Una huella en la oscuridad

Capítulo 29: Naja

Finalmente lo he hecho. He acabado haciéndole daño a alguien. Todo por culpa de esta magia que no sé controlar. Todo ha ido de mal en peor desde que Eraxium apareció. Solo me gustaría que todo volviese a ser como era antes. Cuando no estábamos involucrados en todo este asunto. Así Shunaxx no habría tenido que sufrir por mi culpa.

Me siento contra el tronco de un árbol y me abrazo las piernas, intentando hacerme invisible. Siento como las lágrimas salen de mis ojos y empiezan a rodar por mis mejillas, acariciándome la piel. No sé cuanto tiempo he estado corriendo pero sé que me he alejado demasiado de los demás. Creo que me he perdido en este bosque.

Bien. Así no volveré a hacer daño a nadie. Quizás esto sea lo mejor ahora para todos. Espero que mi hermano no se preocupe demasiado por mí.

Noto como algo cálido y húmedo me lame la mejilla. Levanto la vista para encontrarme con la mirada azul de Aliska, que me mira preocupada. Hago un gesto para que se aleje.

—No te acerques a mí, Aliska. No quiero hacerte daño a ti también.

Sin hacer caso a lo que le he dicho, coloca su cabeza en mi regazo. No puedo evitar sonreír, pero por si acaso procuro no tocarla. Me odiaría si llegase a herirla. Miro a mi alrededor, todo está muy oscuro ahora. Siento un escalofrío y me cubro los brazos con mi capa. Sigue sin gustarme la oscuridad.

Levanto la vista hacia el cielo, recordando lo que Oshan me dijo aquella vez. La luna y las estrellas brillan con fuerza sobre nosotras. Busco entre mis ropas el colgante que me regaló y lo alzo para mirarlo. La Piedra de la Luna brilla contra la palma de mi mano y consigue que me tranquilice un poco.

 

Entonces escucho una voz que me resulta familiar y alzo la vista rápidamente.

—Hola de nuevo, Naja.

Ante mi se encuentra Eraxium con una especie de humo alrededor, como si fuese un fantasma seguramente al haber usado algún hechizo para venir hasta aquí. Siento como el miedo se apodera de mí y me pongo en pie de un salto, lista para echar a correr. Pero mis piernas no me responden y me quedo parada en el sitio.

—Por favor, no te asustes de mí. Solo quiero ayudarte.

—Yo no quiero tu ayuda —contesto intentando que no me tiemble la voz.

Eraxium se queda callado unos segundos, como pensando en lo siguiente que va a decir y me mira con lo que parece ser preocupación. ¿Está preocupado por mí? No, no lo creo. Aliska lo observa, estudiando sus movimientos.

—Sé que ha despertado en ti la magia oscura. Tienes problemas para controlarla, ¿no es así?.

—Para nada, sé controlarla perfectamente —miento.

Él pone una media sonrisa y coloca las manos detrás de su espalda. No parece que le haya convencido demasiado. Aparto la mirada incómoda.

—Entonces, ¿por qué te has escapado al fondo de un bosque, lejos de todos tus amigos? ¿No será que te da miedo hacerles daño?

Odio que parezca saberlo todo. Él no me conoce, no puede saber lo que pienso. No quiero que lo haga. Solo quiero que se vaya de aquí.

—Esos dos aprendices que van contigo no podrán ayudarte. Necesitas a un verdadero hechicero oscuro que te enseñe. Nuestra magia es diferente a la suya

—¿A alguien como tú? No, gracias; antes prefiero quedarme aquí sola.

Vuelve a quedarse callado, observándome con atención. Yo le sostengo la mirada, desafiante. No voy a dejar que vuelva a tener control sobre mí. Está vez las cosas no le saldrán como él quiere.

—No soy tan horrible, Naja. Sé que os he atacado a ti y a tus amigos, pero tengo mis propias razones. Me gustaría que todo hubiera sido de otra forma, de verdad.

Se me escapa una risa, incapaz de creer en sus palabras. Él da un paso dispuesto a acercarse a mí pero yo retrocedo y no vuelve a hacer ningún movimiento.

—¿No me crees? Trato a mis alumnos como si fuesen de mi familia. Si te conviertes en mi alumna lo verás con tus propios ojos. Ninguno de nosotros te hará daño, te lo aseguro.

—No quiero ser tu alumna. Ni tampoco quiero esta magia —le digo empezando a perder la paciencia—. Esta magia no me pertenece, ni a mí ni a vosotros. Es la magia del Rey Maagilyn. Se la robaste.

La expresión de su rostro cambia y me mira con sorpresa como si no supiera de que hablo. ¿Pretende hacerme creer que él no tiene nada que ver? Fue él el que le robó la gema. Por eso Launeex ha tenido que ir a buscar ayuda a los humanos. Me irrita que actúe como si no supiera nada.

—Así que… —dice con un aire pensativo—. ¿El maagilyn que viaja con vosotros no es el príncipe maagilyn?

—Es la princesa —digo irritada—. Salió a buscar ayuda para encontrar la gema que le robaste a su padre. No me vayas a decir ahora que no sabes de que te hablo.

Me sorprendo a mí misma por hablar así, siento que no soy yo misma. Y estoy segura de que es por culpa de esta magia.

—Ya veo… Se ha convertido en rey, debería haberlo imaginado antes.

Le miro sin comprender. ¿No era a Launeex a quien buscaba sino a su padre? ¿Para qué? ¿No le ha hecho ya demasiado daño? Aquí hay algo que no puedo llegar a entender. Pero tampoco quiero saberlo, eso no tiene nada que ver conmigo. Lo único por lo que debería de preocuparme es en recuperar la gema que este hombre robó.

 

Él sigue hablando como si nada.

—Escucha, Naja —empieza a decir—. Sé que lo que hice no estuvo bien, yo mismo me arrepiento de lo que hice. El antiguo rey era mi amigo, él me dio mi magia en su día. Pero lo hice en un acto de desesperación, estaba muy dolido por la muerte de Haze y no pensaba en lo que hacía.

Me viene el nombre a la mente rápidamente. Recuerdo el día en el que me encontré con él y me habló sobre Haze con un profundo dolor en la voz. Parecía muy deprimido en ese momento y veo en sus ojos ese dolor al haber pronunciado su nombre hace un segundo.

—Te refieres a… la tigresa blanca, ¿verdad? La que fue tu compañera.



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En el texto hay: amor, amistad, fantasia magia

Editado: 08.12.2020

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