La nieve caía de una forma tan perfecta, como si todo estuviera calculado desde hace miles de segundos, las hojas de los árboles se dejaban caer en el suelo, volviéndose un tronco seco y a la vez helado, todos estos rasgo de nuestro entorno nos indicaban que invierno empezaba su llegada, nos acompañaría durante varios meses, tal vez me emocione un poco por que sentí que a mi alrededor todo se movía lento, me había desconectado del mundo nuevamente, centré mi vista al frente, aquí está la razón por la que termine distraído, estaba delante de mí un insípido asiento de autobús, se veía sucio y polvoriento realmente me producía asco, desvié mi mirada del repugnante puesto ocupado por un hombre compostura robusta, cabello negro totalmente despeinado y sin lavar, no logre ver su cara por estar colocado detrás de él, sentí que mi nariz era atacada por el fuerte y nauseabundo olor de este tipo, decidí moverme de lugar. Después de unos cuantos minutos llegue a mi destino, tome mi portafolios y me moví con máxima cautela de no molestar a los demás pasajeros.
Camine por las calles cubiertas de nieve, se sentía tan bien entre mis zapatos estaba tan fría, tan suave, tan delicada y simplemente perfecta, realmente la adoro, no puedo creer aun que cada copo de nieve es diferente al anterior, es hermoso nada puede compararse con su grandeza.
Nuevamente me distraje con la magnificencia de la nieve, sin darme cuenta por donde caminaba, choqué con una mujer de cabellos rojizos, se veían sedosos y muy suaves, poseía unos ojos verdes como esmeraldas, tenía un simple vestido blanco con mangas largas, se distinguía que era un encaje muy antiguo, una verdadera obra de arte plasmada en tela, me agache a recoger los papeles de la señorita desconocida, aparentemente le dolía el golpe del choque pues seguía frotando su cabeza que fue impactada con mi hombro.
—Tome-digo de forma amable, extendiendo sus papeles mientras me dirigía a la señorita -Disculpe las molestias.
—Gracias-dijo tomando delicadamente los papeles, recoge parte su flequillo deslizándolo por su oreja derecha, mientras sonreía en forma de agradecimiento.
Tome mi portafolios del suelo, había caído por el choque entre la joven desconocida y yo, al levantarme esta misteriosa mujer me miraba atentamente como pretendiendo algo, me extiendo su mano para levantarme, gustosamente acepto su oferta.
—Gracias-digo en una simple sonrisa, suelto su mano para alejarme y volver a casa-Adiós que tenga un buen día.
Al darme la vuelta, siento como la mujer toma mi brazo en señal de que me detenga, al voltearme puedo ver que me mira con curiosidad no entiendo lo que quiere, sus ojos se quedan paralíticos con los míos, nuestras miradas no se separaron por unos largos 15 segundos, hasta que decidí romper el silencio.
— ¿Qué se le ofrece?-digo con una mirada confundida, esperando anheladamente la respuesta de la mujer.
Quedo en silencio un par segundos, me miro detenidamente como si fuera un extraño espécimen, sus ojos cruzaban con los míos una extraña cantidad de veces, ya era algo perturbador, de golpe la misteriosa mujer dio un salto sorpresivo como si cayera en cuenta de algo, su rostro se apagó de un momento a otro, se encontraba desconcertada como si se hubiera perdido, se percató que sujetaba aun mi brazo y lo soltó de forma brusca.
— ¡¿Quién eres?!-grito de forma desenfrenada y totalmente alterada, miró con su rostro perdido de su entorno- ¡Aléjate de mí!
— ¿Se encuentra bien?-digo tratando de tranquilizarla, mientras me acerco puedo ver que se aleja con mucho miedo y pavor hacia mi persona.
— ¡Depravado!-grito de forma chillona, la gente se voltio a observarnos con curiosidad y desagrado hacia mi persona, la mujer salió corriendo perdiéndose entre la multitud.
Deje salir un suspiro y seguí mi camino como de costumbre, la gente ponía su mirada encima de mí y siempre juzgándome sin saber que paso por esto todo los días desde hace dos años, por alguna razón pasa solo con las mujeres me miran y luego huyen de mi como si fuera un psicópata. Es extraño si te pones a pensar, desde hace esos dos no puedo tener una conversación sana y sensata con una mujer.
Me dirigía a mi apartamento que compartía con mi amigo Mark, ya saben así es más fácil pagar la renta, Paso entre el rio de gente que había, con mucha paciencia por fin llego a mi edificio, cruzo la puerta y subo por las escaleras al tercer piso, paso por un pasillo angosto, pero no tanto, saben lo humanamente posible para pasar, ya estando en el frente de la puerta saco las llaves y entro.
—Mark ya llegue- dije entrando mientras me quitaba la chaqueta.
Un silencio sepulcral se apodero del cuarto, eso me preocupo ya que era raro de Mark, era de esas personas muy escandaloso, que siempre hacían mucho ruido cuando trabajan, él era un pintor con mala paga, lo cual era muy triste porque su trabajo era hermoso, era tan tranquilo que el miedo se apodero de mí, camine con lentitud hacia la sala, todo se encontraba oscuro y negro, era tan aterrador.