Una extraña con el vestido de novia

Capítulo 2

La princesa intercambió una mirada con su dama de compañía. Se entendieron sin palabras. La huida debía organizarse hoy, antes de la primera noche de bodas. Aliana no podía permitir que un hombre desconocido la tocara. Pero tampoco quería escapar estando casada. Tendría que robar la perla antes de la ceremonia, aunque no tenía idea de cómo hacerlo. Puso un trozo de pescado en su boca y decidió averiguar más sobre su enemigo:

— El príncipe Erionor. ¿Cómo es?

— Lo verá, Su Alteza. Estoy segura de que no le importará su peculiaridad.

— ¿Peculiaridad? — La joven entrecerró los ojos con sospecha.

— Oh, parece que hoy hablo demasiado, — la doncella mordió su labio. Retrocediendo, se dirigió hacia la puerta. — Iré a ver si el baño está listo.

Para evitar más preguntas, Martina salió de la sala. La curiosidad atormentaba a Aliana. Quería saber cuál era la peculiaridad del príncipe. ¿Era cojo, ciego, jorobado, manco, o quizás enfermo? En su mente, imaginó a un hombre deforme con pinzas en lugar de manos. La joven negó con la cabeza e intentó calmar su imaginación desbocada.

Después de comer, llevaron a la princesa al baño. Las paredes y el suelo estaban cubiertos de mosaicos blancos, columnas en forma de olas se extendían verticalmente a lo largo de la pared, y una gran bañera estaba decorada con una concha gigante en la cabecera. Pero lo que más sorprendió a la joven fue el techo. Parecía que había un lago entero en él. Aliana extendió la mano hacia el techo. El agua inmediatamente corrió por su brazo. Asustada, la joven retiró la mano. Martina explicó:

— El agua se mantiene en el techo mediante magia. No se preocupe, no caerá sobre usted. Entre en la bañera, las sirvientas traerán jabón y champú.

Aliana miró la bañera llena de agua. Tragó saliva con avidez. Esa agua sería suficiente para una semana para todos los habitantes de su antiguo hogar. En su lugar de origen, el agua era cara y la joven había aprendido a conservar cada gota.

— ¿Me sugiere que entre en la bañera y desperdicie tanta agua? Después de mí, nadie la beberá.

— Tenemos mucha agua. Después del baño, la vaciaremos, — Martina hablaba con tanta calma, como si fuera algo habitual para ella.

— ¿Simplemente la vaciarán? — Para Aliana, acostumbrada a vivir en una región árida, eso parecía una blasfemia. — Podrían regar las plantas con ella.

— Las plantas son regadas por la lluvia, no necesitan más humedad, — Martina no ocultó su mirada sorprendida.

Velsa fingió toser. Aliana bajó la cabeza con culpabilidad. Parecía que Martina pronto descubriría que la princesa no tenía un origen completamente aristocrático. El odio hacia los marcantinos crecía. Mientras los diserianos se conformaban con migajas de agua, los marcantinos no se privaban de su despilfarro. En la habitación solo quedó Martina, quien ayudó a la joven a desvestirse. La vergüenza quemó sus mejillas. Aliana siempre se había lavado sola, aunque en el palacio real las sirvientas la ayudaban. Era la primera vez que se bañaría en una bañera.

Entró tímidamente en el agua. El líquido caliente la envolvió por completo. La joven se sentía extraña. Demasiado húmedo a su alrededor. Aliana pasó los dedos por el agua. Salpicó con la mano y las gotas se esparcieron por todas partes. Repitió la acción varias veces. Le parecía divertido. No podía imaginar que se pudiera estar tumbada en el agua sin preocupaciones. Aliana bebió agua por primera vez hasta saciarse cuando llegó al palacio del rey de Disería. Observando a la princesa, Martina sonrió ligeramente:

— Le daré jabón. Con él, su cuerpo tendrá un aroma agradable.

La sirvienta se dio la vuelta, dándole la espalda a Aliana. De repente, el agua cerca de la mano de la joven se volvió caliente y quemó su piel con lenguas ardientes. Asustada, la princesa sacó la mano de la bañera. El agua se elevó en un fino chorro hasta su mano. Martina se volvió y Aliana rápidamente escondió la mano en el agua. Su corazón latía con fuerza y trataba de entender qué había pasado. Supuso que el agua reaccionaba así a su magia y la percibía como una amenaza.

Después de bañarse, vistieron a la princesa con un vestido. La modista hizo los ajustes necesarios y ahora el vestido le quedaba perfecto. Parecía demasiado lujoso. Aliana no estaba acostumbrada a tal cosa, pero por primera vez en su vida, se sentía como una verdadera princesa. El color turquesa se desvanecía gradualmente en azul y volvía al turquesa. Este vestido recordaba al océano y seguía las líneas de la cola de una sirena, que caía al suelo con una falda voluminosa. El dobladillo del vestido estaba bordado con hilos plateados que imitaban algas que se extendían verticalmente hacia arriba. Un tren estaba unido a la cintura, añadiendo pomposidad al vestido. Las mangas transparentes con un tono turquesa se fundían imperceptiblemente en el corpiño, decorado con piedras plateadas. El escote mostraba más de lo que la joven deseaba. No estaba acostumbrada a tales vestidos, pero debía admitir que este era el más hermoso que había visto.

Su cabello negro fue recogido en un peinado alto y adornado con una corona turquesa de corales. Le pusieron un collar alrededor del cuello y pendientes en las orejas. ¡Dios mío! Aliana se puso nerviosa. Nunca había llevado tanto dinero encima. Temía pensar qué pasaría si perdía las joyas. Aunque, eso no debería preocuparla, ya que esperaba que su plan de fuga funcionara. Después de robar la perla, llevaría agua a su reino. Finalmente, la gente no sufriría de sed y los jardines florecerían. La joven levantó la cabeza con orgullo y se obligó a seguir interpretando su papel.

El sol se puso y llevaron a Aliana a una sala pequeña. Martina informó brevemente:

— Su Alteza aún no ha regresado. Espere aquí.

La mujer salió y la princesa estaba tan nerviosa como si realmente fuera a casarse. Se acercó a la ventana y miró el mar. Le parecía majestuoso, peligroso, desconocido. Alguien entró en la habitación contigua. Aliana escuchó una voz masculina:




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