Jesse
Corriendo nos dirigimos a la casa del árbol. Los adultos siguen en sus cosas. Benito se ha traído una pequeña tabla que lleva colgada del cuello y un trozo de tiza. Dice que sabe qué hacer si Santa falla en su entrega de mi deseo.
Un plan.
A mí me suena a pan, y lo digo, provocando las risas de todos. Benito se acomoda los lentes, siempre están resbalandose de su nariz, ¿será por sus orejas pequeñas? Parado a mi lado se ve gracioso con su overol y camisa de cuadros, tiene siete años y yo acabo de cumplir diez.
—Queridos compañeros de penurias y dichas...
Todos rompemos a reír ante la seriedad de Benito
—¡Callense zopencos, estamos reunidos para ayudar a nuestro amigo Jesse con su deseo de tener una familia!
—¿Cómo haremos eso si ni siquiera podemos conseguir una para nosotros?—grita Sandy y todos comienzan a cuchichear.
Yo me levanto, saco un globo de mi bolsillo lo inflo y lo reviento con un alfiler provocando que todos me miren en silencio.
—Sé que todos nosotros queremos una familia. La señorita Dallas me gusta como mamá y yo le gusto como hijo. Podemos formar una familia. Pero no puede adoptarme porque necesita un papá.
—¿Donde se consiguen los papás?—pregunta Chloe con su vocecita tierna de niña de seis años.
—Creo que vienen en autos—contesta Sandy—Pero siempre vienen acompañados de las mamás.
—Cualquier hombre puede ser un papá —aclara Benito con su sabiduría infinita.
—No es cierto, el viejo Wallace no puede ser papá.
El viejo Wallace es un viejo gordo y calvo con una vieja furgoneta que nos lleva a la escuela.
—Buaf, no— agrego—La señorita Dallas es buena y linda. Quiero que sea feliz. Me gusta el doctor Andrew. La hace reír mucho.
—El doctor Andrew es guapo y bueno—añade Chloe—No como el viejo Wallace.
—Buaf—todos soltamos.
—Entonces queda decidido que el papá será el doctor Andrew.
Todos aplauden ante la idea.
—Y ¿cómo lo haremos?
Benito mira a un lado y al otro y murmura.
—Acerquense para decirles el plan secreto.
Nos acercamos y juntamos nuestras cabezas para que nadie nos robe el plan.
Benito ha elaborado un plan en tres fases
No me pregunten qué son fases porque no lo sé, pero suena a película de espías.
La primera fase es de investigación.
La segunda de implementación de estrategias.
Y la tercera de celebración.
Benito nos explica lo que haremos en cada fase. Y al final juntamos las manos y gritamos al unísono.
¡Una familia para navidad!
Primera fase de investigación del plan familia para navidad.
Doctor Andrew Garfield
1 de Diciembre.
Me levanto con ánimo nostálgico esta mañana. Vivo en una casita sobre mi consultorio médico. Acompañado de mi perro San Bernardo llamado Rufus y un gato atigrado llamado Rayas. Tengo a Rayas y Rufus como única compañía. Soy un soltero empedernido amante de los animales, la lectura, el beisbol y los niños.
Sí, me gustan tanto los niños que decidí hacerme pediatra.
En el aspecto profesional me va bien, no puedo quejarme. Mis días son tranquilos y satisfactorios. Y más cuando me visita mi hermanita Sara. Ella está casada y tiene dos pequeños hijos. Y cree que todos sobre la faz la tierra deben estar casados para ser felices.
Así que me ha concertado varias citas a ciegas que han salido de terror.
Por ejemplo: Estela la veterinaria vegana a la que se me ocurrió invitarle una hamburguesa. Roberta, la feminista que se ofendió cuando esbocé mis ideas acerca de los valores tradicionales. Sin olvidar a la pobre Eleonora a quien le salió una erupción terrible debido a un par de pelos de Rufus que cayeron en mi saco.
Definitivamente no tengo ningún sex appel. Y es que las citas no se me dan. Me siento raro y comienzo a decir estupideces. Y eso que soy inteligente. Pero mi tendencia es más bien a ser introvertido.
Esta mañana mi hermana está sentada en mi escritorio intentado convencerme de salir con otra de sus amigas.
—Andi—así me dice ese pequeño—Patricia es única. Una abogada muy sexy. Te gustará.
—Ajá—no aparto los ojos de la pc mientras ingreso los datos del diagnóstico de un pequeño paciente.
—¿Eso es un sí?
—Es un no. Sara, no me gusta salir con extrañas.
—Todos somos extraños hasta que nos conocemos.
—He dicho que no. Y no sé porqué insistes en buscarme citas del terror. Sabiendo que me siento incómodo.
—Andi, cariño, eres tan mono, tan lindo que no entiendo porqué ninguna te ha pescado.
Pega un salto y se asoma por la ventana.
—Es tu amiga la pelirroja, la asistente social. Qué linda, aunque necesite un buen estilista.
Me asomó y veo a la señorita Dallas. Sonrío. Tiene una buena vibra, siempre me ha parecido a esos gatos que les gusta brincar y terminan tropezando y relamiendose las heridas.
—Yo la veo bien así. Es una mujer joven y atractiva.
Me giro y veo a mi hermana sobandose las manos.
—Te gusta Dallas.
—No digas estupideces.
Comienza a hacerme cosquillas en las costillas y yo me doblo de risa.
—Te gusta Dallas, te gusta Dallas, te gusta, te gusta—canturrea torturandome—¡Mejor me voy! No quiero interrumpir tu cita con tu novia, mua mua.
Sale por la puerta que da directa a la sala de mi casa en vez de salir del consultorio y encontrarse con Dallas.
—No es mi novia, es una amiga—aclaro en un grito—luego miro mi reflejo en el cristal y me acomodo la bata de médico—. Solo somos amigos—mascullo.
Apenas abro la puerta para recibir a Dallas se tropieza con sus agujetas y cae en mis brazos.
Sus ojos azules como dos piscinas cristalinas y su cuerpo en mis brazos me despierta una agradable sensación de familiaridad y calidez.
Se siente bien.
¿Porqué no puedo dejar de sonreír cuando la tengo tan cerca?