Steve Tomlinson
Tanto Atenas como yo nos quedamos mirándonos como quisiéramos estrangular al otro, estaba molesto, irradiaba furia, botaba fuego por los ojos, como ella se atrevió a llevarme la contraria al frente de mi secretaria, es mi jodida empresa y hago con ella lo que me salga de las jodidas pelotas, soy el puto jefe, los empleados hacen lo que yo les diga.
Paso mi mano por mi rostro, vuelvo a poner mis ojos sobre ella, no puedo negar que se ve muy bien como esta vestida toda casual, pero esta es una empresa reconocida en la cual ella tiene que venir vestida mas profesional, ella sigue mirándome con seriedad y aburrimiento mientras tiene sus brazos cruzados sobre su pecho.
- ¿Me vas a seguir mirando o me vas a explicar cuál será mi trabajo aquí...Sr. Tomlinson? -Me pregunta retándome.
Odio que ella me rete, respiro con algo de fuerza expandiendo las paredes de mi nariz, suelto un gran suspiro, no pensé mucho a la hora de proponerle el trato a Bartolome, no llevo con ella ni diez minutos y ya me está colmando la paciencia.
- Bájale a tu osadía señorita Ivanov, solo está aquí para remendar los actos que tuvo contra mi desde que me vio en el restaurante, puedo hundir tanto a Bartolome como a tus compañeros del restaurante -amenazo con severidad.
Sus ojos se oscurecen del enojo sus manos se hacen puños a los costados de su cuerpo, muerde su labio inferior con fuerza en una manera de contenerse a cualquier cosa que me quiera decir, si antes me quería matar ahora lo confirmo, sonrío en grande con diversión.
- ¿Quedo claro señorita Ivanov? – pregunto con arrogancia.
Ella solo se quedó mirándome unos segundos como debatiéndose, para luego asentir no muy convencida.
- Quedo claro...Sr. Tomlinson -me contesta apretando los dientes.
Sonrío con suficiencia aun mirándola, me levanto de mi silla para acercarme hacia ella, Atenas no se mueve de su lugar, no hay ningún indicio de que se ponga nerviosa teniendo mi presencia cerca de ella, acomodo mi saco, me siento sobre mi escritorio frente a ella.
- Como serás mi asistente personal tendrás que ayudar a Olivia y tendrás que satisfacer mis necesidades
La cara de ella se llena de sorpresa, al parecer entendió mal mis palabras, pero tampoco me voy a corregir, que piense lo que quiera, la dejare con esa duda, tal vez no sea tan malo tenerla aquí, le voy a fastidiar la vida que querrá renunciar por ella misma y yo lo voy a disfrutar muchísimo.
- Cuando te llame tu corres y entras a mi oficina -un toque en la puerta interrumpe lo que quería seguir diciendo.
- ¡Pase! -demando.
Me levanto del escritorio a la vez que se abre la puerta, como soy mucho mas alto que ella puedo ver a Salvatore entrando a mi oficina, este me mira con cara de interrogación, me encojo de hombros, vuelvo a mi silla.
- Señorita Ivanov, le presento a mi socio y mano derecha Salvatore Di Santis
Salvatore se acerca a ella y le tiende su mano, Atenas mira la mano de Salvatore, para luego poner la sonrisa mas falsa del mundo sin aceptar el saludo, ella ahora lo mira a la cara, Salvatore se queda incomodo y baja la mano poniéndola en uno de los bolsillos de su pantalón.
- Se perfectamente quien es usted señor Di Santis y usted saben quién soy yo, no hay necesidad de presentaciones estúpidas
Ella posa su mirada a mí, para luego sonreír como si nada hubiera pasado ignorando la presencia de mi mejor amigo, miro de reojo que Salvatore ríe mientras niega, pero se queda parado donde esta.
- Señorita Ivanov, le pido respeto para mi socio y para mí -pido con poca paciencia, ella solo rueda los ojos con evidente fastidio.
- Solo una cosa señor Tomlinson -menciona con amargura- Solo necesito saber cuál será mi hora de entrada y salida
- Cierto, no te había dicho, trabajaras de ocho de la mañana a cinco de la tarde, de lunes a viernes y los momentos que te necesite en los fines de semana
Alzo la mano cuando ella quiere replicar, ella infla sus mejillas del enojo, se ve tierna, niego levemente ante esos pensamientos. No y no ella es gorda, no te puede llamar la atención la gorda jamás en tu vida Steve, ¡espabílate cabrón!
Me mantengo en mi faceta serio y frio.
- No puedes decir que no, soy tu nuevo jefe, además sabes muy bien que va a pasar si te niegas señorita Ivanov -le recuerdo.
- Como digas señor -contesta con enojo nuevamente.
Ella está tratando de disimular su enojo, pero ella es muy evidente, ella se sostiene de su pantalón a los costados, ella será un infierno trabajar aquí, de alguna manera tengo que desquitarme las tres cachetadas que me dio en días pasados, no puedo dejar pasar eso por alto, nadie jamás se atrevió a ponerme la mano encima y ella ya se atrevió tres veces.
- Ahora traerme una café para mi y uno para mi socio, luego te pones al corriente con Olivia
Ella sin pensarlo dos veces se retira de mi oficina cerrando la puerta con fuerza, suspiro un poco pasando mi mano por mi cabello, Salvatore ríe y se sienta en una de las sillas frente a mi escritorio, este me mira con diversión.
- Hermano estoy seguro de que el que saldrá perdiendo en esto serás tú -se ríe.
- Jodidamente no, la hare pagar cada una de sus cachetadas -suspiro un poco.
- Steve ella no te tiene miedo, solo se contiene porque no quiere que nada le pase al Sr. Nigel y sus amigos del restaurante
- Ella debe tener una debilidad que pueda utilizar para tenerla mansita
Salvatore me dice malo y cruel que soy, me encojo de hombros, me quedo pensando un poco, como puedo hacer para joderla, se que Salvatore sigue hablando, pero no le presto mucha atención, la puerta de mi oficina es abierta entra Atenas con dos tazas de café.
- A qui tienen sus cafés señores -anuncia con cortesía.
Me quedo mirándola, buscando indicios de su cambio de humor, hace poco estaba enojada ahora simplemente esta normal, esta seria, deja un café al frente de Salvatore, luego deja la otra taza de café al frente de mí.
Editado: 14.11.2024