Gabriel
La frescura de la mañana trae consigo la certeza de que Valentina no solo es una asistente eficiente, sino también la mujer más hermosa que he tenido el placer de conocer. Su determinación como madre y su competencia profesional me inspiran.
Contratarla no solo fue una decisión basada en su habilidad en el trabajo, sino también en la conexión única que compartimos desde el primer encuentro. La dualidad de su vida, entre ser una madre dedicada y una profesional excepcional, la hace destacar de manera extraordinaria.
Mientras la jornada se despliega, la lluvia de ayer se disuelve en la memoria, dejando espacio para un nuevo día lleno de posibilidades. El entorno político exige formalidades, pero la relación que estamos construyendo va más allá de las reglas convencionales.
Al dirigirme a la cocina, encuentro a Valentina, dedicada a la rutina matutina con Sofía. El ambiente está impregnado de una serenidad matinal mientras Valentina prepara con amor el desayuno para su hija.
—Buenos días, Valentina. ¿Cómo ha sido la mañana hasta ahora?
—Buenos días, Gabriel. Todo tranquilo hasta ahora. Solo estamos disfrutando del desayuno.
El aroma del desayuno se mezcla con la atmósfera acogedora de la cocina. Observo cómo Valentina equilibra hábilmente su rol de madre y profesional, una habilidad que no deja de impresionarme.
—Gabriel, ¿qué tenemos planeado para hoy?
—Hoy es un día libre, Valentina. No hay agendas apretadas ni reuniones programadas. Puedes disfrutar de un merecido descanso.
—Es agradable tener un día libre. ¿Alguna recomendación sobre cómo podríamos aprovecharlo?
La pregunta de Valentina me invita a pensar en cómo hacer que este día sea especial para ella y su hija. La mansión ofrece diversas opciones, pero quiero asegurarme de que sea algo que ambos disfruten.
—Tal vez podríamos explorar los jardines de la mansión o planear algo más relajado, como una tarde en la sala de lectura. ¿Hay algo en particular que te gustaría hacer?
—Los jardines suenan encantadores. Sería agradable disfrutar del aire libre.
Con esa elección, decidimos dirigirnos a los extensos jardines que rodean la mansión. La frescura de la mañana y la promesa de un día tranquilo crean la atmósfera perfecta para esta escapada improvisada.
Mientras caminamos por los jardines, Valentina y yo compartimos conversaciones sobre la vida, sus experiencias como madre soltera y los desafíos que enfrenta. La conexión entre nosotros va más allá de lo profesional, y este día libre se convierte en una oportunidad para conocernos mejor.
—Valentina, tu fortaleza y dedicación como madre son admirables. No puedo evitar preguntarme cómo equilibras tan bien tu vida personal y profesional.
—Gracias, Gabriel. Es un desafío, pero Sofía es mi mayor motivación. Hago lo que sea necesario para darle lo mejor.
En medio de nuestra conversación relajada en los jardines, el sonido inconfundible del llanto de Sofía rompe la tranquilidad. Valentina, con una destreza innata, ajusta su atención a su hija.
—Shhh, mi amor, todo está bien.
Valentina mueve suavemente a Sofía en sus brazos, buscando el equilibrio perfecto que calme sus lágrimas. La preocupación se refleja en sus ojos, pero su expresión maternal transmite una calma reconfortante.
—¿Necesitas ayuda, Valentina?
—Gracias, Gabriel. Creo que solo necesita un poco de consuelo.
Con movimientos suaves y palabras cariñosas, Valentina logra calmar a Sofía. La pequeña, sintiendo la seguridad de los brazos de su madre, se tranquiliza gradualmente.
—Eres impresionante, Valentina. Tu capacidad para manejar cada situación con gracia es admirable.
Después de la pequeña pausa para calmar a Sofía, Valentina expresa su intención de regresar a casa. Observo que las nubes comienzan a cubrir el cielo, indicando un cambio en el clima.
—Creo que es hora de regresar a casa, Gabriel. Gracias por este día libre, ha sido encantador.
—Por supuesto, Valentina. Permíteme llevarte a ti y a Sofía de vuelta. El clima parece estar cambiando.
Valentina asiente agradecida mientras nos dirigimos hacia la mansión para organizar nuestro regreso. La conexión entre nosotros, ahora más allá de lo profesional, se refleja en este gesto cotidiano de ofrecer un viaje de vuelta a casa.
Mientras el auto se detiene frente a la casa de Valentina, decido agregar un gesto más a este día especial.
—Gracias por compartir este día, Valentina —beso su mejilla.
Al llegar a casa lo primero que hago es ir a mi oficina para buscar el el video que tengo de Valentina cambiándose en la habitación de huéspedes.
Se que esta mal hecho hacer esto, pero es una necesidad ver su perfecto cuerpo.
—Vas a ser mía , nena —hablo para mi mismo.
Valentina se gira y veo su perfecto cuerpo.
La sorpresa se instala en la habitación cuando me informan que Carmen, mi exnovia, está afuera insistiendo en hablar conmigo. Decido enfrentar la situación de frente y les indico que la dejen pasar. Carmen entra con una expresión seria, y la atmósfera se tensa en la habitación.
—Carmen, siéntate, por favor. ¿Qué es lo que quieres decir?
Carmen toma asiento, y el silencio parece pesar en la habitación. La historia compartida, los recuerdos y las emociones palpitan en el aire mientras ambos nos preparamos para abordar la conversación.
#11078 en Novela romántica
#2280 en Chick lit
celos amor destino amor verdadero, amor romance humor, madre joven soltera
Editado: 13.03.2024