Atenas Ivanov
A pasado dos días desde lo sucedido con el señor Tomlinson en el restaurante, no puedo creer que él se atreva a demandar el restaurante porque no quise seguir con su jueguito, no sé porque tuvo que ir a fastidiarme al restaurante, aunque me siento algo orgullosa me he desquitado reventándole la mejilla de una cachetada dos veces para que sepa que no soy esa gordita que humillo hace cuatro años atrás, que no me voy a sentar a llorar como aquella vez, soy más fuerte de lo que era antes, no le tengo miedo al muñequito de plástico millonario.
Mis compañeros se asustaron mucho por la reacción del señor Tomlinson, cuando él se fue me llenaron de preguntas que no quise contestar, no quería meterlos en más problemas, estoy segura de que ese imbécil llamaría a mi jefe para decirle lo mal que me porte, pero no me importa, él se merece eso y mucho más es una lástima que mi jefe no conozca la verdadera cara de ese cabrón.
Estaba limpiando algunas mesas ya que estos días han sido muy movidos, el trabajo es mucho, cada uno de nosotros estamos agotados, pero estamos felices de que al movernos de estado la clientela sea mucho más que en Eugene, por la puerta del restaurante entra mi jefe, se notaba la molestia en sus ojos y sus expresiones al mirarme, el camina hacia mí con paso firme, su cuerpo tenso del enojo y vine señalándome, agradezco que en este momento del día solo hay dos mesas con clientes, una pareja de ancianos sentados cerca de uno de uno de los ventanales de vidrio, la otra pareja más joven estaban a una mesa de mí.
A juzgar por su cara el muñequito de plástico millonario tuvo que a ver abierto la maldita boca, ahora me van a llover un chorro de regaños y últimamente el Sr. Nigel no ha estado de humor, cuando lo tengo frente a mí, me hecho hacia atrás, parece que mi jefe tiene rabia, necesita una vacuna o algo parecido, trago grueso cuando vuelve a señalarme, esto es muy enserio.
- Atenas... Solo una cosa tenías que hacer, ¡solo una! -grita enojado.
Brinco en mi lugar porque él nunca me había gritado, lo miro llena de sorpresa, no puedo creer que mi jefe me esté gritando al frente de mis compañeros y de los clientes, puedo escuchar como todos dejan de hacer lo que estaban haciendo para mirar hacia nosotros, apuesto que los clientes también.
- No sé qué bendito problemas tengas con Tomlinson -pasa su mano por su cabello blanco por las canas, su mirada es llena de furia y decepción- Solo te pedí hacer una cosa bien y ni eso pudiste hacer, ahora tengo una maldita demanda al nombre del restaurante
- ¡¿Que?! -pregunto perpleja- ¿Nos está demandando?
Termino preguntando en susurros, ahora si me las vi negras por culpa de ese muñequito de plástico, juro estrangularlo cuando lo vea, bueno si es que no me despiden primero.
Solo mi cabeza logro captar la palabra ¨demanda¨, como esa escoria se atrevió a demandarnos por cachetearlo por sus tratos injustos, por venir a joderme la paciencia, si antes lo odiaba ahora mucho más lo hacía.
- Como escuchaste, mi socio mayoritario del restaurante nos está demandando, por agresión de empleador a cliente y difamación...
- Yo lo siento Sr. Nigel -me disculpo sinceramente- Pero...
Mi jefe levanta la mano para que me calle y se hago, es injusto que el solo escuche la versión de su socio y no la mía, siento también la furia correr por mi cuerpo, el Sr. Nigel se da cuenta de mi cambio porque alza su ceja derecha mientras se cruza de brazos, tomando una actitud de negativa hacia mi persona.
- El señor Tomlinson me dio una opción que no voy a desaprovechar, debido a que no quiero problemas siendo nuevos en este estado y ciudad
- ¿Qué quiere decir con eso?, ¿Me va a despedir sin escuchar mi versión? -pregunto hora yo interrumpiéndolo- ¡Eso no es para nada justo!
El vuelve a lanzarme una mirada mortal, pero me quedo con la cabeza en alto, no quiero discutir por culpa de un imbécil que se cree la gran cosa solo por tener algunos millones en el banco, miro hacia atrás y mis compañeros están pendiente de lo que está pasando entre el Sr. Nigel y yo, puedo ver también sus caras de sorpresas porque nuestro jefe no era así antes del divorcio con su esposa.
- ¿Justo? ¿Tu comportamiento es justo Atenas? – me pregunta en tono de reproche – ¡Mírame cuando te estoy hablando!
Ordena con voz dura, ya este punto siento mis ojos cristalizarse, tomo un respiro y con los brazos cruzados sobre mi pecho me volteo a mirarlo.
- Le disté una cachetada cuando los viste en mi oficina la semana pasada, no quieres atenderlo que fue lo único que te pedí gracias a que no iba a terminar sus negocios conmigo, vuelves a cachetearlo y lo tratas mal cuando vino hace dos días -dice enumerando con sus dedos.
- Tengo mis razones para comportarme así con el Sr. Nigel -dije ya al borde de la histeria.
Esto no me puede estar pasando, es una maldición en mi vida que nunca voy a poder borrar, ojalá y no me hubiera acostado con el cuatro años atrás.
El Sr. Nigel se encoge de hombros restándole importancia a lo que le acababa de decir.
- No me importa las diferencias que tengan, el medio una salida y yo la tome, lo siento Atenas, pero por tu culpa salimos todos perjudicados – me dice con simpleza, ya agotado de todo esto.
Como si yo tampoco estuviera cansada de los problemas que trae el señor Tomlinson, tampoco puedo creer que me esté culpando de todo.
¡No es justo! ¡Esto es una mierda!
- Hicimos un trato, tu trabajas para él un tiempo y el quita la de manda a mi restaurante, así que Atenas desde mañana lunes trabajaras como la asistente del señor Tomlinson en su empresa vinícola por el tiempo que el crea correcto
Me quedo de piedra en mi lugar, escucho a mis compañeros y amigos quejarse, veo como mi jefe se aleja, creo que a su oficina, lagrimas no tardan en aparecer caen por mis mejillas un poco regordetas, sentía dolor en el corazón porque no podía creer que el Sr. Nigel me estaba haciendo esto a mí, él nunca me había hablado o tratado de esa manera.
Editado: 14.11.2024