Una Luna para cada Lobo

Capítulo 6

   Era las 3:37 de la noche y todos se encontraban durmiendo. Julián se despierta y va a la cocina a tomar agua. Encuentra a Sandra en la sala observando por la gran ventana.
—¿Qué hace usted despierta a estas horas, señorita? -le pregunta Julián a Sandra.
—Me desperté y no podía dormir de nuevo. Vine a ver algo de televisión y me provocó ver la luna. Me encanta la luna llena.
—Cuidado que te conviertes en lobo -bromea él.
—Mi enfermedad se llama Lupus que significa lobo, pero eso no quiere decir que me convierta en uno -ella le saca la lengua.
—No entiendo porque le colocaron ese nombre.
—Según dicen que es porque uno de los síntomas es la eritema en alas de mariposa, que es una erupción rojiza en la nariz y mejillas, se asemeja  a las manchas de un lobo -ella le responde señalando las partes de su cara.
—Extraño para una enfermedad.
—A mí también me parece. Y la mariposa es el símbolo del lupus por esa erupción, pero también significa belleza, vida y esperanza.
—Y eso es lo que debes tener. Belleza siempre lo has tenido, vida es lo que te sobra y esperanza es lo que nunca debes perder -le dice Julián.
 Sandra lo abraza. Julián empieza a sentirse algo extraño, no podía negar que ella era alguien demasiado especial para él. Más de lo que esperaba.
—Tus palabras me hacen muy bien.
—Y tú compañía a mí. Hace tiempo que no estamos los dos solos charlando en persona -él le dice mirándola a los ojos.
—Así es, yo he estado algo desanimada estos días por culpa de...
—Del idiota ese -termina de decir él.
—Sí.
—Eres muy valiosa para ese tipo. Mereces a alguien mucho mejor.
—¿Tú crees? -pregunta Sandra con ojos tiernos. 
  Julián era esa persona que la alegraba con sólo unas pocas palabras.
—Por supuesto. El hombre que te tenga será muy feliz -él le acaricia la mejilla con ternura.
   Sandra se sonroja y baja la mirada. Esas hermosas palabras habían tocado su corazón, por alguna razón Julián siempre le hacia levantar el ánimo.
—¿Y cómo es tu hombre ideal o tú príncipe azul? Como quieras llamarlo -pregunta Julián con interés.
—Los príncipes se extinguieron con los dinosaurios -se ríe ella- Bueno, no tengo como tal un hombre ideal.
—¿Cómo te gustaría que fuera? -insiste él.
   Ella se puso a pensar —Que me ame mucho, sea tierno, cariñoso, romántico, detallista. Que yo sea especial y única para él, eso es lo más importante. Que sea divertido, alegre, fiel, trabajador, inteligente. No tenga vicios.
—Pides mucho.
—Yo no me voy a conformar con cualquiera, como antes. La idea es ser feliz, si estoy con alguien que no me quiera tendría una relación triste y aburrida, otra vez.
—Tienes un buen punto -concuerda Julián. Ella merecía a un excelente hombre.
—¿Y cómo sería tu princesa azul?
—¿Princesa azul?
—Los hombres también deben tener una mujer ideal -dice Sandra. Ahora era ella la que tenía interés.
—Nunca lo había pensado -él duró un pequeño rato en silencio- Que no esté conmigo por interés. Que sea tierna, cariñosa, inteligente, fiel, bella tanto dentro como por fuera, que sea una gran amiga y compañía, que pueda hablar con ella de lo que sea por horas y tener la confianza de contarle mis problemas y todo lo que me suceda, que tengamos gustos en común.
—¿Y no conoces a alguien que encaje con esa descripción?
  Julián se puso a pensar y se dio de cuenta de algo. Si había alguien quien era exactamente esa clase de mujer y la tenía en frente de él. El corazón de Julián comenzó a latir con fuerza 《Esos locos tenían razón. Estoy enamorado de Sandra》 pensó él.
—Julián ¿estás bien? -preguntó Sandra que veía a Julián algo desorientado.
—Sólo estaba pensando. Quizás pronto encuentre a esa chica.
—Esa es la actitud, muy positiva.

***
  Al día siguiente estaban en el jardín preparando todo para realizar una parrillada. El timbre sonó y Sandra avisó que ella abriría mientras los demás se encontraban ocupados. Al abrir se encontró con una mujer con el cabello castaño muy claro y ojos cafés. 
—No sabía que Julián tenía sirvienta nueva. Voy a entrar avísale que estoy aquí.
  Sandra se detuvo delante de ella evitándole el paso. Ésta la miró con odio. Ella reconocía a la pretenciosa mujer que tenía al frente y por esa razón no la iba a permitir entrar.
—Yo no soy la sirvienta y no creo que Julián quiera verte.
—¿Y quién se supone que eres tú? -dice la mujer observándola con desprecio.
—Soy una amiga de Julián. 
—No te metas en los asuntos que no te corresponde, muchachita.
—Para tu información tenemos la misma edad -contesta Sandra con el mismo tono que ella.
—Sandra ¿Quién es? -pregunta Julián acercándose a la puerta hasta que vio a la mujer - ¿Qué haces aquí, Silvana?
—Vine a visitarte y para que hablemos. Tú estás muy confundido.
—No estoy confundido. Se bien lo que escuché.
—Lo malinterpretaste. Es mejor hablar a solas sin nadie estorbando -dice Silvana mirando a Sandra. 
—Sandra nunca va a estorbar en mi vida y creo que la que si estorba eres tú. Puedes retirarte. No tenemos nada de que hablar -responde Julián seriamente. Él ya no creería más en sus mentiras. 
—Tenemos que arreglar lo nuestro. No puede terminar por peleas tan tontas.
—Dijiste que yo solo era un iluso, un simple banco para ti en donde podrías sacar dinero cada vez que quisieras y que disfrutaste con el actorcito ese muchas noches de un gran sexo.
—Fue solo una pequeña broma. Nada de eso era cierto. Te lo prometo -dice Silvana con cara triste.
 Insistía Silvana, ella siempre conseguía lo que quisiera y él no iba a ser la excepción.
—Tu tono no fue de broma.
—Podemos arreglarlo. Éramos muy felices.
—No lo creo -Julián se mantuvo firme. Silvana era una excelente manipuladora y no iba a caer se nuevo.
  Silvana estaba molesta por los rechazos de Julián. Ella pensaba que él estaría dispuesto a perdonarla sin problemas.
—¿Me cambias por esta? ¿Es eso?  -señala a Sandra con enfado buscando una excusa para el rechazo de Julián.
—¿Y sí así fuera cuál sería el problema?  Tú y yo terminamos hace tiempo.
—Yo estaba en el extranjero. No podía venir y tú ignorabas mis mensajes y llamadas.
—Cuando hablamos en persona te dejé bien claro que nuestra relación había terminado -declaró Julián con sequedad. 
—Pero no puedes pensar que ésta es mejor que yo.
—Sandra es mil veces más especial que tú.  Es la mujer que cualquier hombre quisiera tener y la verdad es mejor que te vayas. No quiero ser grosero contigo.
  Sandra se puso roja y su corazón empezó a latir con fuerza por las palabras de Julián. No quiso participar en la conversación. Era un asunto que Julián debía resolver él solo.
—Ella sólo es para pasar el rato porque estás dolido. Sé que recapacitarás y me buscarás. Te estaré esperando -añadió Silvana con rostro tierno.
  La mujer se fue no sin antes darle una mirada de odio a Sandra. Para ella, Sandra sólo era para matar el despecho de Julián. Luego se aburriría de ella y estaría suplicándole perdón, eso es lo que pensaba Silvana. Era imposible para ella que Julián prefiera a una chica que se notaba era de poca clase a una mujer de buena posición y además una belleza del modelaje y la actuación.
—Lo siento, ella te hizo pasar un mal rato -Julián le pidió perdón a Sandra.
—Al contrario, fue divertido ver su cara cuando la rechazabas.
—Disfrutando el dolor ajeno.
—No soy esa clase de persona, pero ella definitivamente se lo merece -responde Sandra. Julián le contó todo lo que sucedió y esa mujer no se merecía ningún perdón.
—Si no hubieses estado aquí no tendría la fuerza de rechazarla tan directamente. Me alegra que hayas venido.
—A mí me alegra que superarás a esa bruja ¿Cómo te fijaste en alguien tan superficial?
—Ella es una excelente actriz tanto en su trabajo como en la vida real -contesta Julián. 
  Cuando conoció a Silvana, ella fingía ser una mujer humilde, cariñosa, dulce. Poco a poco se fue dando de cuenta que esto sólo era una máscara de ella. Hasta que un día lo confirmó. 
  Él fue a visitarla de sorpresa al estudio de grabación y la encontró hablando con una compañera sobre lo tonto que era y lo fácil que sería sacarle dinero. Además que le fue infiel con uno de los actores de la novela. Eso le rompió el corazón a Julián, él pensaba que ella lo quería, pero no era así, ella quería su dinero.
  Julián se acercó y los ojos de Silvana se abrieron de sorpresa. Ella intentó explicarle que era un mal entendido, pero él le dijo que ya no quería saber más de ella y se fue.




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