne – >>
📱 << – Los Wayne son unos desgraciados... Me quitaron a mí madre y a ti a tu hija – >>
📲 << – Rebecca era todo lo me quedaba. Ahora solo esto – >>
📱 << – Llegaremos a ellos... Arisa tiene muchas cuentas que pagar. Mato a tu hija, mato al hijo de Celeste e hizo que mataran a mí madre – >>
📲 << – Pagará por todas y cada una de esas cosas – >>
📱 << – Santiago no quiero que Ce... – >>
📲 << – Alguien llego... Tengo que irme. Nos vemos cuando regreses. Adiós – >>
Así cuelga y yo miro hacia la nada suspirando. No quiero que ella salga herida ya lo está demasiado.