Una Eternidad en las Sombras

Capítulo 7 "Poco convencional"

"A situaciones desesperadas, medidas desesperadas"

(Proverbio)

Deambulo por el bosque sin una dirección fija. No recuerdo lo que debía hacer, ni a dónde iba; tan solo sé que hay un lugar en el que debo estar.

De pronto, me veo en la entrada a una cueva que me resulta muy familiar, «¿acaso he estado aquí antes?». Camino hacia allí y entro con inseguridad, algo me dice que, si lo hago, podré encontrar lo que busco.

Una hoguera arde con intensidad en el centro de la caverna. Oigo los quejidos de las ramas al quebrarse bajo el calor abrazador de las llamas. El aroma a podrido inunda mis fosas nasales, así que me cubro la nariz con el brazo mientras intento determinar de dónde proviene.

De espaldas a mí, una persona envuelta en una túnica negra se encorva cerca del fuego mientras murmura algo inteligible. El sonido de su voz al susurrar me es tremendamente conocido; es una mujer, no hay duda de ello, y yo la conozco. La conozco tan bien como me conozco a mí misma.

—¿Qué nos has hecho, Nana?

Me volteo sobresaltada al oír a Lun, pero no es ella, es una eberny, tiene puesta las ropas de mi amiga. «No, no puede ser». Doy un paso atrás involuntariamente y mi espalda choca con algo helado. Me volteo rápidamente para enfrentarme a la primera mujer que vi, se acerca a nosotras, luce como Jenna, pero es la misma criatura que ha tomado la forma de Lun. «No, no, ¡no! ¿Cómo es posible que sucediera esto?»

—Esto no hubiera pasado si supieras pelear mejor, cariño

La voz de Aleix llega como un eco, mas no soy capaz encontrar el lugar en el que se halla, no está por ningún sitio.

"Escapaste", "vinimos a buscarte", "es toda tu culpa". Los chicos forman un círculo a mi alrededor mientras murmuran todo tipo de clases horribles. Me cubro ambos oídos con las manos. «No es real. No es real. No puede ser real».

Jim, Lun y Jenna los tres están aquí; los tres se tornaron en esas horribles criaturas; cada uno de ellos fue corrompido por las fuerzas de la oscuridad al venir a rescatarme. De repente, las figuras de mis tres mejores amigos estallan en llamas profiriendo alaridos histéricos y desaparecen.

Grito tan fuerte como puedo y ese es el sonido que me despierta. Me siento sobre el mullido colchón en una habitación envuelta en penumbras mientras intento recuperar el ritmo normal de mi respiración.

Me llevo una mano al pecho entre jadeos mientras que, con la otra, tanteo a mi alrededor en busca del interruptor de luz nocturna, no lo encuentro. En mi desesperación por hallar la lámpara, tiro todo lo que se encontraba en la mesa junto a la cama.

Una de las luces de noche se enciende y una somnolienta Lun me pregunta qué ocurrió y si todo está en orden.

La observo bien; tez clara, ojos almendrados, cabello negro. Es ella, no ha dejado de ser Lun. Sonrío con falsedad para tranquilizarla y niego con la cabeza, todo está bien, tan solo fue una pesadilla.

Me cubro hasta la cabeza con las mantas y le doy la espalda para fingir que vuelvo a dormirme, por lo que ella apaga su velador y a los pocos minutos escucho leves ronquidos. Sin embargo, yo no vuelvo a ser capaz conciliar el sueño.

La frase de Aleix, "si supiera pelear mejor", resuena en mi cabeza, como el eco del agua al chocar con las rocas que sobresalen bajo las cataratas.

Cuando llegué aquí hace algunos años esperaba poder defenderme sola a estas alturas; no obstante, Jenna tuvo que arriesgar su vida para ir en mi busca. Me parece difícil de creer que a llegados a este punto no pueda sobrevivir por mi cuenta. Si esto continúa, algún día ocurrirá una tragedia y será todo a causa mía.

Abrazo mis rodillas contra el pecho, quizás mi presencia en este lugar tan solo arriesgue más la vida de mis compañeros de lo que yo quisiera. No sé qué debo hacer. ¿Qué diría Will? "Sopórtalo", su voz repica en mi cabeza y me hace sonreír, realmente lo extraño, me pregunto cuándo podré verlo de nuevo.

Respiro hondo por la nariz; lo que impregna mis fosas nasales es ciertamente reconfortante: vainilla, de las velas aromáticas de Lun; Coco, la crema corporal de Jenna; fresas, mi almohada huele a mi acondicionador. Esos olores hacen que me sienta mejor, me hacen sentir como en casa. No quisiera tener que abandonar la Academia en algún momento del futuro cercano, debo esforzarme más, necesito convertirme en alguien tan hábil como mis compañeros de equipo. Esa es la única forma de poder conseguir lo que he buscado todo este tiempo y de mantener a todos a salvo.

El despertador suena en forma estridente y una almohada aterriza en mi cabeza, viene desde la cama de Jenna, quien ya se encuentra sentada y se estira hacia el techo mientras bosteza con la boca totalmente abierta. El moño que había hecho en su cabello la noche anterior ya es historia, cada rizo hace su camino por donde quiere, pero a pesar de eso ella se ve radiante, como siempre.

—Si tus gritos vuelven a despertarme durante la madrugada, voy a aventarte algo más pesado que un simple almohadón relleno de espuma.

No me tomo la amenaza en serio, sé bien que si ella siquiera pensara que hay algo malo conmigo ahora mismo estaría en la cama junto a mi jugando a trenzar mi cabello para calmarme.

Usualmente, el hada toma una actitud maternal, más con Lun que conmigo, ya que la joven ilusionista requiere más atención y cuidados que yo, pero eso no quiere decir que Jenna me deje de lado. Por el contrario, basta con que deje mitad de mi comida un día para que esté detrás de mí como una sombra para asegurarse de que todo va bien.

Nada escapa de su ojo avizor; no importa que tanto intentemos pretender que no ocurre nada, si algo nos pasa, sea bueno o malo, ella es la primera en notarlo.

Salgo de la cama a regañadientes y me visto con unos pantalones grises y una camiseta de mangas largas rosada. Algo cómodo para entrenar, pero que me mantenga abrigada. Me calzo unas zapatillas deportivas, un abrigo ligero y abandono la calidad estancia para iniciar un nuevo día.




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