Una fortuna para Luna

Capítulo 2

>Mattew Williams Duque de Greenwich<. Luna salió de su trance y se dispuso a entrar nuevamente en la casa de los BitTorrent, ha sido una suerte que nadie la haya visto con el vestido. Eso significaría quedar en la calle al instante, se enojó tanto con ese hombre que le pensaba dañar sus rosas favoritas, su papá se las había obsequiado después de que florecieron. Decía que eran tan blancas y tan puras como la mismísima luna, al igual que su hija. Entró a la habitación de la Señorita Abbie y dejó el vestido donde estaba. Se recogió el cabello con tres horquillas y se dispuso a hacer orden en las habitaciones.

Se pasó el resto de la noche recordando a aquel hombre. Sus hombros anchos, cabello claro y ojos cafés. Si alguien hubiese leído sus pensamientos se estarían burlando, ella; una criada pensando en un Duque poderoso. Se bañó los dientes, manos y rostro y se fue a la cama.

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-Lunaaaa, LUNA.¡ Ven para acá ya!- Gritó Lady Abbie desde su habitación. Hoy un Duque muy apuesto había citado a la joven BitTorrent a pasear, pero Abbie odiaba los paseos y además debía cantar a las díez. Ya tenía pensada la excusa de salir a probarse vestidos con unas amigas, cosa que no tenía, ya que las dos o tres se habían cazado. -Necesito que hoy haga de carabinera, pero antes de llegar yo me voy a salir del carruaje y te irás sola con el Duque.  Yo estaré en el bar a tres cuadras del parque. Ninguna palabra de esto a mi mamá. -La amenazó - Ahora escoje un vestido mío, alguno te debe de quedar.

Luna se quedó mosqueada sin dar crédito a lo que sucedía. ¿Un Duque? Oh, por Dios. No Greenwich, por favor no. Levantó la mirada y se encontró con Abbie que la miraba esperando a que despertase. Eligió rápidamente el vestido rosa pálido que ella misma había ido a recoger hace una semana en nombre de la señorita BitTorrent. Se vistió con ayuda de Abbie. Se hizo el recogido más presentable que pudo con su cabello y después se puso una capa, Luna esperó en el carruaje mientras la otra joven se despedía de sus padres, a los cuales les brillaba la mirada desde que encontraron la carta de Lord Greenwich invitando a su hija a pasear. Él se había disculpado por no poder pasar por ella, pero tenía poco tiempo y por eso la citó en el parque.

-Luna, solo necesito que haga el intento de actuar con educación. Después de esto creo que no volveremos a ver a ese tal Duque. Esto no saldrá de aquí -Agregó Abbie antes de subir su capa para cubrir su rostro para salir del carruaje en dirección al bar. Oh, cuando cantaba se sentía tan libre, llevaba cinco meses haciéndolo, pero claro que usaba un antifaz y evitaba que algún hombre se le acercara y la pudiera reconocer como la hija del marqués.  El carruaje reanudó su rumbo y Luna se puso nerviosa. No era la primer vez que Abbie la botaba y obligaba a realizar sus deberes, pero jamás había ido a una cita con un hombre y sola.

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Greenwich se estaba impacientando cuando llegó Luna. A la luz del día de veía aún más hermosa. Sus ojos brillaban y sus labios se veían aún mas apetecibles. Dejó de lado esos pensamientos, primero debía cortejarla y casarla. Sería suya, sin importar el costo.

-Mi Lady, no sabía si venía - Mentira, se había encargado de hacer una carta donde no había opción para responder de forma negativa, también envío un ramo de rosas blancas. - Tome asiento. - Le ayudó con la silla y ambos pidieron un café y pastelitos de Cocoa para él y Vainilla para ella.

-Entonces, mi Lord ¿Por qué su invitación? - Luna dijo en tono brusco tan pronto y como pudo salir de su sorpresa, porque una cosa era pensar que el Duque de Greenwich era con el que iba a pasear y otra era encontrárselo a su espera. Su vestuario era tan impecable, que de no ser por el vestido de Abbie ella se sentiría como pordiosera. Oh, y esa hermosa sonrisa que mostró tan pronto y me ayudó a bajar del carruaje. Se veía como un hombre decidido e incapaz de recibir una negativa.

- ¿Por qué no? Ambos estamos buscando una persona para casarnos ¿No? - Luna empezó a sentirse culpable por el hombre, pero después de todo ella no le había mentido, él la había confundido con la hija de los marqueses al verla con el vestido de baile. Ahora estaba intentando cortejarla como si fuese de la aristocracia.  Estuvo a punto de reírse y contarle toda la verdad, pero después de imaginó la cara enojada de Abbie y decidió seguirle la corriente. Después de todo sería sólo una cita y ya.

-Claro, sólo que no estoy segura de querer casarme con el hombre que pretendía dañar mis rosas. - Respondió con altivez y notó un brillo de gusto en la mirada de Greenwich, Oh no. ¿En qué diatres se metió?

-Estoy seguro que te lo puedo compensar.

 




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