Una gordita llena de amor

Capítulo 12

Atenas Ivanov

La semana paso muy rápido, hacer mudanza no es nada fácil y menos si tienes a dos pequeños terremotos de tres años, había conseguido una casa de dos pisos es de un estilo clásico moderno, cuenta con una sala de estar, la cocina grande y espaciosa, la ares de la mesa comedor también es espaciosa, tiene el área de lavandería, en la planta superior hay cuatro habitaciones, un baño completo, la casa es muy bonita, muy acogedora y me encanta muchísimo al igual que mis pequeñas H, esta situada en la 31 back river rd.

Agradezco que no teníamos muchas cosas porque antes de mudarnos vendimos y regalamos todo lo pudimos en Eugene, solo nos quedamos con lo esencial, voy a extrañar tanto lo que fue mi vida en Eugene, pero ya era hora de seguir avanzando, escalando por mas para darles el mejor futuro a mis gambitas.

En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba en el trabajo en el restaurante, todos pensábamos que los primeros días al abrir no se llenaría, pero nos equivocamos, desde el día uno que abrimos se llena como si vendiéramos especiales todos los días.

Era un viernes, el día se sentía bastante pesado, porque hoy estaba más lleno que días anteriores, todos teníamos un corre y corre, a mi me toco ayudar en varias áreas, por periodos de tiempo fui mesera, runner, anfitrión, ayude hasta en la barra y en la cocina, era un poco más de medio día cuando me tome un descanso al ser llamada a la oficina por mi jefe para hablarme de la llega de la exportación de vinos italianos que hacia la empresa Tomlinson, esto lo se porque el Sr. Nigel me brindo información mas detallada ahora que estamos en la misma cuidad de dicha empresa.

- En el inventario que hicimos en los días anteriores, decía que los vinos llegaban en cinco días, pero ahora que sabemos que estamos algo cerca de la empresa, puede que nos llegue antes – me avisa mi jefe.

El pobre se miraba con un semblante triste.

Asiento mientras le prestaba atención.

- Entendido – conteste mientras apuntaba lo que acababa de decir en un papel.

Tristán falto al trabajo hoy debido a que no se sentía para nada bien el Sr. Nigel lo dejo quedarse en casa, entonces me toco todo a mí, aunque puedo con ello, pero es muy agotador y mas hoy que tenemos muchos clientes.

De repente se escucha la puerta de la oficina ser tocada.

- Pase – avisa mi jefe con voz autoritaria.

La puerta se abre, miro por encima de mi hombro derecho, sonrió al ver que es Haimis, estaba algo seria, la entendía todos estábamos agotados.

- Sr. Nigel acaban de llegar unos socios y preguntan por usted- le avisa Haimis

- Déjalos pasar –le ordena a Haimis con voz autoritaria, hago para levantarme e irme, pero mi jefe no me deja– Atenas por favor quédate necesito hablar algo más con usted

Vuelvo a quedarme sentada en mi lugar, sin duda algunas él no está de humor.

Puedo escuchar como Haimis les avisa a lo socios que pueden entrar cuando ella sale de la oficina, siento dos presencias bastante grandes detrás de mí, puedo sentir una mirada sobre mí, por alguna extraño razón me estremezco, los bellos de mi piel se erizan, mi corazón se acelere como si no hubiera un mañana, esta sensación que siento no me esta gustando para nada

Salgo de mis pensamientos cuando escucho que me llama mi jefe.

- Lo siento Atenas, ven aquí lindura quiero presentarte a unos socios – me dice mi jefe con un poco más de emoción, estoy de espalda a los tres, ya que mi jefe se levantó para recibirlos- Ella es la subgerente de mi restaurante la señorita Atenas Ivanov, ellos son mis socios, quienes me traen el vino del bueno, los señores Di Santis y Tomlinson...

Escucho que nos presentan mientras me doy la vuelta, con una sonrisa cansada y amble paso la vista por mi jefe, lego por uno de los socios creo que es el primero que menciono, es un hombre grande de piel oscura y muy guapo esta vestido de traje, paso mi mirada al otro hombre, siento como se me tranca la respiración, mi sonrisa se borra en segundos, porque jamás podría olvidarlo por más que quisiera, el siempre será mi peor error.

No...no...no

Mi cuerpo comienza a temblar un poco, hago puños mis manos a los costados de mi cuerpo, la ansiedad y miedo me embargan juntos por todo mi cuerpo, siento un leve mareo me sostengo de la silla en la que estaba sentada, pero mi mirada no se despega de aquel hombre, siento que me baja todo hasta la azúcar los recuerdos de aquel día llegan con fuerza bruta a mi cabeza es como en ese momento estuviera viviendo lo que paso por segunda vez.

Me lleno de enojo, furia y odio a la vez, tanto así que no pienso en lo que hago simplemente camino hacia el con agresividad, sin importarme que estuviera mi jefe y el otro socio, no me importaba nada en estos momentos, estaba cegada de la ira que corría por mis venas, le reviento la mejilla de una cachetada el sonido del golpe hace eco en la oficina, a la vez que se escuchan jadeos de sorpresa.

- ¡¿Atenas que haces?! – grita mi jefe alarmado y con enojo- Como lo vas a cachetear, es uno de mis socios importantes

- Me importa una mierda lo que sea el, simplemente se la merecía -conteste con furia

Mi jefe me miraba enojado, perplejo y confuso, con la cabeza en alto salgo de la oficina, caminando por el pasillo hasta que llego a mi oficina y me encierro en esta pegando mi espalda a la puerta.

Como si estuviera segura en mi oficina mi piernas se me debilitan y caigo sentada en el piso, mis manos tiemblan con brutalidad sintiendo como mi respiración se vuelve demasiado irregular que no puedo respirar, mis ojos se cristalizan comienzo a llorar mientras tenia mis manos sobre mi pecho sentía que el corazón se me quería salir, sentía los latidos de mi corazón en mis oídos, comienzo a sudar frio de una manera des controladora estaba entrando en un ataque de pánico.

Una vez más todo vuelve a mí con más fuerza que antes.




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