"No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar dónde estás y cambiar el final."
(C.S Lewis)
Una molestia continua en mi cara me obliga a despertar. Se trata de un cosquilleo que recorre mi rostro, pasando por mi nariz, mis mejillas y acaba en mi cuello. Al llegar allí, subo mis hombros y reprimo una sonrisa.
Oigo las risitas y los susurros incluso antes de abrir mis ojos; los entreabro despacio, pero me veo obligada a volver a cerrarlos tras recibir una tonelada de agua helada encima. «¡¿malditos angivers, qué les sucede?!, ¡¿a qué se debe esto!?»
Me incorporo rápidamente y salgo de la cama mojada, en medio de las carcajadas de mis dos compañeras de cuarto y el hermano de una de ellas. Mi cuerpo gotea, lo que genera que un charco se forme en el suelo, y mi cabello, igualmente pasado por agua, se pega a mi espalda.
—¡Feliz cumpleaños Nana!
El grito me toma por sorpresa, así que se trata de eso. Les sonrío y les doy un abrazo a Jenna y a Lun. Mis mejores amigas, aún bajo la situación en la que vivimos, jamás han olvidado un solo cumpleaños.
Si cuando era una niña solitaria de diez años alguien me hubiera dicho que tendría amigas como ellas, no lo hubiera creído ni un solo segundo. Parece imposible pensar que ha pasado tanto tiempo desde que llegué, sin mencionar cuanto he cambiado desde entonces.
Hace cuatro años, luego de la primera vez que utilice mis poderes contra Aleix, tuve que cambiar mi nombre. No fue nada fácil, dado que no encontraba ninguno que me gustara o con el que me sintiera identificada. Finalmente, tras pasar varias horas jugando con un libro titulado "Nombres para bebés", Jim escogió Nana. No nos dio ninguna explicación, tan solo dijo que le agradaba.
—Esto no era necesario, en serio.
Escurro la prenda superior de mi ropa mientras dirijo mi vista hacia la ventana: afuera deben estar haciendo unos seis grados. Me estremezco mientras me froto los brazos con ambas manos para calentarme.
«¿Qué clase de saludo de cumpleaños es este de todas maneras?, se me ocurren millones de formas aun mejores de despertarme para celebrar el día de mi nacimiento. Aunque no puedo decir que me sorprenda de ellos tres.»
—Vamos, no todos los días cumples dieciséis. Además, lo convertiremos en la nueva tradición. Cuando Lun los cumpla le haremos lo mismo.
La chica que acaban de mencionar mira a Jenna sorprendida y deja escapar un grito ahogado tras lo cual comienza a negar rotundamente permitir que le hagamos algo como aquello.
No comprendo de qué se queja, su onomástico es en medio del verano. Prácticamente nadaríamos en agua helada si tan solo tuviéramos un segundo de tiempo libre. El hada y la ilusionista comienzan a discutir y a perseguirse en un rincón de la habitación.
—Feliz cumpleaños.
Su voz suave y calmada capta el cien por ciento de mi atención. Jim me abraza levemente para no mojarse con mi ropa y me dedica una sonrisa. A pesar del frío, siento mi cara arder; mi corazón aletea de felicidad cuando puedo dedicar los primeros minutos de la mañana a apreciar su bella sonrisa.
Jim Haley, el número uno de la Academia; uno de los pocos elfos que quedan en el mundo, y el amor de mi vida. Exhalo un suspiro cuando él se excusa diciendo que tiene tareas, claro que nos advierte que no demoremos, dado que nosotras también tenemos que trabajar.
No fue mucho tiempo después de conocernos que noté que me había enamorado de él. Un amor que se aferró a mí como el verano se empeña en permanecer en la tierra cuando el otoño lo aporrea con toda su fuerza. Nunca había tenido sentimientos de este tipo alguien. Por esa razón, en ocasiones me preocupa notablemente no disimularlos como es debido.
Jenna chasquea sus dedos frente a mi cara para llamar la atención y, tras soltar un comentario sobre que cierre la boca si no quiero comenzar a babear, las chicas y yo tomamos un desayuno delicioso que han preparado especialmente para mi cumpleaños: chocolate caliente, galletas y zumo de naranja. Hacía mucho que no me tomaba tanto tiempo para disfrutar de algo así. Cumplir años es bueno, si no fuera por el frío que entumece mis huesos debido al agua que aún impregna mi ropa.
Observo por la ventana de la habitación. Afuera las ramas desnudas de los árboles se balancean casi con violencia, espero que no tengamos que salir a ninguna misión hoy, no quisiera congelarme; sin mencionar que, como es mi cumpleaños, lo que más quiero es festejarlo con mis amigos, mi familia.
Si bien la Academia está rodeada por un bosque, el edificio se haya justo en medio de un claro. El césped, normalmente verde, se encuentra cubierto de hojas rojizas que le otorgan ese aspecto otoñal que me gusta tanto.
En dirección norte, se halla el pueblo al que llegué la primera vez, lugar al que por cierto jamás he ido. Detrás de la Academia, si te introduces entre las ramas, llegarás a las montañas, tampoco he conocido aquello. Hacia la derecha de nuestro hogar, nuevamente en el follaje, otros lugares que son un misterio para mí.
Tengo terminante prohibido, tanto por Aaron como por Jim, abandonar el calor que rodea nuestro hogar sin compañía. Es un tema delicado que he intentado mencionar varias veces, en especial a Aaron, pero nunca salgo victoriosa en el asunto. Aspecto que, por cierto, se ha vuelto algo molesto.
Camino a la lavandería de la planta baja con un cesto repleto de ropa sucia. Cuando dije que bajaría a secar mis sabanas y edredón, las chicas aprovecharon a juntar todas sus pertenencias para que yo ponga en funcionamiento la máquina. Malditas, me vengaré.
Mucho ha cambiado en los últimos cuatro años. El día de la cueva, cuando demostré potencial, Jim me trajo de nuevo a casa y me obligó a realizar nuevamente la prueba de las hojas y los juguetes, pero esa vez fue distinta a la primera:
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Editado: 24.09.2020